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Estas instalaciones son enormes. Me encanta todo. Está lleno de casitas de madera, y a lo lejos se ve una playa preciosa con arena muy clara y un embarcadero. Está atardeciendo, y eso hace que las vistas sean aún más bonitas. Está lleno de árboles y es perfecto. Se respira naturaleza, no como en Sydney. Hay poca gente, más bien no hay, solo monitores por que ya nos explicó Edmonds que hasta mañana por la mañana, en el campamento no comenzarán las actividades. Aria, que ya se conoce bastante bien el lugar, nos acompaña hasta una cabaña de madera oscura con la puerta color rojo chillón, y un poco apartada de las demás. Se sitúa en la mejor parte de la zona, por que está a los pies de la playa literalmente. Nos tenemos que quitar las deportivas y los calcetines porque la arena nos impide casi caminar, de lo fina que es. Por fuera, la casita parece pequeña, pero, una vez dentro es inmensa. Bueno, tal vez sea una exagerada, pero cada una tendrá su espacio. Hay seis camas, tres a cada lado de la habitación, y a los pies de cada una, una pequeña cómoda con el suficiente espacio para meter nuestras cosas. Lamentablemente no hay baño privado en la cabaña. Aria nos deja elegir cama y, por sorpresa, ella quiere dormir con nosotras. Escojo la que está al lado de la ventana. Emma está tan emocionada como yo, y decide colocarse a mi lado. Decido deshacer las maletas, y la mochila, y pronto me doy cuenta de que no me cabe toda la ropa. Cojo la maleta grande y hago un apaño; meter parte de la ropa en ella y la otra parte en la cómoda. Soy muy rápida pensando en soluciones. Estoy sudando un poco, así que cojo mi neceser, toalla, me pongo las chanclas y cojo ropa de recambio. Pregunto a Aria dónde están los baños.

- Es que necesito ducharme. Este viaje ha sido muy largo -, me excuso.

-Tranquila, ahora mismo te acompaño. Solo que los baños tienen un pequeño defecto; son mixtos.

Emma y yo nos quejamos a la vez, porque eso es muy incómodo.

-No pasa nada, siempre coincidiréis con los mismos. Cada letra tiene dos cabañas; una de chicos y otra de chicas. Nuestra cabaña es la ''D''. Y hay otra cabaña cercana que es de chicos. En medio de esas dos casitas, está nuestro baño. - explica como si se lo hubiera estudiado.

-Vaaaale, tú llévame y ya. - me quejo de broma.

Cuando llego, aprovecho que todavía no hay nadie, para darme una ducha en condiciones. Canto, me río cuando casi me resbalo, y disfruto de mi merecidísima ducha. De pronto abro la cortina para coger la toalla y un chico con una sonrisa enorme se me queda mirando. Estamos a medio metro y él me extiende la toalla para que me cubra el cuerpo desnudo.

Teen summer lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora