Capitulo 2: Un Ángel

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Quien me iba a decir que esto algún día ocurriría. La señorita Andrea Del Junco acostada en mi cama. Si alguien me lo contaba, no le hubiese creído en mi vida. Pero... aquí estaba, plácidamente dormida. Después de que se desmayara en mis brazos en la fiesta por producto de una borrachera, no pude hacer otra cosa que traerla a mi rancho. Llevarla a su casa y que me viera Cayetana hubiera sido un desastre. Y a pesar de que ella fuera una bruja conmigo y jamás tuviera una palabra que no fuera un insulto hacia mí, no quería meterla en problemas. A veces me preguntaba, porque era tan condescendiente con ella, cuando debería odiarla como ella me odia, tratarla con el mismo desprecio con el que ella me trata a mí.

La miro. Tiene sus ojos cerrados, el rostro relajado, sus manos a cada lado de su cuerpo, ese vestido que marca por completo su figura, tenía un cuerpo espectacular, el cabello de costado le quedaba hermoso, un mechón contorneaba una de sus mejillas, sus labios estaban semi abiertos... parecía otra. Un ángel, nada que ver a esa mujer soberbia que no dudó en humillarme una y otra vez cuando trabajaba como obrero en su rancho. De solo verla cualquier hombre diría que era la mujer perfecta, menos yo que la conocía. Ni bien despertara volvería a ser la misma bruja insoportable de siempre.

Y al pensar en ello, recordé la fiesta y sus últimas palabras antes de desmallarse. Samuel, yo te quiero. Intenté autoconvencerme que había escuchado mal, pero era una tarea inútil, esas palabras habían sonado demasiado claras. ¿Será que lo dijo bajo efecto del alcohol? No me imaginaba bajo ninguna circunstancia ni en ninguna realidad paralela a Andrea sintiendo algo por mí. Por favor Samuel, la bruja enamorada de ti. Ya, basta de bromas.

-Samuel, ¿sigue dormida?- preguntaron. Era Soledad que traía una taza de café.

-Pues sí, profundamente...

- Te traje café, ¿quieres?- me ofreció y asentí- ¿Habrá tomado mucho? Ya se está haciendo tarde- se preocupó.

-Esperemos un poco más, y si no, llamaré alguna de sus hermanas para que no se preocupen- resolví.

-Me parece bien.

-¿Parece otra mujer, no? Toda tranquilita.

Soledad río.

-Es que tú no conoces todos los matices de mi niña. Ella puede ser un lobo y al mismo tiempo una oveja dulce e indefensa- sonrió al mirarla- Bueno cualquier cosa, me avisas ¿Si?- dijo y se dirigió hacia la puerta.

-¡Soledad!- la llamé instintivamente.

-¿Qué pasa?- regresó.

-¿Andrea siempre fue así? Digo, con el carácter que yo la conocí.

-Bueno, Andrea siempre ha tenido carácter fuerte pero con los años se ha endurecido un poco ¿Sabes? Pero yo creo que no hay nada que el amor no pueda remediar.

-Pobre para el que le toque, va a ser una tarea difícil entonces- bromeé.

-Samuel, ¿y tú porqué ahora me preguntas por Andrea?- me cuestionó.

-¿Yo? – me azoré - Por nada, me parece raro que una mujer tan joven lleve tanta amargura y coraje encima.

-¡Ay, Samuel! Mira, se despierta y te escucha- medio me retó entre risas- Bueno, voy a preparar la cena. Ya sabes que por cualquier imprevisto, me llamas- dijo y se fue rápidamente.

Tomé otro sorbo de café sentado a un costado de la cama, justo al lado de Andrea. No podía dejar de mirarla, como si no la hubiera visto ciento de veces antes, pero hoy era distinto. No sé si era la impresión de no haberla visto durante tantos meses, o qué. Lo único claro era que ahora no estaba gritándome, ni insultándome, ni mirándome de esa forma tan fría y tajante, estaba desarmada. Si quería podía hacer mi voluntad con ella. Era tan raro verla tan vulnerable. Quería protegerla, como la vez que la encontré borracha en el Palenque. ¿Es qué cómo podían convivir dos mujeres tan distintas en una sola?

Le acomodé el mechón de cabello que colgaba de su frente detrás de una de sus orejas. De repente me encontraba acariciando su mejilla, tenía una piel tan suave y delicada. Con la yema de mis dedos toqué sus labios, eran perfectos. Sentí ganas de besarla ¿Qué rayos te pasa, Samuel? Pero allí estaba, a centímetros de su boca.



ADELANTO

(...) -Que usted dijo algo muy interesante antes de desmayarse.

-Yo no recuerdo haber dicho nada- mentí. No podía ser que eso haya pasado verdaderamente, no podía haber sido tan idiota.

-Bueno, pero si dijo. Usted me dijo que me quería. (...)

***

Hola! Dejé el capitulo más temprano xq tengo un día cargado mañana! Espero les guste! Esto recién comienza, ya el cap que viene es bastante mas largo! jaja besos! :)

PD: Cualquier duda, sugerencia o lo que sea no duden en comentarme o mandarme msj, me gusta mucho leer lo q piensan y eso jaja ahora si, adios! 


El amor es fuerza - Samuel y AndreaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora