Prólogo

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En estos últimos dos años me había tocado vivir los momentos más duros de mi vida. Me arrancaron a la persona que más amaba en el mundo, Alma, mi hermanita. Era por quien nos desvivíamos con mis hermanos, fue como si el universo entero se desplomara sobre nosotros. No pudimos con tanto dolor y nos llenamos de odio...

Sin nada que perder decidimos vengar la muerte de Alma, y aunque nunca estuve de acuerdo del todo con ese plan, sentía que se los debía a mis hermanos. No podía abandonarlos. Así fue que llegamos al rancho Del Junco, y sin pensarlo, desatamos una guerra interminable.

En medio de esa pesadilla, conocí a Patricia, la mujer que me llevó al borde de la locura, por la que estuve dispuesto a sacrificarlo todo y, también, quién no dudó en tirarme como si fuera un trapo viejo cuando más la necesitaba.

Y como era de esperarse nada salió como lo planeado, mis hermanos cayeron en su propia trampa enamorándose de dos de las hermanas del Junco, Sofia e Irina. Y cuando todo el engaño salió a la luz terminamos en la cárcel.

Estaba destrozado por dentro. Allí apareció Beatriz quien me ayudó a salir adelante, me acompañó y me casé con ella por agradecimiento. Ella fue la única que me había hecho sentir valorado. Por primera vez tenía la certeza de que mi vida iba encausada. Sin embargo, de nada sirvió porque a ella también la perdí.

Desde su muerte me sentía tan miserable y vacío. Trabajar día y noche fue la única manera que encontré para sentirme útil... lleno, aunque fuera de forma superficial. Esa era mi vida, no cabía tiempo para nada más, ni siquiera para el amor.

Hoy se cumplían seis meses de mi presidencia y de la gran recuperación del banco. Se celebraba una fiesta en mi honor, y no pude faltar, habían invitado a todo el personal, a varios inversionistas y a los clientes más importantes del Financial Houston Banking.

Mientras tomaba abstraído una copa de vino la vi. No, no puede ser. ¿Era ella? ¿Andrea del Junco? ¿Qué hacía aquí? La tercera de las hermanas, la única que no cayó en nuestra trampa, y también la peor de la tres. La que no se cansó de humillarme y maltratarme mientras trabajaba en su rancho. Lo último que supe era que estaba en Europa, pero aparentemente había regresado. Era ella no había duda, caminaba entre las personas con esa elegancia que la distinguía. Prepotente y altanera. Bella y atractiva pero fría como un cubo de hielo.

Estaba seguro que su presencia no traería nada bueno, pero yo ya no era el mismo de antes y a como dé lugar me iba a hacer respetar.

El amor es fuerza - Samuel y AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora