Capítulo 10: La otra cara del príncipe. (Epílogo)

422 29 18
                                    

Aquella mañana Hans durmió horriblemente mal, apenas pudo conciliar el sueño a causa del frío y todas las circunstancias que acontecían en su cabeza. Pudo descansar, aunque no tanto como hubiera querido. El príncipe se encontraba frente a un gran ventanal, ya vestido con su traje grisáceo, contemplando aquella versión tan fría y blanca de Arendelle. Cierto era que desde un punto de vista podría ser un paisaje precioso, seguro que en la época del año adecuada nadie dudaba de ello, pero era pleno verano, aquel invierno no llegó de forma natural, sino de un modo desconocido y para el que nadie estaba preparado.

La mirada de Hans hacia el fiordo era de total duda y decepción, reflejados ambos en una mueca de seriedad. Ya no había lugar para aquel cálido aroma veraniego, ni para los verdes paisajes decorados con la luz del sol, todos aquellos colores y aquel ambiente del pueblo habían sido consumidos por un invierno que parecía eterno, pues no se detenía, incluso parecía ir a mas. El príncipe tenía varias opciones en la cabeza para acabar con ello y volver a traer tanto a la reina y el verano devuelta a Arendelle, y prefería no mirar otras opciones en aquel momento.

Hans trató de adoptar un rostro algo mas tranquilizador de cara al resto de personas, aunque por dentro no fuera así. Fue cuando entró al gran salón, el lugar donde la gente acudía a por abrigos y comida caliente, los criados parecían sorprendidos de ver a tanta gente allí, pues aunque dada la situación fuera lo mas normal, no se habían acostumbrado a ver a tanta gente en el interior del castillo después de tantos años.

-¿Todo bien por aquí? -preguntó Hans, acercándose a los príncipes de Corona, pues por un motivo u otro, es con los que mas contacto había mantenido.

-Sí, todo bien, alteza. ¿Se sabe algo de la princesa y la reina? -preguntó Rapunzel, pues temía mas por la seguridad de sus primas que por la suya propia, aunque el príncipe parecía desconocer que ella era parte de su familia, quizás se mencionó alguna vez en su hogar, pero no fue un detalle que Hans tuviera muy en cuenta al parecer.

-No, no hay noticias... Si al mediodía todo sigue igual, me veré obligado a marchar con un grupo de hombres en busca de la princesa al menos, y con ella aquí, ya trataremos una forma de buscar a la reina.

-''¿Bien? ¿Qué estamos bien ha dicho?'' -pensó Eugene, el cual había bebido demasiado de aquel vino caliente que se había puesto al servicio de quien lo necesitase y se le empezaba a notar en su forma de actuar. -No, no estamos bien, por si no te has dado cuenta estamos congelados.

-Yo... -intentó disculparse Hans, pero ninguna disculpa salió de su boca, pues él estaba pasando por la misma situación, o incluso peor.

-Lo siento, mi marido ha bebido mas de la cuenta. -se excusó Rapunzel con una risa floja a la vez que dirigía su mirada a Eugene. -Compórtate, Eugene. No seas grosero.

-¡¿Grosero yo?! ¡No soy yo quien ha congelado todo el fiordo! -la mirada del príncipe de Corona se notaba cansada y hasta cierto punto, bastante indignada. Cierto que la mayoría estaría sufriendo igual que él, pero el alcohol no dejaba nada en el pensamiento...

Rapunzel puso los ojos en blanco soltando un suspiro, mientras Eugene cogía dos capas que Hans tenía en sus manos, casi tan rápido que pareció un movimiento brusco, pero por suerte para la chica, su marido se dedicó a ponérsela y guardar silencio mirando para otra parte.

-Si sabéis algo, háznoslo saber, por favor. -rogó Rapunzel, a lo que Hans asintió sin duda alguna para después retirarse. Entendía que hubiera preocupación por la princesa y la reina, pero a falta de saber su relación con Corona, creía que aquella princesa de pelo corto y moreno se estaba preocupando demasiado.

Pasadas unas horas, el príncipe Hans se decidió a salir al pueblo para repartir capas y atender a aquellos que lo necesitasen, para ya de paso informar de la disponibilidad del castillo a todo el mundo, todo ello acompañado de otros dos hombres.

Hans Westergård.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora