06 ⸺ cena de campeónes.

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29 de noviembre 2013Madrid, España

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29 de noviembre 2013
Madrid, España

Mia revisaba su reflejo en el espejo una vez más. El vestido rojo se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, resaltando cada curva con elegancia, pero esa sensación de incomodidad seguía instalada en su estómago. Durante años había estado acostumbrada a moverse en la sombra, a ser invisible dentro del equipo de Honda, donde pocos la miraban dos veces, donde nadie la buscaba cuando las cosas salían bien. Y ahora, en una noche como esta, con los reflectores apuntando hacia ella y Marc Márquez, la atención repentina la hacía sentir fuera de lugar.

Desde que se había dado a conocer la noticia de su contrato con Red Bull para el año siguiente, las miradas se clavaban en ella con una mezcla de asombro, envidia y, para algunos, escepticismo. Después de años de ser "la ingeniera mujer que solo estaba ahí por ser la hermana del dos veces campeón del mundo", ahora tenía un puesto que todos deseaban. Era irónico pensar que mientras la mayoría murmuraba a sus espaldas, ella había conseguido un lugar en un equipo donde Fernando nunca había puesto un pie. Y sí, aunque le hubiera encantado trabajar junto a su hermano, también sentía cierto orgullo en haber logrado esto por su cuenta. Aunque no podía negar que, sin él, quizás nunca habría llegado hasta aquí. Pero no de la manera que todo el mundo pensaba.

Había sido diez años atrás, cuando apenas tenía 18 años y estaba a punto de terminar el bachillerato. Todos a su alrededor, desde sus amigos hasta su propia familia, le preguntaban qué estudiaría. Para Mia, la respuesta había sido clara desde que era pequeña: ingeniería. Siempre había amado ayudar a su padre a arreglar el kart de Fernando, engrasarse las manos y entender cómo funcionaban las máquinas. Era casi una segunda naturaleza para ella, algo que la conectaba no solo con su hermano, sino con una pasión personal que ardía desde lo más profundo de su ser.

Pero sabía que su madre no lo vería así. Lo supo antes de que siquiera abriera la boca para anunciar su decisión en una de esas cenas familiares tensas. Y no se equivocó. Tan pronto como soltó la palabra "ingeniería", el rostro de Alba Diaz se endureció. Un silencio incómodo cayó sobre la mesa, y Mia sintió el aire volverse espeso, casi irrespirable. No había gritos, no aún, pero la tensión en los labios apretados de su madre lo decía todo.

Después de la cena, su madre la llamó a la cocina, un gesto que Mia reconoció de inmediato. Era un llamado al enfrentamiento, pero de esos silenciosos, donde cada palabra se medía con precisión. Mientras Mia se acercaba, podía sentir cómo se formaba un nudo en su garganta. Sabía que lo que estaba por venir no iba a ser fácil.

—¿Ingeniería? —le soltó su madre, como si la palabra misma fuera un veneno que no quisiera tocar—. No pienso gastar dinero en eso, Mia. ¿Cómo se te ocurre elegir una carrera de hombres? Tú eres una mujer. Si quieres estudiar, busca algo más apropiado para una chica.

El tono frío y cortante de Alba todavía resonaba en la mente de Mia como una bofetada. Su madre la miraba como si fuera una niña caprichosa, como si lo que pedía fuera una fantasía absurda. Y Mia, como tantas veces antes, se quedó muda. Quería gritarle, quería decirle que estaba equivocada, que ella podía hacer lo que quisiera. Pero las palabras no salían. La rabia se acumulaba en su pecho, pero todo lo que logró fue quedarse callada, mirando el suelo, con las manos apretadas en puños a los costados. Como siempre le pasaba con su madre.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2024 ⏰

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