31. Gracias.

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—Y... ¿Te vas a quedar ahí sin hablar, solo respirar y mirarme?.–Pregunto como por... Ya perdí la cuenta de veces, al idiota qué horas atrás golpeo mi cara.

Si, admito, debería estar tratando de salir de aquí para arruinar su posibilidad de tener hijos, y luego escapar por comida, pero... ¡ESTOY TAN JODIDAMENTE ABURRIDA QUE ME VALE VERGA QUE SEA UN MATÓN!, aparte, ¡TENGO HAMBRE!

Y también después de creo pasar dos horas gritando, llorando, contándole chistes a la pared y tratando de liberar mis manos, pues... Me resigne a que no podre salir de aquí sin ayuda.

—Mira, ¿qué mierda quieres para qué te calles de una puta vez por todas?.–Hablo por primera vez en horas.

—¡Respondiste!.–Pego un mini grito.– perdón.– Sonrió.– Bueno, yo quiero muchas cosas, como...– hago una pausa.– Quiero comida, bañarme, ropa limpia, agua, y si me tendrán aquí durante mucho, pues, también quiero una cama y una almohada.– Todo sale de mi boca muy rápido.– ¡Oh!, y no cualquier comida, quiero pizza, una qué traiga de todo, y si no es mucho pedir, una tv, un DS, una compu, ¡lo qué sea!, de verdad siempre pensé qué un secuestro seria más divertido, con acción, sufrimiento, ¡Pero no!, dos cachetadas, unos cuantos insultos y ya, gran secuestro.– Suspiro.

¿Qué?, vamos, de verdad pensé qué estoy sería más emocionante.

—¿Te acuerdas qué esto es un secuestro?, no puedes tener lo que quieras princesita, voy a ver que te consigo para comer.– Se levantó de la silla y se fue.

¿Qué?, ¿eso es todo?, ¡SI VOY A MORIR HUBIERA PREFERIDO UNA MUERTE DOLOROSA NO UNA ABURRIDA!, me pregunto si ya se abran dado cuenta de que no estoy.

2 horas después...

Escucho qué la “puerta”, suena, pero aun así, sigo con los ojos cruzados mientras inhalo y exhalo.

—Toma.– Abro un ojo y observo una cosa espesa frente a mi.– ¿Qué mierda estas haciendo?

—Se le llama “relajarse”.–Vuelvo a cerrar los ojos.– ¿Qué es eso qué tragiste?, ¿vómito?

—Se le llama “Avena”.–Repite mi frase.

—Yo pedí pizza.– Abro los ojos y le clavó dagas con mi mirada.

—¡Comete eso!.– Grita.

—¡Yo quiero pizza!.–Me levanto y me acerco lo más qué las cadenas me permiten.

—¡QUE TE COMAS ESO!.– Se levanta y camina hacia mi.

—¡DIJE QUE QUIERO UNA JODIDA PIZZA!.– ¿Dije dagas?, porque creo son serpientes, cuchillos, flechas y demás.

—¡COMETE LA MALDITA AVENA NIÑA!

—¡TRAEME LA MALDITA PIZZA VIEJO!

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—Si... Con extra de queso... ¿Jamón?, espere un momento.–Retira el teléfono de su oído y voltea a verme.– ¿quieres jamón?

—¡Si!, y con papitas, ¡muchas papitas!.–Grito cómo una niña.

—Si, con jamón... Entendido... También con papas por favor... Ay, ¿sabe qué?, échele de todo y ya... Si, de todo... ¿Media hora?, ok.– Cuelga y tira el teléfono frustrado a una mesa que trajo minutos atrás.

Verán, accedió a pedir la pizza después de qué hable de todo durante no se cuanto tiempo, resulta que mi “secuestrador”, no tiene paciencia.

—Gracias.– Sonrió.

—Ni me mires, te quiero arrancar la cabeza ahora mismo, y si no lo hago es porque no me dejan.– Ruge pero algo de lo qué dice me llama la atención.

Don't care your sexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora