Cap 20

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El timbre resonó en cada rincón de la escuela, incluso en el aula en que se encontraban Hyunjin y Felix, dando por terminada la aburrida clase de matemáticas y dándole paso al receso de medio día.

—¿Quieres ir a comprar algún dulce en la cafetería? ¿Sigues sin tener hambre? ¿Sed tal vez? ¿Helado? —preguntó el de cabello oscuro, que normalmente se la pasaba dormido en esta clase, pero desde aquel día no ha despejado sus ojos de Felix. Sabía que algo no estaba bien y que él lo necesitaba. Se estaba esforzando en ser más atento para así descifrar qué lo había destruido tanto ese día e impedir que algo así lo volviera a romper, porque fue jodidamente doloroso abrazar su cuerpo tembloroso mientras sollozos desgarradores llenaban sus oídos.

Estaba tan angustiado. Habían pasado exactamente una semana de lo sucedido y no era muy difícil darse cuenta de que Felix no disimulaba su muy decaído ánimo. Estaba preocupado, sí, pero aún así no iba a presionarlo. Cuando sea el momento, él se lo dirá, y esperaba que fuera pronto.

El pecoso soltó una risa amarga.

—Estoy bien, aún no tengo hambre—habló mientras se paraba y colgaba su pesada mochila en su hombro. Hyunjin lo copió; lo único diferente fue que le quitó la mochila a Felix y la cargó.

—Solo has comido una manzana, Felix, y solo porque te obligué a que lo hicieras—dijo con tono suave.

Caminaron fuera del aula, ya vacía, y se dirigieron a paso lento hacia su banca preferida, a la que casi nadie habitaba y que tenía un buen lugar de sombra bajo el frondoso árbol.

—Lo siento—susurró. —En verdad no tengo apetito.

—Felix... —suspiró pesadamente. —A este paso, tu novio va a estar como un esqueleto. Bebé, tienes que comer—. Ágilmente, Hyunjin abrió su mochila y sacó un puré de papas con pechugas salteadas (que cabe recalcar que se esforzó muy temprano en la mañana para hacerle su comida favorita).

—Te lo hice esta mañana. Mamá me dijo que si lo guardaba en este lonche, se mantendría caliente para estas horas. Espero que sea así—. Destapó el recipiente y tomó la cuchara.

Felix observaba atento los movimientos y palabras de Hyunjin, con una expresión neutra y desanimada.

—Por favor, Felix, me levanté súper temprano para hacerte esto—. Rogó, tomando una porción de la comida para después hacer el amague de un avión.

—Aquí viene el avión—. Animado, llevó la cuchara a sus labios y, por instinto, Felix los abrió en rendición, saboreando su combinación favorita, que estaba deliciosamente dolorosa. No pudo contener la lágrima traicionera que brotó con tanto esmero por su rostro, pero tampoco pudo contener la otra, esa ni la otra, ni la otra...

—Lo siento—. Escapó de sus labios, aún rellenados con comida que rápidamente tragó.

Hyunjin retiró sus lágrimas con delicadeza y amor, paciencia bordada en sus dedos, mientras se dibujaba una leve sonrisa.

—Te perdono solo si sigues comiendo y... —sacó el chocolate (que era el favorito del pecoso) de su bolsillo—. Te daré esto como recompensa—. Eso le sacó una gran sonrisa al rubio.

—No soy un niño, Hyunjin—. Ironizó con una gran sonrisa.

—Digas lo que digas, seguirás siendo mi bebé. Y abre la boca, porque aquí viene otro avión—. Ambos rieron.

La comida llegó a su final. Hyunjin raspó hasta los bordes, queriendo que Felix comiera lo máximo de lo que había preparado.

—Así me gusta—. Dijo, sacando la última cucharada y dándosela instantáneamente. —Te lo comiste todo. Qué lindo, mi bebé—. Pellizcó uno de sus cachetes.

Cruzando la línea|| HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora