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Los inefables dolores de cabeza no cesaban y no podia decir lo contrario a cerca de mi espina dorsal. Era inaudito. Deseaba ir por el camino fácil tal como desaparecer para evitar que mi cuerpo se desmoronara. Comencé a abrir los ojos, los cuales se hallaban pesados como un par de piedras sobre mis párpados. Llevé una mano a mi adolorida cabeza y observé el lugar donde me encontraba, era oscuro, pero no lo suficiente.

¿Acaso me encontraba dentro de una tienda de acampar? Lo cuál era extraño ¿Qué mierda hacía yo dentro de una?

Quité la manta que tenía sobre las piernas y con todo el daño de mi cuerpo, me levanté y choqué con el que se suponía que era el sustento de esta pequeña tienda, sin embargo caí en pleno instante soltando un chillido. No podia mantenerme en pie. Lagrimas de dolor se asomaban a mis ojos y en lo único que pensaba en ese momento era en mi columna y la extraña sensación de que se estaba quemando. Tal vez debería quedarme aquí y ahogarme en mis lagrimas de dolor ¿Eso sería posible? Cubrí mi rostros con ambas manos y mis palmas captaron algo anormal, magulladuras en mi rostro ¿Qué demonios? Estaba más pasmada que antes y ahora solo pensaba en salir de esta tienda que tenía unos cuantos huecos a los alrededores.

Cerré los ojos deseando que esto fuera tan solo un mal sueño, mordí el interior de mi mejilla por el insesante dolor de cabeza y de extremidades en general. Oí una voz cortar distancia hacía mi, el temor me invadio por completo ¿Qué tal si era algun carnívoro? O aquellos ovnis de los que tanto hablaban. La sangre se me subía por cada Segundo que pasaba, era un poco exagerada, pero no todos los días te encuentras en una tienda de acampar medio muerta. Miré a por todos los alrededores, era imposible esconderse en un sitio tan pequeño como este donde solo había una pequeña manta y si me disponía a salir corriendo lo más probable era que desfallesería en menos de lo que pienso esto.

Y la mínuscula entrada de la tienda se abrio dejando ver a una mujer no tan mayor, era de tez morena, pero tenía los ojos de un café muy claro, su larga cabellera era de un negro azabache, envidiable y en su rostro se veía preocupación. Retrocedí lo más que mi cuerpo lo permitio, la miraba con horror.

–Oh no, por favor, no temas–comenzó con una cálida voz, pero ella tenía un acento bastante geniuno.

–No me haga daño–supliqué con el poco aliento que me quedaba. Ella soltó una sonora risa mientras negaba repetidas veces con la cabeza.

–Te equivocas–ella se acercó a mi y yo temblé–. Quiero continuar brindandote ayuda.

–¿A qué se refiere?–pregunté atemorizada y confundida.

–Escucha, linda–ella acarició mi cabello y acto seguido retrocedí. Levantó su mano–, estos días no fueron los mejores para ti–trataba de encontrar las palabras adecuadas–. Pasaste por mucho y no estas en condiciones para seguir por tu camino.

–¿De qué está hablando?–estaba más que confundida.

–De tu condición física. No puedes irte de esa manera.

–¿Por qué estoy así? ¿Qué me hicieron?–hablaba bastante rápido, estaba atemorizada y sin entender lo que sucedía.

–El impacto debió desorientarte–susurró–. Deberías descansar, es bastante tarde y necesitas reposo.

–¡No!–chillé– Usted es la única que puede aclarar mi situación–murmuré–. No tengo ni la menor idea del impacto del que me habla.

Ella me miró con tristeza y unió sus manos para luego arrodillarse a mi lado.

–¿Cómo te llamas?–preguntó con ternura en la voz.

Abrí la boca y la volví a cerrar ¿Qué mierda me estaba pasando? Estuve tan sumida en el tema de mi estado físico que siquiera me detuve a pensar sobre mi misma.

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⏰ Última actualización: Oct 21, 2015 ⏰

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Más allá de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora