Seis.

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Harry salió del trabajo a las seis y media de la tarde, como era costumbre, se acomodó la mochila en ambos hombros y subió a su bicicleta. Pedaleó directamente hacia su casa, estaba increíblemente cansado. Dejó la bicicleta en el estacionamiento y entró al edificio a paso lento, casi tropezando con una carretilla de mudanza que se encontraba en la recepción. Frunció el ceño, pero luego recordó que la dirección anotada en el papel para Liam era la de su mismo edificio. Esperaba encontrárselo en algún momento, era un buen chico, y no le vendría mal un nuevo amigo.

En efecto, mientras caminaba hacia las escaleras, chocó con el anteriormente mencionado. 

— ¡Eh, Liam, hola! —saludó efusivamente el rizado.

— ¡Harry! No sabía que vivías aquí —respondió el más bajo.

Bueno, todo el mundo era más bajo que Harry.

— Es un buen lugar, por experiencia propia fue que te lo recomendé.

— Se ve genial, ¿qué piso?

"Siete", pensó la criatura de pocos centímetros dentro del bolsillo de Liam.

— Siete —respondió el de ojos verdes— Seremos vecinos.

"Hola, tierra, ¿por casualidad no has pensado en tragarme?".

— Entonces supongo que nos veremos más tarde, debo terminar de entrar las cajas.

— ¿Te ayudo? 

"Dios, necesito que me lleves, no sé, ya".  

   La idea de que Liam y Harry se hicieran amigos le gustaba, pero le disgustaba a la vez a Louis. En cierta parte, le avergonzaba que su mejor amigo se enterara de que su crush era el vecino, y le daba miedo que Harry lo rechazara por su tamaño. La otra parte le decía que era la oportunidad de acercarse y conocerlo mejor. 

Pero vamos, Louis no creía que Harry fuera su primer amor. 

En primer lugar, el pequeño de ojos azules no sabía qué era el amor. ¿Lo más cercano que había visto a aquel sentimiento? Novelas, y ese antiguo novio de Liam, que al final no resultó siendo amor, sino blah, blah, blah. Larga historia.

Y en segundo lugar, y la excusa de siempre para tener alguna relación social, nadie lo iba a tratar como una persona normal. 

Liam y Harry tomaron las cajas restantes y subieron al ascensor mientras conversaban animadamente

— ¿Sería imprudente preguntar qué pasó cuando nosotros, digo, yo, llegué a la agencia?

— ¿Te refieres a ese revoltijo? —el rizado rió por lo bajo— Sólo una señora que quiso poner quejas, y se metió con el vendedor equivocado.

Liam no pudo contener una pequeña risa, él había tenido una mala experiencia con una viejita caprichosa hace algunos años. Louis lo recordaba, porque gracias a eso fue como se conocieron con Daniel, aquel chico que... blah, blah, blah.

Harry estaba feliz, no lo iba a negar. El castaño era agradable, muy educado y risueño. Pero no le gustaba, sentía que alguien más merecía a Liam, además, ¿y si era heterosexual? ¿Homofóbico? Esto lo inquietaba, más no fue una gran preocupación en los minutos que hablaron.

Dejaron las cajas en el apartamento apenas amoblado de Liam y se despidieron un tanto tímidos, apenas agitando la mano derecha.

                                                                                                  ***

 — Así que, ¿qué tal Harry? ¿Un buen chico?

 — Sí, es una buena persona —dijo Liam despreocupadamente mientras terminaba de armar la mesa del televisor.

Pulgarcito. \l.s\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora