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Es real, mi hermana... mi hermana ha muerto.

 Lo que alguna vez fue un hermoso rostro, es ahora una blanca máscara fría y sin ninguna expresión, su sangre esta desparramada por todos lados. Intento incorporarme, pero mis piernas se vencen, caigo de rodillas y con mis manos tapo mi rostro ¡No quiero ver! ¡No puedo ver! ¡Esto no puede estar sucediendo!

De fondo esta la modesta tumba de mi padre que parece juzgarme, siento como si toda la ira que existe en este mundo fuera emanada por esa lápida y se posa directamente en mí... probablemente ella sea la única  que atestiguo lo que ocurrió ¿Acaso asesiné a mi propia hermana? lo que está claro es que algún mecanismo en mi mente me prohíbe recordar que pasó, y seguramente el motivo es más que claro... soy un asesino.

Lo único que me resta por hacer, es abrazarla una vez más, abrazar el cuerpo sin vida de mi hermana por última vez. Con mucho esfuerzo levanté la parte superior de su cuerpo, y pude corroborar que Nathaly fue apuñalada al menos tres veces, una de ellas en el vientre bajo. Su cuerpo está húmedo y pesado, pero aún al acercar mi cabeza a su pecho, donde alguna vez latió con fuerza y lleno de vida su corazón, puedo sentir la fragancia dulce, y casi imperceptible que Nathy siempre usaba impregnado en su ropa, puedo sentir eso pero nada más, los latidos abandonaron su cuerpo, también su calor.

Alessandro permaneció así por unos minutos en una especie de grotesca despedida. Aspiraba aquel perfume, con la intención de recordarlo por el resto de su vida. No podía hacer más que balancearse una, y otra vez, abrazado a su hermana y entre desesperados llantos repetir una y otra, y otra vez la misma frase: -Lo siento, lo siento, lo siento...
El sentimiento de culpa, entremezclado con el dolor y la vergüenza de tener de testigo a nada más ni nada menos a su propio padre lo devoraban por dentro. La noche caía lentamente en las pequeñas calles del cementerio que apenas estaban iluminadas, rodeadas por un sin fin de tumbas, estatuas,  árboles,  y de fondo los grandes muros que rodeaban aquel coloso que solo contenía silencio.

Aquel abrazo fue interrumpido por la luz de una linterna y el sonido de pasos que se acercaban hacia él a toda velocidad, mientras exclamaba:
-¡Hey ustedes que es lo que están haciendo aquí! el cementerio cerró hace unas horas váyanse o llamaré a la policía- La distancia que había entre ellos prohibía tanto al guardia del cementerio, como a Alessandro distinguir sus rostros, es más el guardia, a juzgar por sus palabras, no distinguió que de hecho... allí había una persona muerta.

 Él al oírlo salió de su trance y comenzó a correr despavorido, dejando a su hermana tendida en la calle, ni siquiera tuvo tiempo de pensar nada su instinto de supervivencia primó sobre todo lo demás. Apenas tuvo tiempo de esconderse detrás de un gran panteón que se encontraba a unos diez metros de distancia, por lo que pudo oír fuerte y claro el grito de horror del guardia al ver el cuerpo sin vida de Nathaly, acto seguido sacó un silbato y comenzó a accionarlo con fuerza.

En la gélida, y nueva noche de Junio ahora al menos tres guardias de seguridad buscaban a un despiadado asesino, que además tuvo el tupé de permanecer abrazado al cuerpo. Alessandro podía distinguir las luces de las linternas que se dirigían hacía todos lados, fue la experiencia más aterradora que tuvo en su vida. Debía escapar la policía seguramente llegaría en poco tiempo, así que comenzó a desplazarse por entre las tumbas, sin distinguir más que horrorosas figuras blancas en la noche que siempre resultaban ser estatuas, y las luces de las linternas que no paraban de apuntar hacia todos lados generando grotescas sombras. Después de hacer un horroroso camino Alessandro logró escapar escalando un pequeño portón que daba a una calle desierta y sin ningún tipo de vigilancia.


Yo estaba a punto de conocer a un devastado Alessandro Doria.


El mundo de la menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora