Estaba mi cuarto, frente al espejo acomodándome la corbata para ir al banco, cuando, de repente, alguien cruzó la puerta por detrás.
-Andrea- musité confundido al ver su reflejo y me di vuelta para comprarlo.
No podía creerlo. Era ella. Tenía el pelo suelto ondulado como siempre, una camisa blanca entallada y esos pantalones altos que marcaban sus piernas. En completo silencio se acercó hasta mí sensualmente, me haló de la corbata y acercó sus labios lentamente hasta los míos, apenas los tocó y se alejó dejándome con ganas de más.
A centímetros de distancia me sonrió mordiéndose el labio inferior, no lo resistí, corrí hasta ella y aprisioné su cintura contra mi cuerpo. La besé, pero no fue tierno y ni dulce, fue con locura y pasión. Mientras nos besábamos ella buscaba el borde de mi camisa y subía sus manos acariciando mi espalda. Entre besos la recosté sobre la cama. Se separó unos centímetros, me miró a los ojos, su mirada era profunda, llena de deseo, y se dirigió a mi cuello besándolo, mordiéndolo, volviéndome completamente loco. Como pude me deshice de mi camisa y la tiré en algún rincón de la habitación, al mismo tiempo ella se desabrochaba a uno a unos los botones de la suya. La quería ya, conmigo, sentir su piel rozando la mía.
-Andrea, quiero hacerte el amor- pronuncié excitado y atrapé su boca, sediento, desesperado como si no hubiera mañana.
-Samuel, Samuel- susurraba extasiada- ¡Samuel!- exclamó, pero esa no era la voz de Andrea.
Abrí los ojos, estaba en mi cama pero solo y con la mirada clavada de Soledad.
-¿Samuel, estás bien?- me preguntó preocupada- Mijo, parece que estabas teniendo una pesadilla- supuso mientras ponía su mano en mi frente - No dejabas de moverte.
Estaba sudado, agitado y desorientado. Acaba de soñar que estaba haciendo el amor, y con quien menos me imaginaba, la señorita Andrea. ¿Qué está pasando por tu cabeza, wey? Pero ¡Wow! Sea lo que sea, fue espectacular.
-¡Qué extraño! No tienes fiebre- se sorprendió Soledad y quitó su mano de mi frente- ¿Te sientes bien?- indagó aún intranquila. Pues sí, tuve el mejor y más insólito sueño de mi vida, pero no pienso decírtelo Soledad.
-Estoy bien- articulé como pude, creo que aún me encontraba en las nubes entre los brazos de Andrea. ¡Ya! ¡Parale, Samuel!
-Me alegro mi niño. Cuando te vi así me asusté, de seguro ha sido un mal sueño.
-Debe ser, pero no lo recuerdo- mentí descaradamente. Hice un esfuerzo sobrehumano para aclarar mi mente y poder incorporarme.
-Voy a mandar a que te suban el desayuno, ¿Irás a la oficina, hoy?- preguntó.
-No, hoy voy a quedarme en el rancho ayudando a Arturo con la cerca nueva - le informé más recuperado.
Luego de desayunar, aproveché a vestirme con ropa casual, era un alivio para mí no tener que usar traje, y conduje en mi carro hasta los linderos donde Arturo me estaba esperando.
-¿Cómo va todo?- le dije a mi hermano palmeándole la espalda.
-Pues vamos bastante avanzados, pero estoy seguro que ya va a caer alguien del lado Del Junco, para hacer problemas- intuyó algo ofuscado.
- No te preocupes, carnal, que si las cosas se ponen difíciles acá estoy para ayudarte- traté de relajarlo.
- Pues fíjate que no me equivoqué- dijo mirando al frente- Mira quien viene por allá- me advirtió señalando con su cabeza y me giré.
-Andrea...- susurré.
La vi a pocos metros de nosotros. Estaba montada en Diablo, se veía radiante. Las imágenes del sueño empezaron de repetirse en mi mente, al punto que quería jalarla de esa caballo, atraerla hacia a mí y besarle los labios. Ya contrólate y olvida ese maldito sueño. Me concentré en quitarme todas esas ideas de la mente o no iba ser capaz de mirarla a la cara.
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El amor es fuerza - Samuel y Andrea
FanfictionEn medio del odio y la guerra entre dos familias están ellos dos. Los que a diferencia de sus hermanos no se enamoraron, se "odian". Samuel Gallardo un joven soñador que es golpeado por la vida duramente se ve obligando a madurar y a convertirse...