Mi deseo en el día del niño

418 17 3
                                    


Yo lo vi y entonces comprendí que no todo era dulce o salado. También existía lo amargo. Que no todos podían usar zapatillas del color que querían, algunos debían limitarse a verlas a través del cristal de alguna tienda mientras sus pies perdían calor hasta igualar la temperatura del piso. Que no todos podíamos llamar con alegría a nuestros padres o renegar con ellos porque no nos compraron ése regalo que tanto queríamos. Algunos, simplemente no podían siquiera llamarlos porque no sabían dónde ni en qué trayecto de la vida los habían perdido.

Lo vi y entonces todo lo que conocía perdió el brillo que tenía. Porque si un alma como aquella no era capaz de tener siquiera un par de medias, entonces éste mundo estaba por demás perdido.

Aquel niño cuyos cabellos habían crecido exageradamente, se le habían hecho un manojo de rulos que definitivamente con ningún shampoo podría arreglarse, porque sería una maraña aún peor si tan sólo se lo intentaba peinar. Su cabello castaño cobrizo había perdido su vitalidad, ahora opaco al igual que su rostro cubierto de tierra hacía que su piel morena fuera aún más oscura, ocultando bajo aquel manto de polvillo alguna de sus características pecas.

Pero sus ojos, marrones claros seguían igual. Bordeados por alguna lágrima nocturna que desagotaría alguna que otra pena desde lo más profundo de su corazón.

La primera vez que lo vi fue hace un par de semanas atrás. Estaba frente a la fuente principal de la ciudad, los juegos de luces junto al circuito de hilos de agua hacían un show increíble que lo tenían cautivado. Esa noche, no vi a aquel vagabundo de mi misma edad. Vi a un compañero de clases que hacía muchísimo tiempo no sabía de él.

¿Por qué lo recordaba? Fácil, era el bravucón de la clase. El sólo verlo, me provocó pánico. De no ser porque mi hermana me sujetaba de la mano hubiera salido corriendo disparada hacia cualquier otro lado con tal de que no me viera por allí cerca.

Tuve la mala suerte de que se sentara detrás de mí en clases. Como la maestra lo quería cerca de su escritorio, pero no tanto, terminó obligándonos a que intercambiáramos lugares y yo quedaba siempre haciendo sanguchito entre la maestra y él. Y por lo de sanguchito, lo digo literal. El muy mal llevado solía empujar su mesa contra mi silla sin dejarme lugar a nada, por lo que siempre quedaba agarrotada entre mi propia escritorio y mi asiento. Apenas podía respirar de lo apretada que estaba. Para colmo de males, siempre esperaba a que la maestra se diera la vuelta para fastidiarme. Tirarme el pelo, sacarme hojas del cuaderno, llevándose algún que otro lápiz. Era todo un problema. Nadie se salvaba de sus bromas de mal gusto. Nadie. Ni siquiera la misma maestra que ya no sabía cómo controlarlo.

Pero al sentir que tiraban de mi mano, me di cuenta de que mi hermana no entendía todo lo que por mi mente atravesó en cuestión de segundos. Mientras ella se reía por causa de mi reacción, regresé de mi viaje al pasado a través de mis pensamientos y paseé la mirada hacia aquel matón y volví a ver a un niño y no al vagabundo que mi hermana notó que le dirigía mi atención.

Entonces, su imagen de fanfarrón se desvaneció y sólo quedó un chico igual que yo, contemplando aquel juego de luces con hilos de agua que hacían una danza en perfecta sincronía maravillándonos a todos con su simpatía.

De pronto, todo a nuestro alrededor se esfumó y sólo podía verlo a él, sus ojos recuperaban su entusiasmo, algo me decía que había pasado mucho desde la última vez que vio algo que lo cautivara de ésa misma manera.

Ésa fue la primera vez que lo veía como a una persona y no como a un pendenciero dispuesto a repartir puños indiscriminadamente.

Después de ésa noche, volví a pasar por la fuente un par de ocasiones más. Pero no lo encontré. Creí que me sentiría aliviada, ya no tendría que lidiar con él ni ocultarme en caso de verlo de nuevo. Sin embargo, dentro de mí hubo cierta decepción que no pude evitar. ¿A caso... quería verlo?

Cuentos para pensarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora