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Tal vez ahora no lo tenía todo, pero tenerlo a él era como obtener la lotería. A pesar de las peleas o del rechazo de la sociedad podíamos seguir amándonos más que nada. Se que suena ridículo, somos jóvenes y ¿qué sabemos nosotros del amor? Créemelo, el amor es tan puto que no mide edad, ni tiempo y mucho menos lugar. Alguien que lo logró sentir quizás me entienda.

–¿Estás lista?-me preguntó Step tomando mi mano.

Asentí y ambos caminamos hacia el garaje de mi ahora antigua casa, lo abrí y ahí se encontraba un automóvil cubierto por una sábana blanca. Levanté ambas cejas.

–¿Qué tenga una sábana blanca encima significa que ya no funciona?-pregunté mirando a Step.

–Aún arranca, pero tiene unos defectos desde que tu mamá trató de usarlo-respondió- ¿Estas segura de todo esto?

–Nunca estuve más segura-murmuré dirigiéndome hacia el auto.

Tomé la gran sábana blanca y la hice a un lado. Miré al algo antiguo carro que tenía al frente y suspiré.

–¿Puedes sacarlo?-pedí- Yo esperaré afuera.

–Hailey, ¿cómo esperas que el auto arranque?-inquirió, lo miré confundida- No tenemos las llaves.

¿Siempre tenía que olvidar algo? Dios, no podía ser más estúpida, todo estaba casi perfecto, pero claro en mi vida existe todo menos perfección. Sentí el brazo de Step alrededor de mis hombros y acercó sus labios a mi sien.

–Deja de fruncir el ceño, sabes que no me agrada verte molesta-murmuró-. Podemos salir mañana a primera hora en tren.

Bufé. No teníamos tanto tiempo, por lo menos yo no, en cuanto mis padres se dieran cuenta que yo no estaba en mi habitación llamarían a todas las estaciones policiales posibles. O tal vez eso era lo que yo quería creer y ellos no harían absolutamente nada por mí. De todas maneras siempre había una posibilidad.

–Tengo que entrar a la casa-decidí. Step arrugó la nariz, esto no le parecía.

–Hails, solo son unas hor...-lo interrumpí.

–No me puedo dar el gusto de perder unas cuantas horas, ¿sabes lo que te harían mis padres si descubren que huí contigo? Te castrarían sin piedad-él alzó las cejas sorprendido-. No quiero que te dañen, Step. No me lo perdonaría nunca.

Está vez me giré para mirarlo completamente. Últimamente estaba más sentimental que nunca, solo sentía ganas de llorar y besar a Step, no podía dejar que mis emociones terminen desequilibrándome por completo, debía resistirme a mis impulsos o a las hormonas. Tengo una habilidad especial de sentir demasiado cuando no debería, y no sentir nada cuando debería. Step sonrió.

–¿No debería yo decir eso?-Step me cuestionó divertido- Yo soy el que debe decir ese tipo de cursilerías.

–¿Me estás llamando cursi?-traté, repito, traté de levantar una sola ceja. Step soltó una pequeña risa.

–¿Sabes qué llevas tratando de levantar una sola ceja por casi un año?-preguntó burlón mientras él levantaba una de sus cejas ¿cómo coño podía hacer eso?

–¡Deja de presumirme a tu ceja bien domada!-chillé no lo suficientemente alto como para que mis padres me escucharan.

–¿Qué? ¿Te molesta esto cariño?

Y así fue como Step volvía a mover una sola ceja y luego subía la otra a un ritmo extraño, sin darme cuenta yo también trataba de hacer lo mismo que él, pero ¡me era imposible! ¿Acaso alguien podía tener un poder que hacía mover a las cejas? Pues si era cierto, Step tenía ese poder a parte de ser un excelente besador.

Más allá de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora