¿ Entonces estamos saliendo ?

28 0 0
                                    

Me desperté por una pesadilla, eran las 4:57. Tardé bastante en volver a dormirme pero lo conseguí. Por la mañana al levantarme arreglé mi habitación, se que el desayuno es la comida las importante del día, pero no me apetecía, así que , me aseé y les dije a mis padres que iba a dar una vuelta cuando en realidad iba a visitar a Aaron. Al salir de casa cerré la puerta y esperé un minuto, ya que estaba algo nerviosa, y toqué al timbre en ese momento pensé " ¿ Y que digo ? " la verdad es que no lo sabía, iba a parecer una estúpida, entonces bajé corriendo las escaleras a dar ese paseo que había dicho.
Me senté en un banco cerca del lago del Retiro, estaba pensando en mis cosas, más bien en Aaron, creo que estaba empezando a gustarme de verdad. Iba a volver a casa cuando alguien me tapa los ojos con un par de manos, una encima de la otra, me callé intentando adivinar quién podía ser, así que intenté tocar la cara de la persona pero se alejaba, no llegaba a tocarla, decidí tocar sus manos parecían las de un hombre por la forma, pero estaban bien cuidadas como las de un mujer, no sabía quien era, así que dije nombres al azar. Marta, Macarena, Aaron ... Me destapó los ojos pero no me esperaba que fuera Rafa.
- No esperaba encontrarte aquí - me dijo
- Ni yo a ti.
- He quedado con Maca en el lago, ¿ la has visto ? - me preguntó
- No, se habrá retrasado un poco ¿ a donde vais ?
- A ti no te importa lo que haga yo con mi chica - me dijo de forma descarada
- Vale vale tranquilo - dije para no meterme en problemas, parecía bastante alterado
Se sentó a mi lado y me rodeó con su brazo, mire su mano de niño pijo, la cogí y se la coloqué en su muslo derecho. En ese momento llegó Maca, podría haber venido antes. Nos saludamos y los dos se fueron alejando. Me volví a sentar en el banco como señal de descanso, cuando por arte de magia aparece otra sorpresa, esta era mas agradable, sin más, de la nada aparece Aaron y se sienta junto a mi.
- He visto que tocabas a mi puerta, pero cuando me he asomado a la mirilla, estabas bajando las escaleras, a si que he cogido mi movil y las llaves y he decidido seguir tu misteriosa ruta, hasta que te has sentado en este banco de madera, suponía que esperabas a alguien a si que me he sentado en el aquel banco - dice señalando un banco que estaba lejos pero lo suficiente cerca para obsérvame bien - pero como veía que no venia nadie decidí venir a sentarme contigo como he hecho ahora pero así así más a parece un tío tapándote los ojos, lo cual me ha cabreado un poquito, sin ofender, por que me apetecía hablarte y poder escuchar tu voz, así que decidí esperar a que se fuera, y de repente veo que te rodea el brazo y pienso que es tu novio, pero al apartarselo veo que no, que solo se quería aprovechar y en ese momento me levanto para poner fin a aquella situación tan incomoda que estabais teniendo, solo para eso no pienses mal, pero veo que viene lo que al parecer es su novia y se van y pienso, mi turno y aquí estoy. Y tú ¿ qué tal ?
Era yo o me había contado el sermón de mi vida, fue como vivirlo dos veces pero presté atención por que lo contaba el, que si llega a ser otra persona abría desconectado.
- Bien supongo - dije algo confusa
Empezamos a hablar de forma cotilla, nos preguntábamos entre los dos cosas de nuestra vida. Sobre las 12:30 llegábamos a casa, habían arreglado el ascensor, así que decidimos subir por el. Vivíamos en un siete, entonces íbamos a tardar un poquito, era un ascensor grande con un espejo de cuerpo entero en los laterales y un ventanal enorme en el cual se podía ver la calle, era preciso. Cuando íbamos por el segundo piso Aaron se puso enfrente de mi, mientras me intimidaba con sus ojazos que te elevaban al cielo, nunca mejor dicho, apoyaba sus hermosas manos en el cristal poniendo sus labios a la altura de mis ojos, cada vez inclinaba más sus codos y doblaba la cabeza hacia la izquierda, alineando sus labios con los míos, cuando en un descuido tonto, mis labios se convierten en ser dignos de estar en el museo del Prado, solamente por haber tocado los de Aaron. Los dos nos fundimos en un beso apasionante, nuestras lenguas bailaban juntas hasta que sonó el dichoso timbre para entrar a clase, ya habíamos llegado, el se separa de mi y me desea unas buenas tardes, yo amablemente se las devuelvo y los dos entramos en nuestras respectivas casas.
...
Mientras preparo la mesa para comer pienso en aquellos segundos tan deseados, pero me pregunto " ¿ Entonces estamos saliendo ? ".

Buscando a mi príncipe azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora