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La tarde calló. El timbre marcó el horario de salida. Me alegré de no tener que recurrir a las mismas tácticas de entrada. Nick tomó mi brazo y me sacó de allí. Divisé hacia la puerta. Amelia y Finn salían. Quería acercarme, pero Nick fue más rápido que yo de un momento a otro nos encontrábamos definitivamente en la salida de Robinson Lacrosse.

Nick se dirigió hasta la parada y un taxi nos recogió. Un hombre enano y calvo se subió al copiloto. El taxista solo respondía asintiendo con su cabeza. Nick pagó su parte, y me negué a dejar que él pagase la mía. Pero de una manera u otra lo logró. El hombre enano y calvo se bajó del taxi en el centro.

No podía despegar mi vista desde la ventana. Había tantas cosas que no había visto y que aún tenía que ver. El parque del centro estaba repleto de gente, aún más que Robinson Lacrosse. El taxi dobló la equina. Nick me señaló una pequeña pastelería color vino. Dijo que se trataba ni nada menos que del trabajo de mi madre. Aún no sabía cómo él tenía conocimiento del trabajo de ella.

-¿Qué se supone que hacen adolescentes como ustedes yendo hacia el hospital? –Preguntó el taxista mirando por el retrovisor.

-Vamos al visitar padre de Elizabeth –Habló Nick. Me incomodó que lo dijese. Tal vez pudo haber dicho "Realmente no le importa" o "Es cuestión de nosotros".

-Oh, espero que esté bien –Comentó el hombre. Nick se acomodó en el asiento. Yo sólo ignoré aquella conversación. Hoy en el partido, intentaría volver a hablar con Amelia. Algo le sucedía. Sé que le había dicho que se alejase, pero sabía que ella volvería después de unos días de habérselo pedido. Pero no fue así. Ahora todos estaban evitándome. Todos, menos Nick.

El taxi estacionó en las afueras del hospital. Me bajé rápidamente. Realmente estaba impaciente por volver a ver a papá. Pero por otro lado, mi subconsciente me decía a gritos que debía correr lo más rápido que pudiese de ahí. Al entrar vimos una cantidad de gente moderada. Los enfermeros corrían por los pasillos con las camillas, las cuales contenían a sus pacientes. Es irónico. Vivimos los peores momentos en lugares que no deberíamos vivirlos. Pero una vez escuché en la televisión vieja de papá, que una mujer decía que si algo malo tiene que pasar, sólo pasará. Y no podremos hacer nada para detenerlo. Pero en ese entonces, yo no entendía lo que ella quería decir. Por parte, ella trataba de decir "-¡No te detengas, sigue luchando por lo que crees-" , Pero por otra parte daba paso a pensar que ella ya se cansó de luchar por lo que ella creía que era correcto. Sólo buscaba sentirse bien con lo que decía, pero su corazón no sentía y que ahora hablar por la televisión había marcado un antes y un después en su vida.

Llegamos a la recepción del hospital. Nick tomó mi mano entrelazando nuestros dedos firmemente. Le miré extrañada, él solo miró fijamente hacia adelante. Una mujer de color estaba allí. Vestía de blanco. Me acerqué hasta su lugar, apoyando mi peso sobre mis brazos. Ella miró seria. Luego miró nuevamente hasta las carpetas.

-¿Buscan a alguien en especial? –Dijo la mujer fríamente. Volvió a revolver en las carpetas.
-John Albot –Le dije. Ella sacó una carpeta y le ojeó. Indicó la puerta gris mientras nos miraba recelosamente. Supongo que ella creía que escondíamos algo.
Nick me guió instintivamente hasta la puerta. La mujer de color sólo bufó. Al abrir la puerta, vi a papá en la camilla. Estaba durmiendo. Su piel estaba pálida. Sentí un dolor en mi pecho y pude escuchar como todos los pedazos de mi corazón se rompían. Nick me abrazó por detrás. Yo sólo le miré perpleja. No podía mover ningún músculo.

Desde mi ventana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora