Prólogo

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Suena mi despertador del móvil. Al principio esa canción, con sonidos de cataratas, la veía como la melodía más apropiada para levantarme por las mañanas, pero ya le he cogido tal manía que resulta genial poderlo apagar y volverme a dormir para poder levantarme de verdad tras cinco minutos.

Ya son las 07:05 de la mañana y apago la alarma con odio, sabiendo que esta vez sí que me tengo que incorporar. Me visto con la ropa preparada sobre la silla del escritorio la noche anterior, y me pongo por último las sandalias apoyándome en la cama. Bajo con mi mochila y las dos maletas a la puerta de la casa y las dejo ahí. Voy a la cocina, doy un beso a mi padre y él me lo recibe con una sonrisa. Me sirvo una taza de café y pongo un hielo para que no tarde en enfriarse.

-Cariño, como es tu último día, te he preparado tortitas- dice mi padre con entusiasmo.

La verdad, nunca entenderé porqué se levanta siempre de buen humor.

-Jo de verdad gracias papi-.

Nos sentamos los dos a desayunar mientras me fijo en su barba de tres días y la mancha oscura que tiene en la camiseta de pijama, mientras me habla -la verdad, soy muy despistada-. Acabamos y mi padre me pregunta que a qué hora tenía que estar en mi destino, el campamento de verano de Brisbane. Le digo que pedí un taxi dentro de 20 minutos exactamente. Voy al baño y me lavo los dientes y la cara antes de pasarme el cepillo por el pelo y recogérmelo en una coleta alta. Meto todo en un neceser y salgo del baño dirigiéndome a la maleta para meterlo en ella. Quedan 5 minutos cuando termino de repasar todo otra vez. Subo corriendo y abro el cuarto pequeño de mi hermana Line. Se llama Caroline, pero desde que nació todo el mundo la llama así. Veo que sigue dormida así que me tiro sobre su cama y empiezo a saltar en ella riéndome hasta que me tira ella, con su mal humor al suelo. Ya no me río pero me acerco y le grito que se levante, hasta que se rinde y me hace caso. Le digo que me voy, y me da un abrazo enorme. La quiero un montón, y aunque a veces sea un bebé llorica de diez años, dos meses serán demasiados estando separada de ella.

-Prométeme que al menos me llamarás cada domingo.- me dice con pena.

-Te lo prometo- digo mostrándole el meñique para cumplir mi promesa antes de darle otro abrazo. - Y ahora, vuelve a dormir que son casi las ocho de la mañana y estamos en vacaciones. -

Le doy un abrazo y se recuesta mientras salgo de la habitación. Bajo las escaleras y me encuentro a mi padre con una sonrisa orgullosa y sincera. Me tiro a abrazarle y ese abrazo tan cálido se hace interminable, hasta que el claxon de un coche lo interrumpe.

-Ese tiene que ser tu taxi, cariño- dice él poniéndome pucheros.

-Lo sé, ¿Me ayudas a sacar las maletas? -digo mientras asiente.

Salimos y meto mi pequeña maleta junto a la grande que ha puesto mi padre en el maletero, y vuelvo a casa para coger mi bolsa de tela, en la que llevo todo.

-pásalo muy bien -Mi padre me da un último abrazo.

-Papá,sabes que no lo haré, he sido obligada a ir.-

-Lo sé, pero ya te he dicho mil veces el motivo, no te enfades. Ah, y toma-, me abre la mano y me pone un billete de 100 en ella- Para que te lo gastes en chuches - me guiña un ojo mientras abre la puerta del coche para que entre. -te quiero cariño.

- Te quiero papá.- digo mientras me cierra la puerta.

- A la estación de autobuses de Wynyard de Sydney, por favor - digo al conductor, que ni nos ha ayudado a subir el pesado cargamento. Simplemente asiente y arranca.

Va a ser un verano muy pero que muy largo.

Teen summer lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora