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Volteé para encontrarme con una maraña de cabellos pelirrojos. Era Mérida Dumbroch, mi vecina. Sonrió y me tendió la mano.

—¿Otra vez olvidaste la llave?

Asentí, Mérida metió su mano en su jean roto, sacó una llave y la insertó en la cerradura.

Abrió la puerta y me cedió el paso, entramos y nos montamos en el elevador. Ella guardó su paraguas en su mochila y se recargó en la pared del elevador.

—¿Y Flynn no te bajó a abrir? —preguntó mirándome.

—Está con Rapunzel —contesté, ella hizo una mueca.

—¿Estaba ebrio?

Asentí riendo, nos conoce tan bien.

—Sí —contesté—, y ya sabes como se pone cuando Eugene está así.

Reímos.

—Creo que llegará con fracturas —comentó riendo.

El elevador se abrió y le cedí el paso, su departamento está enfrente del mío.

—Bueno, supongo que me quedaré en el pasillo a esperar.

Mérida abrió su apartamento y me miró.

—Puedes pasar a esperar a Flynn —me propuso—. Claro, si tú quieres...

Entré y ella cerró la puerta detrás suyo, escuché jadeos, y vi a un viejo pastor inglés acercarse a grandes zancadas.

—¡Angus! —Mérida corrió hacia el gran perro el cual la tiró al piso y la llenó de lamidas cariñosas, ella reía. Sonreí, siempre he querido un perro.,Angus se apartó y Mérida se levantó.

—Anda, pasa...—se quitó la chaqueta y las botas negras que siempre cargaba.

Pasé a la sala y me senté, Angus llegó con un oso de peluche y me lo mostró.

—Quiere que juegues con él —me explicó Mérida.

Tomé el oso y sé lo lancé, Angus salió corriendo a buscarlo, sonreí. Mérida entró en la cocina y un par de minutos después salió con dos tazas de café.

—Toma, has de tener frío —habló tendiéndome la taza, la tomé.

Aspiré el aroma del líquido, era exquisito, no es secreto para nadie que yo amaba el café. Mérida me miró.

—¿Qué tienes? —preguntó—. Te noto distante...

Tragué saliva.

—Nada —contesté con suspicacia—, sólo que tengo frío.

Ella se levantó y desapareció en un pasillo, regresó con la pijama puesta y me tendió una toalla. Angus se subió al sofá y se echó a mi lado, le acaricie la cabeza con cariño. Mi celular sonó. Lo saqué y vi la pantalla: Flynn.

—¿Bueno? —contesté.

—Hola Hicc, ya estamos en el departamento —habló Rapunzel—. ¿Sigues con Jack?

Sentí mis mejillas arder.

—No, estoy en el departamento de Mérida —expliqué—. Voy para allá.

Angus me miraba curioso, lo acaricié y fui a la cocina con Mérida.

—Ya me tengo que ir —hablé—, gracias por todo.

Sonrió y me acompañó a la puerta.

—Vale, nos vemos... —abrió la puerta y Angus se acercó corriendo y tiró a Mérida encima de mi.

Me quedé perplejo, tampoco era secreto que me sentía gravemente atraído por Mérida. Reí, todo su cabello le tapó la cara, se lo quité con la mano. Pude apreciar sus grandes ojos azules.

Me sonrojé.

Escuché el elevador abrirse. Volteamos y de el salió un joven tambaleándose. Era Jack.

Caminó tomándose la cabeza, como si le pesara. Abrió sus ojos con dificultad y nos miró.

—Hiccup... —susurró en tono frío.

Miré su rostro, aún seguía rojizo por las lágrimas. Sacó algo se su chaqueta y me lo lanzó. Eran mis llaves.

—Se te olvidaron en mi casa —escupió sin expresión antes de volver a entrar en el elevador.

Miré a Mérida.

—No sé que le pasa —expliqué.

Mérida se levantó y se acomodó la pijama.

—Hasta mañana, Hiccup —se despidió antes de cerrar la puerta.

Tomé las llaves y me levanté. Me acomode la ropa y caminé hacia la puerta de mi departamento. Abrí gracias a la llave que Jack me había dado y entré. Rapunzel estaba en la cocina.

—Hola —saludó—. ¿Quieres comer? Compramos pizza.

Negué con la cabeza.

—No, ya tomé café con Mérida.

—Ah, bueno.

—Me voy a dormir.—caminé hacia mi habitación y me tiré en la cama.

Acaricie mis labios, aún podía sentir sus labios sobre los míos...
Aún podía sentir sus manos tocándome...

¿Qué me está pasando?

Editado: 29 de marzo del 2016.

"Friendzone" [Hijack/Frostcup]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora