Luna's Blog

58: Despedida

No encuentro palabras para escribir lo que siento, pero voy a intentarlo.

Te fuiste, y ni siquiera tuve la oportunidad de despedirme como me hubiera gustado. Te fuiste, y ni siquiera me diste el último adiós. Pero no es tu culpa... Es culpa del destino, según todos dicen.

Nunca voy a entender eso de "las cosas pasan por algo".

Quizá no soy la mejor hija, pero te aseguro que soy la que más te pudo haber amado.

Daría lo que sea por volver el tiempo atrás y haberte tratado como merecías, con todo el amor del mundo. Daría lo que sea por poder pasar un minuto más  a tu lado. Daría lo que sea por decirte un último "Te amo" y darte un fuerte abrazo.

¿Qué pasó? Me parece todavía ayer que yo era una nena de cinco años y jugabas todo el día conmigo, enorgulleciéndote por cada logro, por más mínimo que sea.

Sé que hubo muchas peleas y momentos feos, pero por sobre todo hay muchos momentos felices. Sé que soy complicada, a veces arruino todo y causo problemas. Pero no puedo evitar mirar las fotos viejas y llorar, porque sé que por más que te espere no vas a volver.

Ahora más que nunca, me siento una idiota. Una idiota que no supo aprovechar lo que tuvo, que se hacía problema por cosas insignificantes y que se enojaba por todo.

Me queda el consuelo de saber que ahora estás en un lugar mejor.

 También me siento una idiota por no haberte apoyado lo suficiente. Moriste haciendo lo que te hacía feliz, y de algún modo eso me reconforta. ¿Por qué nos costaba tanto entender que de ese modo eras feliz? Todos sabíamos que te encantaba hacer música, y que disfrutabas de eso.

En estos dos días me di cuenta de gracias a eso que tanto amabas conseguiste muchos amigos, que te amaban igual que nosotros. ¿Cómo no hacerlo? Siempre fuiste una persona alegre, que a pesar de todo nunca se enojaba y siempre perdonaba.

Te agradezco infinitamente todo lo que hiciste por mí... Hay cosas que pueden parecer muy pequeñas, pero no dejan de ser muy importantes.

¿Quién me enseñó a atar mis cordones cuando era chica? ¿Quién estaba intentando enseñarme a tocar la guitarra tan bien como él? ¿Quién me ayudaba con mis deberes de matemática? ¿Quién aguantaba todos mis enojos y caprichos? ¿Quién reía y lloraba conmigo?

Te prometo que voy a hacer todo lo posible para que estés orgulloso de mí, papá. Toda tu familia y amigos te extrañan y te aman, y me di cuenta de lo mucho que todos te querían.

Una parte de mí sufre, porque no me pude despedir como deseaba. Siento que el último tiempo en el que estuvimos juntos te traté mal, y me enojé con vos por estupideces. Sé que no tenías la culpa.

Desde ahora el primer día de agosto se vuelve una de las fechas más importantes para mí.

Siempre vas a ser el mejor músico para mí, y espero que donde sea que estés tu guitarra esté con vos. 

Treinta y nueve años, toda una vida por delante y una familia que te amaba. Soy una de las que pasó menos años junto a vos, pero una de las que más te conoció y más te quiso. 

El dolor que siento nunca se va a ir. Pero yo no quiero que se vaya, porque de alguna manera siento que seguís estando junto a mí de ese modo.

Recuerdo que en algunas ocasiones cuando yo era más chica, hablabas dormido. Me acuerdo perfectamente  tus pesadillas en las que un tren se interponía en nuestro camino, y te llevaba prisionero. Recuerdo perfectamente tus gritos silenciosos y desgarradores en ese momento, diciendo que nos apuremos a subir al tren junto a vos o que lo perderíamos. En otras ocasiones, la cosa era al revés... No debíamos subir al tren, sino bajar de él.

¿Eso tendría algo que ver con lo que pasó ahora? Nunca voy a saberlo. Sólo sé que ahora en verdad  dejó de ser algo simbólico y se llevó tu vida, sin dejar que te despidas.

Nunca valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos, y ahora me doy cuenta de lo cierto que es esto.

Les doy un consejo. Aprovechen lo más que puedan a sus seres queridos y díganle constantemente lo mucho que los aman. Nunca saben cuándo pueden irse.