Cap. 10: Porque no se lo esperaba

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Hemos estado toda la noche hablando y no he pegado ojo. Pero no me importa, hablar con él me hace tan feliz, enserio, tan tan feliz.

Jesús, venía con el chofer a las 10:00 a recogerme. Eran las 7:30 y ya estaba despierta. Es que estaba muy nerviosa ya que me iba a ver en bañador. Él seguro que tenía su tableta, su "V"... ¿y yo? Yo estoy como una foca, además mi madre sólo me compra biquinis porque dice que estoy muy delgada pero es tonta, es mentira. Soy una enorme bola de sebo.

Me puse mi biquini favorito, el triangl, aunque Jesús no me vería porque no pensaba quitarme la camiseta.

"Ding, dong"

Diooos, a sonado el timbre, que ya están aquí. Que nervios, encima voy sin maquillaje, ¿le gustaré?, ¿qué pensará de mi horrible cuerpo?, ¿cortará conmigo? Tantas preguntas se pasaban por mi cabeza...

Abro la puerta y ahí está, tan guapo como siempre, con su sonrisa que me enamora, su tupé prefecto...

Que guapa estas Mery ~ me dice con un tono super mono.

Mi tontooo ~ le digo, y nos damos un besito.

Estuvimos todo el viaje echándonos selfies, pero también hicimos felices a bastantes fans, le dije a Jesús que porque no daba like a las últimas 100 etiquetadas que tenía, que eso les hacía muy felices. Eso hizo, y también a las que se quejaron porque a ellas no les había dado like.

También respondió a bastantes fans en Twitter. Además el me dio las gracias por enseñarle que con algo que no le cuesta nada, puede hacer sentir a sus fans verdaderas princesas.

Llegamos a su casa, dejé la mochila y me cogió en brazos; como una princesa, y empezó a quitarme la camiseta porque me iba a tirar:

- Jesús por favor no, no me quites la camiseta ~ le dije triste.

Él me dejó en el suelo (de pie obviamente):

- ¿Porqué? ¿Qué pasa? María la camiseta es super chula, no te la voy a mojar... ~ me contestó asustado.

- Es que... Pero si da igual, luego me dejas tú una.

- ¿Pero, enserio, que pasa?

- Bebe, estoy gorda ¿vale? Cómo una foca, y me da miedo dejarte de gustar, porque tú, a mi, me encantas, y no quiero que acabe esto nunca. ~ le respondí a punto de llorar.

Jesús me miró mis gordas piernas, luego miró mi cara, y vió que yo estaba llorando, y rápidamente corrió a abrazarme.

- Mi vidaaa ~ me dijo al oído ~ te juro que nunca me vas a dejar de gustar ¿vale? Me encantas pequeña, me encantas tú y me da igual tu cuerpo. Pero, quilla, ¿te has visto las piernas? Estás demasiado delgada, ¿cuánto pesas?

- No te lo voy a decir, la báscula me miente, está mal.

- Mery, he dicho que me digas cuanto pesas ~ me dice enfadado.

- Jesúúús, no. Mi báscula está rota, seguro. ~ le digo lloriqueando.

- Ahora me vas a dar la mano y me vas a acompañar a arriba.

Me coge de la mano y me lleva hacia unas grandes escaleras, que supongo que llevan a su cuarto. Sí, llevan a su cuarto, un enorme cuarto en el que hay dos camas, y los 2 discos de oro y los 3 de platino.

Pero él entra en el baño, bastante decidido, y, saca una báscula.

- Amor mío, subete ~ me dice.

- Jesús, me da vergüenza que veas mi peso real, no, me niego.

- Mariiia ~ me repite empujandome a la báscula ~ o te subes o te subo.

Me cruzo de brazos y pongo carita de enfadadada:
- No ~ le digo.

Me coge en plan palito, es decir, desde las piernas, y me sube.

Mira lo que pone en la báscula, me mira a mí y me dice muy enfadado.

- 40 kilos.

Lo que el destino unióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora