08 ⸺ motores y café.

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28 de enero de 2014Jerez, España

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28 de enero de 2014
Jerez, España

El cielo andaluz estaba cubierto por una niebla densa que olía a goma quemada, gasolina vieja y humedad. Un viento suave empujaba las lonas del paddock dándole la bienvenida al inicio de la temporada o mejor dicho a la pretemporada. Eran las 6:17 de la mañana y el circuito de Jerez parecía un animal dormido, pero Mia Alonso ya estaba despierta, con las botas embarradas, las ojeras bien puestas y el pase de Red Bull colgando del cuello.

Tenía frío, pero no se lo iba a decir a nadie. Caminaba rápido, tablet en mano, con el uniforme azul y una gorra del equipo que disimulaba el caos de su cabellera, el cual también estaba recogido con una gomita que había encontrado en la guantera del coche. Llevaba tres cafés encima y un mensaje sin contestar de Cristiano en el móvil. Lo había visto en la pantalla del coche de alquiler cuando llegó al paddock, pero no lo abrió. Le dolía la cabeza. Y tenía que estar en el garaje a las 6:30.

Pasó al lado de dos mecánicos de Red Bull que fumaban junto a una pila de neumáticos. Uno de ellos le hizo un gesto con la cabeza, el otro bajó el cigarro y murmuró algo que no alcanzó a oír. No importaba.

En el box, el aire era otra cosa: más pesado, más eléctrico. Todo estaba listo pero era un misterio. El auto estaba ahí, tapado como si todavía tuvieran vergüenza de mostrarlo. O como si no quisieran que se escapara.

—Buen día, Alonso —dijo Guillaume, su ingeniero asistente, con una taza de té en la mano—. ¿Dormiste?

—Tres horas. Una maravilla —respondió sin mirarlo, enfocada en el mapa térmico del ERS que se desplegaba en su tablet.

Era su primer día oficial en el paddock como ingeniera de pista. No como espectadora. No por ser la hermana de. Ahora estaba en la línea de fuego. Y todos lo sabían.

—Mia, ya están calibrados los sensores de presión —avisó uno de los mecánicos.

—Perfecto. Que crucen los datos con los del banco del simulador. Si hay más de un 3% de diferencia, me avisas. No quiero sorpresas cuando crucemos los 250.

—Entendido.

A nadie le llamaba la atención que Mia diera órdenes. Lo que incomodaba a algunos era que las suyas se ejecutaban más rápido que las de otros ingenieros con más años en el equipo. Pero era difícil discutirle. Desde noviembre había estado metida hasta el cuello en cada decisión que implicara hacer que esa criatura híbrida no explotara a los cinco minutos. Chasis, refrigeración, mapeo del motor, ERS, software. Había metido mano en todo.

—¿Quieres ver los logs del primer arranque en frío? —preguntó otro ingeniero, arrimando una tablet.

Mia lo tomó sin decir nada. Deslizó el dedo por los gráficos. Sonrió apenas.

—Está más estable de lo que pensaba... —murmuró, y luego miró a la pista, vacía todavía.

Sabía que eso no significaba nada. Todo eso eran datos. Simulador. Predicciones. El verdadero veredicto iba a caer cuando el auto se lanzara y los sensores empezaran a reaccionar.

always you ─ kimi räikkönenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora