Capítulo 2: La familia Westergaard.

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Esta es la historia de mi vida, pero tranquilos, es una historia muy interesante, y la verdad es que no toda es mía, al menos al principio.
Todo empezó como cabía esperar, en un castillo, y en esta ocasión, una boda. El Rey Malkolm Westergaard de las Islas del Sur se casó con la princesa Anneliese. Él era un tipo alto y corpulento con una gran barba negra y carácter fuerte, o eso me han contado, por otro lado, ella era mucho mas cariñosa, dulce, con una melena pelirroja y quien hacía que el rey fuera mucho mas amable. Para que no os perdáis, son mis padres.
Mi tío, Brian Westergaard, y descendiente de misma sangre de un antepasado mío algo reconocido aunque su historia fuera de hace mucho tiempo, Hölger Westergaard, parecía estar interesado en mi madre mucho antes, o eso me dicen mis hermanos mas mayores, la verdad es que los actor que mas tarde se suceden no me desmienten que esto fuera real.
Pasaron los años, no muchos, yo diría que incluso meses, y mis padres tuvieron su primer hijo. ¿Sabéis quién es? La verdad es que todos los de aquí lo saben. Klaus, el actual rey.
Klaus recibió todo tipo de cuidados y atención siendo niño, no le faltó de nada. Amigos, diversión, protección, y un futuro prometedor. Era la alegría de las Islas.
Pero no fue la única, pocos años después tuvieron un segundo hijo, y os adelanto que no fue el último, hay un gran número de príncipes hasta llegar hasta mí. Viktor fue el segundo, ahora él debía ser el antedido, pero mi padre tenía mucho trabajo y aunque estuviera con ellos en sus ratos libres, no siempre podía, madre sí lo hacía, pero en algunos momentos no era necesario que ella estuviera. Los dos tenían el pelo castaño oscuro, muy parecidos a su padre. Klaus era el mayor y ya podía valerse un poco por sí mismo, y era el mejor amigo de Viktor, siempre lo han sido y probablemente siempre lo serán...
Llegamos al tercer hijo, Nikolaus. Nikolaus siempre ha tenido una extraña obsesión con los barcos, desde siempre le han gustado, y en los viajes era el primero en subirse a uno. También, pese a ser el menor de los tres, era el mas insistente en seguir el protocolo de un príncipe aun a su temprana edad. (cuando ya tenía conocimientos básicos, claro)
El cuarto de mis hermanos era completamente contrario al tercero. Fredbjorn no era de esas personas que siguieran el protocolo al pié de la letra, consideraba que la vida de un príncipe era aburrida y muy rutinaria. Siempre ha querido distraerse con algo, en su niñez eran cosas buenas, ahora... Bueno, ya lo sabréis mas adelante.
El número cinco era demasiado perfeccionista y algo... repelente. Mas repelente que el resto quiero decir. Alexander adoraba la perfección y verlo todo limpio, ordenado y planificado. Si algo no estaba en su sitio, lo colocaba y regañaba a quien tuviera mas cerca, que en ocasiones solía ser yo. Tenía alergia a los animales, por lo que no se mantuvo muy cerca de otro hermano mío que nacería después.
Después está Andrew, el número seis, él... bueno, para que negarlo. El mas guapo, perfecto, creído, e insoportable. Tuve que aguantar muchas cosas y pasar por otras peores, me ha hecho daño y... ya os contaré.
Grant es el número siete, digamos que es el mas maduro, o el que mas maduro se cree, no soportaba que Andrew tuviera esas prioridades siendo un príncipe, ni Fredbjorn, les insistía en madurar, a todos. Pero ellos eran mayores... yo no.
William, el séptimo, es tal vez de entre todos mis hermanos, el mas aventurero, le encantaba vivir aventuras exóticas. Me contaba un montón de historias, aunque ahora me doy cuenta de que algunas no eran reales. ¿Pero sabéis qué? Lo último que he vivido me demuestra que no lo vio todo.
Y ahora llegamos al hermano del que os hablé, Linus ocupaba el noveno puesto en la línea de sucesión, y le encantaban los animales, siempre le han gustado y de hecho, a mis siete años me regaló algo muy especial, pero como casi todo, ya llegaremos a esa parte. Alexander y su alergia no soportaban estar cerca de sus animales, aunque algo me dice que el miedo tuvo algo que ver. Le encantaba leer e interesarse por la fauna, existente o extinguida, William dice que el mundo no estaba en sus libros, sino fuera del castillo. Pero esta vez creo que Linus conocía mas cosas que él.
Después llegamos a... la parejita. Los gemelos Damien y Derek, el décimo y el décimo primero. Qué decir de ellos, siempre se tuvieron el uno al otro y buscaban diversión conmigo... Lo único gracioso es que yo nunca me divertía... Solían bromear con sus nombres jugando con su calcada apariencia, pero yo sabía quien ere quien... Damien ordenaba, Derek realizaba.
Y por último, Robert, amante de la música aunque nunca me dejara tocar sus instrumentos, se llevaba muy bien con Damien y Derek. Tanto que jugaron conmigo a un juego muy 'divertido' durante tres años...

Pasó el tiempo, no mucho, y la reina Anneliese volvió a quedarse embarazada aunque como ya era de suponer, no pilló a nadie por sorpresa. La noticia no fue algo que se comentara a lo largo del pueblo y los doce hermanos tampoco esperaban con gran ansia el nacimiento, si acaso los mas jovenes, pero no era la gran novedad del momento. Pasaron los nueve meses y la reina estaba a punto de dar a luz, pero surgió un imprevisto, el rey se puso gravemente enfermo. Se desconoce la enfermedad que controló su cuerpo, pero indudablemente lo hizo.
Todo el pueblo salió a la calle en busca de un milagro, una flor dorada mágica, o eso me ha parecido oír hace relativamente poco, no sé si en ese momento era eso lo que se buscaba, pero aquel milagro no llegó. El rey Malkolm falleció en una fría noche de invierno, las Islas del Sur perdieron a su rey. Su entierro se realizó bajo la lluvia, asistió muchísima gente, aunque solo destacaron mis doce hermanos y mi tío Brian, el cual no estaba casado y por supuesto no tenía hijos, lo que hizo que no hubiera mucha mas gente. ¿Mi madre? Estaba dando a luz al décimo tercer príncipe. Pese a haber perdido un rey, habían ganado un príncipe, pero ya había muchos mas, no iba a ser yo diferente y mucho menos, mejor que otros.
De un día para otro pasaron todas estas cosas, mi madre decidió llamarme Hans, al igual que su abuelo, aunque si os digo la verdad es el único dato que tengo de él.
Mi madre tiene un recuerdo bastante agradable de aquellos días oscuros, lo que hace que también sea un recuerdo mío. Recuerda como las doce cabezas de los demás se asomaban para ver el interior de una amplia cuna, donde se hallaba un bebé recién nacido, un bebé muy pequeñito (el tamaño normal, pero no dejaba de serlo) con unos preciosos ojos azul verdoso (que como todo el mundo sabe, con el tiempo van adquiriendo un color mas definido) y un pelo pelirrojo, que aunque poco, se apreciaba el color.
-Bienvenido a nuestro pequeño mundo, hermanito nuevo. -dijo un hermano, mientras otros tantos empezaban a curiosear y a mirar a aquel bebé.
¿Sabéis quién es? No hace falta ser un genio. Está claro, yo, el príncipe Hans de las Islas del Sur.
El pequeño Hans empezó a reír mientras se metía un dedo en la boca y observaba a todos con atención, especialmente a su madre, que también le miraba ahora. Me dijo que mi sonrisa fue la única aportación de felicidad durante aquellos días.

Ojalá hubiera sido siempre así...

Hans Westergård.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora