Vincent

6 3 0
                                    

Ese fue el día que me recordó por siempre que debía intervenir para acabar con la masacre que acechaba en esos tiempos, el día del entierro de Vincent.

Ese día llovió como nunca, las calles estaban encharcadas, y lo único que se escuchaba era la tormenta junto a las gotas de lluvia cayendo en el suelo y en los charcos de agua.

Me puse la ropa que él me dio el día que desperté en su casa, con sus grebas, y un ramo de rosas en un rojo carmesí que contrastaban con la oscuridad de ese día.

Fuimos todos al cementerio. La gente hablaba sobre sus asuntos, y yo, permanecí en silencio, mirando fijamente a las rosas, como si pudiesen hacerle revivir en aquel instante. Todos los que fueron al cementerio eran los habitantes de Semilla Ardiente, y algún que otro amigo que tuvo. Llegué empapado, pero las rosas, aunque estuviesen mojadas, seguían coloridas como nunca, como una ardiente vela en medio de la oscuridad.

Todos estábamos frente a su ataúd. Era negro, de madera, con acabados en rojo carmesí. Todos estaban en silencio, presenciando cómo el enterrador hacía su trabajo dejando caer el ataud poco a poco para enterrarlo. Me adelanté, y lancé las rosas encima de su ataúd, recordando cómo me dio la bienvenida y cómo me trataba como a su propio hijo, durante un corto tiempo, pero a la vez largo en mi mente...

Poco a poco, los que vinieron a ver el recuerdo de su último adiós, se fueron de vuelta a sus casas. Yo me quedé solo, con el frío de las gotas de lluvia cayendo sobre mi, pensando en por qué tuvo que morir, en por qué tienen que morir todos los que son más cercanos a mí, a los que quiero y la felicidad hacen que se despierte en mi interior, y jurando por todo que acabaría con los que le hicieron esto. En su lápida estaba escrito su nombre, en rojo, con una frase: "Incluso en los días más oscuros, sonreía".

Entonces, escuché pasos de alguien acercarse, y con una voz muy familiar, me dijo:

?: Era como un hermano para mi.

Me di la vuelta, y era Wosold. Me puso la mano sobre el hombro, y dijo:

Wosold: Él me enseñó todo lo que sé, e hizo de mí lo que soy ahora.

Esas palabras hicieron despertar una duda en mi, la cuál, tuve que aclarar preguntándole:

Yo: ¿Cómo que lo conociste?

Wosold dejó de mirar fijamente a la frase de la lápida y me miró a mi. Entonces, dijo:

Wosold: Antes de ser Rey, yo era de la antigua Élite. Vincent también era de ella, un gran mago. Yo iba escoltando al Rey de camino a Arcentias, y entonces, nos emboscaron. Vinieron soldados enemigos por todas partes, y le protegí como pude, pero cuando pensé que ya no quedaban más, uno apareció de la nada y le asestó una mortal estocada en el corazón. El asesino desapareció entre las sombras,y el Rey me miró, con una herida profunda y sus ropas ensangrentadas, y me puso su corona, esta misma que llevo puesta ahora, y sus últimas palabras fueron:

Rey: Protege a mi gente, y llevalos a la victoria y la libertad. Mi reino es tuyo, joven. Realiza las mejores decisiones para el pueblo, y serás un buen rey...

Wosold: Sus ojos se apagaron lentamente, yo, joven y asustado, asumí la responsabilidad. Vincent fue el que me ayudó en todo, pero, un día, dejó de pertenecer a la Élite y se retiró a aquella pequeña y apacible villa.

Tras haber escuchado su historia, nos fuimos de vuelta al castillo. Cuando llegué a mis aposentos, me senté en una silla de madera y me dediqué a mirar por la ventana la lluvia durante todo el día, hasta que me acordé del dibujo y el mapa que conseguí el día anterior. Los dejé sobre la mesita de madera que tenía frente a mí, y los miraba mientras divagaba en mis pensamientos y me hacía preguntas a mí mismo, como: "¿De dónde puede provenir?", o: "¿Qué o quién soy con estos poderes?"

Poco a poco, me fui quedando dormido sobre la mesa con el sonido de la lluvia chocando en las tejas, hasta volver a soñar con lo que siempre soñaba...

Yyvanor: La mentira del InframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora