Capítulo 4

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Sigo observando el techo sin pensar nada en concreto. Tratando de hacer un mapa mental para ubicarme pero fallando en el intento.

Reacciono de inmediato al recordar que estoy demasiado sucia. Así que me pongo de pie y me propongo a buscar una toalla de baño.

Finalmente las encuentro en una pequeña canasta dentro de otro mueble igual al que hay en la otra habitación, tomo una y me dirijo al baño.

Abro la llave de la ducha para dejar caer la cálida lluvia artificial y antes de sumergirme en la misma, regreso por ropa para vestirme en el baño. Lavo mi cabello y limpio todo mi cuerpo. En verdad que me hacia falta una ducha.

Al finalizar con mi ducha, me envuelvo con la toalla que había traído. Me visto con calma, no quiero ensuciar la poca ropa que tengo.

Recojo la toalla mojada y antes de salir me miro en el espejo, la verdad es que la ropa que usa Diana no es como para mí, usa la ropa bastante apretada a comparación de lo que yo suelo usar constantemente.

Después de asegurarme de no dejar nada olvidado en el baño me dispongo a salir y al abrir la puerta esta hace un ruido horrible pero no me preocupa.

Hay 3 chicos sentados en los sillones de la sala y dos de ellos son totalmente desconocidas para mi. Me da vergüenza y sin evitarlo me pongo nerviosa. Si hubiera sabido que ellos estaban ahí afuera lo más seguro es que no habría hecho tanto ruido con la puerta.

-Eheh...Ho-hola.- hago un gesto con la mano y sonrío, tratando de disimular lo avergonzada y estúpida que me siento.

-Hola.- dicen los dos chicos desconocidos.

Los 3 se ríen y comienzan a hablar de cosas a las que no encuentro sentido alguno; así que decido dirigirme a la habitación y cerrar la puerta.

Apoyo mi cabeza sobre la puerta y cierro los ojos.

<<Genial, ahora te verán como una rara>>

Miro toda la habitación buscando algo que hacer, hasta que veo mis libros y pienso en estudiar un poco.

Después de darle vueltas al asunto me doy cuenta que no tengo nada que hacer aparte de estudiar y no me vendría mal adelantar un poco de trabajo.

Me acerco a la maleta que está encima de mi cama, la pongo en el suelo, cojo un libro muy pesado, tomo mi libreta junto a un bolígrafo y me siento en la cama para comenzar a estudiar.

Miro mi celular y el reloj cambia ante mis ojos para marcar las 5:47 p.m. Tengo mucho tiempo para estudiar.

He terminado de hacer mi resumen del punto 3 del primer tema. He trabajado bastante, lo suficiente como para saber de memoria los dos primeros puntos y un poco del tercero. Me levanto de la cama y me estiro, poniéndome de puntitas.

Reviso la hora en mi celular y me asombro. 9:25 p.m. Me he quedado casi tres horas escribiendo resúmenes y estudiando una y otra vez.

Creo que tengo que comer...aunque siendo sincera no quiero hacerlo.

Creo que será mejor que me quedé en la habitación; no he escuchado voces hace mucho tiempo pero quizás esté alguien afuera y después de el momento algo vergonzoso que viví horas atrás, no tengo ganas de salir.

Me acuesto un momento en la cama y miro el techo.

El cambio ha sido totalmente rotundo en esta última semana. He venido a Madrid, resulta que la prima de mi abuela junto a su hijo son un asco y ahora vivo con alguien que solamente conozco el nombre. Extraño mucho a mamá y a papá, no les he llamado desde hace 5 días debería hacerlo.

Me incorporo y salgo a la sala en busca de un teléfono. A los pocos segundos de llegar a la sala lo he encontrado, marco el número y espero en la línea.

Me contesta mi mamá con su voz cansada pero al escuchar que se trata de mi se alegra notoriamente, al igual que yo, y le cuento lo que ha pasado; menos lo de haber dormido unos cuantos días en la calle y que en este instante voy a dormir en la casa de alguien desconocido.

Me despido de ella después de unos minutos pues tiene que ir a una cita con el dentista pero ha prometido llamarme al día siguiente, porque cuando se desocupe lo más probable es que aquí sean las 2 de la mañana.

Cuelgo el teléfono y me quedo un momento sentada, viendo la pared, con el teléfono en las manos.

Escucho la puerta abrirse e instintivamente regreso a ver a la misma. El muchacho alto acaba de entrar al departamento; sinceramente no sabía que había salido.

-Hola.- me dice mientras deja unas cosas a un lado de la puerta.

-Hola.- susurro lo suficientemente alto como para que me escuche, sin mirarlo.

El silencio comienza, un silencio algo incomodo y tenso. Parece que él va a decir algo pero en varias ocaciones se arrepiente de hacerlo.

-¿Quieres comer algo? Puedo pedir pizza.- finalmente se decide a hablarme.

Me quedo un momento en silencio. Tenía planeado no comer nada y no sé qué decir.

-Si tu quieres.- sonrío y agacho la cabeza.

-Vale, entonces iré a buscar el número de la pizzería.- entra a una puerta que supongo da a la cocina.

Dejo el teléfono sobre la mesa de centro que tengo en frente de mi.

Rubén regresa con un pequeño papel en las manos, toma el teléfono y comienza a hacer el pedido; yo solo me quedo en silencio.

Agradece y cuelga, deja el teléfono sobre la misma mesa y se marcha sin decir nada más.

Me quedo jugueteando con un hilo de el pantalón y recuerdo que se me a quedado el celular en la habitación. Voy a jugar alguna estupidez hasta que llegue la pizza.

Me he quedado en la habitación mirando el techo, se me hace extraño quedarme afuera sin hacer nada...bueno aquí adentro tampoco hay muchas cosas entretenidas pero se me hace incómodo estar afuera.

Un para de golpes en la puerta me regresan a la realidad. Me levanto y abro la puerta, es Rubén me da gracia que toque la puerta antes de entrar.

-Ya ha llegado la pizza.- está serio y me intimida de cierto modo. Es muy alto.

-Ya salgo.

Salgo y el olor es captado por mis fosas nasales. Me voy con el hacia la cocina, la caja de pizza está sobre la mesa, me pasa una porción de pizza y luego toma una el. Comemos en silencio, yo no tengo la intención de decir nada y al parecer el tampoco; a medida que va pasando el tiempo todo se va poniendo mas incómodo y tenso.

Me acabo el pedazo de pizza y estoy totalmente segura que ya no quiero más, ni siquiera quería comer, así que haber comido un pedazo es mucho para mi.

Limpio las migas que han quedado en la mesa por mi culpa.

-Gracias.- digo cuando paso a su lado.

-¿No vas a comer más?- al parecer está sorprendido.

-No, gracias. Estoy bien.- respondo y me dirijo a mi habitación.

No puedo creer que haya tenido el valor de comer pizza.

Me siento mal por haberlo hecho. No debía comer.

***
He tenido muy poco tiempo últimamente, intentaré subir capítulo en esta semana.

Paper Memories (Editando...)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora