Cuatro.

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En realidad, el trabajo de Harry no era lo más interesante, o al menos no lo era para las personas que trabajaban con él. Para él, vender casas era maravilloso, porque podía conocer personas y hablar con ellas. 

Ese lunes no fue nadie muy feliz para entablar una conversación, y el rizado sólo garabateaba un gato con bigote de Chaplin en un post-it. 

 — Oye, Harold —llamó Camila, su compañera— Te veo cansado, ¿quieres ir por un café? 

— Eso suena genial —sonrió, agradecido por la invitación de la chica— Pero trato de dejarlo, no me deja dormir bien.

Y era verdad. Muchas veces se había quedando mirando el techo sin una pizca de sueño, y se estaba hartando de ello.

Camila sonrió y se fue a la cafetería, pues quería ese café. No quería dormir, pues siempre que lo hacía, soñaba con unos ojos verdes que le producían insomio. ¿Para qué intentar dormir, si igual si iba a despertar?

Harry miró su dibujo terminado y lo pegó en el borde de la computadora con orgullo, cuando volvió su vista al frente vio un rostro familiar, unos ojos verdes, casi grises que se encontraron con los de él.

  — ¿Nick? —preguntó en confusión.

—  ¡Harry! —exclamó el chico de cabello oscuro— No sabía que trabajas aquí —rió nerviosamente.

—  Bueno, lo hago —respondió el ojiverde sonriendo— ¿Se te ofrece algo?

— Estoy buscando una casa más pequeña para mí —rascó su nuca— Ya sabes, estoy muy solo y soltero, no necesito tanto espacio.

Harry rió. ¿Nick le estaba coqueteando?

Nah.

 — ¡Encantado! —respondió el rizado con entusiasmo sacando un catálogo de su cajón y entregándoselo a Nick— A partir de la página nueve están los apartamentos, y a partir de la veinte están las casas, ¿necesitas que te asesore? 

El pelinegro, sonrojado a más no poder se sintió abrumado por la profesionalidad de Harry, asintió con la cabeza y siguió al menor por los iluminados pasillos.

— ¿Y... desde hace cuanto trabajas aquí, Harry?

— Un par de meses, pero me encanta —afirmó mostrando su habitual sonrisa— Soy el empleado del mes. Estoy muy orgulloso de eso.

El rizado se sorprendió a si mismo pronunciando esas palabras. Nunca se daba créditos o le contaba a los demás de sus logros. Frunció el ceño por un segundo y luego abrió una puerta que conducía a un amplio patio ocupado con mesas que cargaban maquetas de edificios.

—  Puedes mirar todo lo que quieras... —comenzó a decir Harry, cuando fue interrumpido por un chico de aspecto asiático que entraba acompañado una mujer bastante mayor y con cara de pocos amigos.

—  Harold, ¿una ayudita? —preguntó el chico con expresión cansada— Camila desapareció de repente y hay un chico allá afuera esperando, el resto de los empleados están almorzando.  

La chica anteriormente mencionada entró corriendo junto al chico asiático.

— Yo me encargo aquí, Harold, ve.

—  Nos vemos luego, Nick —dijo el rizado agitando la mano y saliendo de la habitación.

La desilusión se hizo presente en los ojos del mayor mientras observaba a su amor platónico alejarse.

                                                                                               ***

Liam y Louis llevaban sentados en una silla forrada en tela verde desde hace aproximadamente quince minutos y nadie llegaba.

— ¿No podemos hacer esto luego? —preguntó el más bajo, cansado de esperar.

— Entre más pronto, mejor —explicó el menor— Los vecinos me empiezan a dar miedo. ¿No los viste entrando esas bolsas negras a su casa? No, eso no es de Dios...

— Lamento mucho la demora —dijo de la nada un chico alto de cabello castaño, un poco rizado y de ojos verdes, un rostro simétrico casi en su totalidad— Mi nombre es Harry. ¿En qué los puedo ayudar? 

Louis, desde el bolsillo de Liam, se había quedado paralizado. ¡Era él! La inconfundible mezcla entre el Príncipe Encantador y Tarzán, simplemente hermoso. Comenzó a moverse, inquieto por la presencia del rizado.

— Soy Liam, un placer —se presentó— Estamos buscando un apartamento un poco más alejado de nuestra zona, sur de Londres. Sólo un apartamento pequeño.

Harry pensó en llevarlos a la sala de maquetas, hasta que agudizó el oído y pudo escuchar a una furiosa mujer mayor. Suspiró. Pobre Jung. 

— Les puedo recomendar un buen lugar, claro —dijo tomando un post-it y garabateando en él la dirección de su edificio para luego entregársela a Liam— No es muy lujoso, pero los apartamentos son de un tamaño razonable para vivir solo o con una mascota. 

— Suena perfecto —el castaño sonrió.

Acto seguido, Harry les enseñó fotos y todo el proceso de compra, haciendo un excelente trabajo al convencer a Liam. Cerraron el trato dos horas después.

— Ha sido un gusto —dijo el más alto con una sonrisa que dejó helado al pequeño Louis. 

"Es tan... bonito". 

De vuelta a casa el chico de ojos azules no pronunció ni una sola sílaba. Se sentía distinto, y no sabía si decirle a Liam sobre lo que le sucedía. Se sentía jodido.

Una vez en el apartamento, se sentaron en el sofá y se miraron, agotados.

— ¿Una partida? —preguntó Liam tomando el control del PS3.

— Tal vez otro día, Li —respondió Louis en un suspiro— Tengo sueño, ¿sabes? Estar dentro del bolsillo cansa —se apresuró a decir antes de que Liam lo atiborrara de preguntas.

El menor no dijo nada, sólo asintió y se dispuso a encender la consola.

"Y nos encontramos de nuevo, conciencia mía. ¿Me atormentarás de nuevo?".

"¿Es esto lo que llaman amor a primera vista?".

"¿Incluso si él nunca me ha visto a mí?".

" Puedo hacer que me vea...".

"Él me verá".

"No soy tan pequeño".

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ADIVINEN QUIÉN REVIVIÓ. Okay, vuelvo a presentarles mis disculpas, las más sinceras del mundo. Agradezco infinitamente a las personas que me escribieron para preguntar por qué no había actualizado, ol de lof. También me disculpo si el capítulo no es muy bueno, pero espero que les guste. 

With love, Cannxbal.

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Pulgarcito. \l.s\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora