Lo que el destino unió

Cap. 11: No es una historia de cuento de hadas

Le miro, y me enfado mucho:

- ¡También está rota! ~ grito, cojo, y le pego una patada a la báscula, báscula de cristal, con la que me corto el pie. ¿Os acordáis de que me desmayo muy fácilmente, no? Pues tenía el pie lleno de sangre. ¿Qué creéis que hago?

Narra Jesús hasta nuevo aviso:

- No no no. Mariiiia ~ digo preocupado.

Me agobio muchísimo, mi novia está con el pie lleno de cortes, desmayada, y encima, con anorexia. Lo único que se me ocurre es llamar a una ambulacia.

Tarda muy poco en llegar y me dicen que me aparte que la van a tumbar en la camilla, y yo en plan: ¿Qué?

- La tumbo yo que para algo es mi novia. ~ les digo muy borde.

Para rematar se me acerca uno a pedirme un autógrafo, es que ya me están sacando de mis casillas. Y encima la he cagado porque lo de que tenía novia era secreto y se ha enterado toda la puta ambulancia. Jodeer.

Llegamos al hospital y llevan a Mery a una habitación, a mí me coge un médico que me dice que le cuente lo que ha pasado.

- Vale pero te lo cuento en la habitación, con ella, no pienso separarme de ella ~ le digo super triste.

- A ella lo único que le van a hacer es vendarle el pie y ver si posee los síntomas de la anorexia. Nada más, tu explícame lo que ha pasado. ~ me contesta el médico tranquilizandome.

- Es que ella es mi vida y como le pase algo me muero ~ le digo a punto de llorar.

- Por eso está aquí, y habrá que ingresarla pero todo va a salir bien. Si te tranquilizas vamos a la habitación, pero no molestes a ninguna enfermera.

El médico me guía hasta la habitación donde está ella. Ahí está, tumbada en una camilla, con el oxígeno en la nariz y una vía en el brazo. Esta tan mona... Le cogo su mano con sus uñas pintadas de azul eléctrico y la agarro fuerte, tan fuerte que notaba su pulso, el latido de su corazón que iba a mil...

Estaba enamorado, sí, estaba enamorado de Mery, me enamoré de sus costumbres de niña pequeña, de cuando me lloriqueaba porque no quería decirme su peso, de sus grandes camisetas que ella se ponía para ocultar su "gordura", de su bonita sonrisa, de la forma en la que me miraba; la manera en la que respondía a todos los chicos borde menos a mí, cuando me cogía la mano... Estaba enamorado.

El médico me miró y me "acarició" la espalda, él sabia lo que estaba sufriendo por ella, mi princesa.

- Lo siento pero tengo que empezar a hacerte unas preguntas. ~ me dice

- Empiece ~ le doy un besito en la frente a mi niña y miro al médico.

- ¿Sabe usted cuanto pesa María?

- Claro que sí, por eso tiene el pie así, no me quiso decir lo que pesaba porque me decía que su báscula estaba mal. Por eso la llevé a mi cuarto y la pesé en la báscula de cristal que yo tenía. 40 kilos... Midiendo 1,65... Se enfadó porque dijo que también estaba rota esa báscula y le dio una patada... Y con lo sensible que es ella, se desmayó...

- Vale ~ lo apunta preocupándose.