Capítulo 4: Risas y lágrimas.

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Había llegado el día, el día en el que las Islas del Sur tendrían un nuevo miembro en la familia. La reina estaba siendo atendida en aquellos momentos para el inmediato parto, solo era cuestión de minutos, quizás horas, para que el nuevo bebé naciera. Hans era el que mas ilusión tenía, en verdad todos estaban esperando la llegada, pero sin duda, él el que mas. El pequeño príncipe de tres años recorría el castillo de arriba a abajo, de vez en cuando veía a alguna criada caminar de una habitación a otra, pero poco mas. No había rastro de sus hermanos, hasta que se fijó por una de las ventanas. Estaban todos en los jardines, o al menos casi todos.

Hans fue corriendo, hasta el punto de tropezar en mas de una ocasión, con el fin de llegar hasta ellos.

-¿Ya ha nacido? -preguntó Hans.

-No seas bobo, ¿cómo va a nacer aquí? Aún están en la habitación. -aclaró uno de ellos.- Ya debe de quedar poco.

-Seguro que hago se interese por el mundo de los barcos y recorre largas distancias conmigo. -dijo Nikolaus, en un tono de especulación.

-Para nada, lo mas seguro es que se una a nosotros. -propuso Damien.- ¡Seremos el equipo de tres!

-Eso, o también puede conocer chicas conmigo. -mencionó Andrew, como si supiera exactamente los gustos y el sexo de la criatura.

-Ya, pero... ¿Y si es niña? -preguntó Linus, dejando a todos los demás con la duda en el aire, todos menos Hans.

-Si es niña, la cuidaré como su hermano mayor y será mi mejor amiga.

Todos se quedaron en silencio, algunos sonrieron, otros se encogieron de hombros, y el mayor de los hermanos aparecía por la puerta hacia los jardines.

-Y además serás un prodigioso vidente. -comentó Klaus mientras les miraba a todos con una sonrisa que parecía indicar buenas noticias.

De pronto todos acudieron al interior del castillo, menos Hans, que se había quedado mirando a Klaus casi estupefacto ante la noticia.

-¿Qué te pasa? ¿No quieres ver a tu nueva hermana? -preguntó Klaus, con media sonrisa entre sus labios, a lo que Hans asintió con mucha ilusión, corriendo tras sus hermanos.


La habitación estaba en silencio, con el blanco como color principal en casi todos los rincones, Hans había estado muchas veces en aquella sala, pero por alguna extraña razón, en aquel momento parecía diferente. Todos los hermanos, excepto Klaus y Hans que llegaban los últimos, se encontraban alrededor de una cama, en la cual madre e hija estarían descansando pues un sonido producido por el pequeño bebé se escuchó. Hans miró a Klaus nervioso, como rogando si ya podía ir a ver a su hermana, él asintió con una sonrisa, era muy característico suyo: Una sonrisa del hermano mayor.

Hans se acercó a la cama, se notaba que su madre estaba muy cansada, pero podía sonreír, aunque en lo primero que se fijó fue en la pequeña criatura. Una niña con los ojos semi cerrados miraba poco a poco cada rostro que tenía frente a ella, hasta fijarse en el de Hans, el que tenía mas cerca.

-Te presento a Shira, Hans. -dijo su madre, mientras Brian ponía una mano en su hombro realmente orgulloso.

-¿Shira? Me gusta. -respondió el pequeño príncipe, mientras veía como la diminuta mano de su hermana trataba de agarrar uno de sus deditos, y cuando lo hizo, un extraño calor se apoderó de su mano. -Yo soy Hans, soy tu hermano mayor y seguro que nos divertiremos mucho.


Pasaron dos años, y poco a poco el castillo fue adquiriendo en muchas partes mas ruido, risas y... travesuras.

Hans Westergård.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora