El secreto mejor guardado

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Hoy entendí algo. Creo al menos que he captado en cierta forma cómo obra Dios a través de nuestras experiencias.

Él nos conoce mejor que la palma de su propia mano.

Él fue quien una vez decidió crear a nuestra raza y sin esperar nada a cambio lo hizo.

Nos dio la vida y nos dio las experiencias para ser testigos de su divino poder.

Podemos cuestionar su existencia, pero jamás negarla.

Él está allí siempre.

Aunque no lo veas, sabes que lo sientes.

Aquella persona que niega a Dios, niega su propia existencia.

Hoy entendí un fragmento de todo su misterioso silencio.

Ha obrado todo este tiempo y yo lo veía, pero no fue hasta hoy que al fin caí en la cuenta de lo que realmente me quería dar a conocer.

Las personas, cada uno de nosotros, somos diferentes. En todos los aspectos que puedas encontrar somos distintos. Así es nuestra naturaleza, la variabilidad genética nos ha hecho ése favor, pero es en realidad nuestro interior el que realmente nos hace diferente con respecto a nuestro par. Porque así como existen los gemelos que son dos personitas maravillosamente iguales, hay dos almas idénticas en cuerpos totalmente diferentes.

No es que sea un gran misterio. Lo vivimos a diario, gente.

Hay personas con las que nos llevamos de maravillas y otras que no tanto, otras a las que preferimos sacar volando de nuestras vidas y otras a las que ni locos le cerraríamos la puerta de nuestro corazón.

Dios obra de maneras misteriosas. Pero no puedo dejar de pensar en aquella frase que dice: "Dios los cría y el viento los amontona." Porque más cierto imposible.

Nos caen bien aquellas personas con quienes tenemos intereses en común pero no es por eso nada más. De lo contrario, nos caerían bien todas las personas que nos conociéramos en este mundo. La verdad está por otro lado.

El secreto está en nuestro ser interior, en nuestra propia alma. Ella lleva los recuerdos que nuestra mente no es capaz de procesar y que el corazón logra descifrar de a poco y a gatas puede amortizar una pizca de la verdadera y potente información que aún lleva consigo.

Las experiencias por las que nos hace pasar Dios no son coincidencias. Tienen un significado tan fuerte del que ni somos capaces de darnos cuenta. Pero sí me percaté de un detalle. Creo que al final entendí por qué a veces las personas se contentan con sus propios errores. Algunos muy groseros pero ése no es el caso, no estamos aquí para juzgar.

Dios quiere que nos llevemos el mismo conocimiento de ésta vida. La vida de un ser humano es diferente a la de cualquier otro. Porque algunos vienen al mundo sabiendo ciertos detalles, que aunque a veces parezcan sonsos, créanme, Dios es capaz de mandarte a la Tierra sólo para que lo aprendas... Por eso algunas vidas son tan cortas... Porque cuando aprendes ése mismísimo detalle que te trajo a este mundo, regresas a donde realmente perteneces...

Somos la transición de nuestros propios conocimientos.

Vinimos a aprender eso que Dios necesita que sepamos valorar, cuidar y respetar. Ya sea para conquistar nuestros miedos o para aprender a tenerlos. Somos el misterio más grande que existe en el planeta Tierra, somos hijos del mismo Padre.

El camino que recorremos en esta vida lo podemos recorrer negando su compañía constante. Podemos olvidarnos de él al atravesar momentos difíciles. Podemos seguir sin dirigirle nunca más la palabra. Pero eso sería fácil. Lo difícil en verdad, es no darle jamás la espalda. Lo más difícil de todo es confiar y estar seguros de que Él está a nuestro lado y que no nos dejará jamás.

Algunos deciden recorrer el camino fácil... Pero están los valientes, ésos que no temen decirle al mundo que llevan el corazón abierto y que están dispuestos a recorrer el camino de la vida a su modo y que desean hacerlo con Dios a su lado, sabiendo que está allí, aunque no lo veamos. Sabiendo en lo más profundo de nuestro corazón que Él sí está, y eso, amigos míos, es lo que realmente importa.

Aunque a veces nos cueste creerlo, debes saber que él está allí... y sólo para ti...



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