Historia de Infancia

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Antes de comenzar esta historia, déjenme contarles un pequeño cuento...

Una chica de buena voluntad, responsable, inteligente, delicada y de aspecto considerablemente normal, no era hermosa, pero tampoco alguien a quien pudieras llamar fea... o al menos así la veía la gente. Hime era ese tipo de chica al que tu le dices "una vez que te conocí, me di cuenta que mi primera impresión de tí era errónea". A diferencia de lo que la gente ve, Hime era una persona egoísta y a la vez un poco amable, no era muy responsable por su tendencia a olvidar todo, era inteligente, pero en sus áreas, como todos los demás, no era delicada, o se podría decir que no le gustaba serlo y si te la encontrabas fuera de la escuela, te darías cuenta que su gusto en la vestimenta no va nada con la personalidad que la gente dice que tiene, lo mismo va para su gusto musical, que era exageradamente amplio a excepción de algunos géneros, ya que amaba la música.

Desde que tiene memoria, Hime ha sido presionada por las expectativas que la gente tiene sobre ella, creando con el tiempo una máscara al que ella llama "mi otro yo" o "mi personalidad falsa", esta máscara cumple con todas las características que la gente ve en ella y terminó por volverse una parte de ella, dificultándole el mostrar su verdadero ser a los demás.

Una vez, cuando tenía 8 años, Hime se encontró con un gato negro abandonado. Como cualquier persona, ella a escuchado que los gatos negros dan mala suerte, pero ella no es una niña supersticiosa y decide ignorarlo.

- Que lindo gatito eres, me gustaría llevarte a casa, pero mi mamá no me deja tener animales- poniendo una leve sonrisa en su cara empieza a acariciar al gatito.

El gato, saliéndose de su caja, se acomoda en sus regazos, y como se esperaba de ella, no pudo negarse y lo mantuvo en sus regazos, haciéndole cariño sin darle importancia al paso del tiempo.

No sabía cuánto tiempo llevaba ahí, lo único que sabía es que le había agarrado cariño y no podía simplemente dejarlo ahí.

- Espera aquí un momento- diciendo esto ella quitó cuidadosamente al gato de sus regazos y salió corriendo, para volver con un pequeño plato con un poco de atún en él.

- Ten, debes tener hambre- dijo mientras le ofrecía el plato al gato con una sonrisa amable.

Ya para este punto, debe ser más que obvio que a ella le gustaban los gatos, y basándose sólo en eso y en el aprecio que le tenía al gato, decidió cuidar de él en secreto, una desición que a su edad no sabía que se clasificaba como egoísta.

El tiempo pasaba, y ella quería más y más al gato, llegando a tener la tendencia de hablar con él, como si le fuera a contestar.

- ¿Sabes? Hace poco empecé el tercer grado, en unos días cumpliré 9 años. Como todos los años en mi escuela me llaman nerd por mis notas, tal vez si no hablaran tanto en clase podrían sacar las mismas notas- pasaba el rato contando su vida diaria mientras jugaba o mimaba a aquel gato negro.

- Hoy en la escuela me di cuenta que "mi otro yo" es la que es amiga de mis amigas, a ellas les agrada "mi otro yo", si lo pienso de esta manera, ¿alguna vez he tenido amigas? ninguna de ellas sabe quién soy, qué me gusta, cómo me comporto, y no creo que les importe, porque siguen hablandome del chico que les gusta, la ropa que está de moda, el chico guapo de la clase de al lado, estos temas se están volviendo tediosos, no entiendo como pueden hablar de eso todos los días-

Los años seguían pasando y ella se volvía una chica cada vez más pensativa, dándose cuenta de su propia soledad, terminaba hablando de sus problemas y pensamientos con el gato.

- Ya estoy en cuarto grado, este año estoy en una escuela diferente, así que traté de ser quien soy realmente desde el primer día... terminé usando la máscara otra vez- con una mirada triste decía esto- no sabía que era tan difícil, se siente como si me estuviera quitando el muro que me protege, me siento insegura, ¿qué pensarán de mí? no dirán que soy rara ¿verdad? Ese tipo de pensamientos llegan y termino usando la máscara, para este punto es obvio que este año no tendré verdaderas amigas-

- Hoy mis amigas me preguntaron que quién me gustaba, cuando respondí que nadie me vieron con ojos extraños, entonces me preguntaron como era el chico que me gustaba antes, y respondí que nunca me ha gustado nadie, entonces me vieron aún más raro y creyeron que les estaba tomando el pelo, ¿en serio es tan raro que no te guste nadie?-

- Cada vez me siento más sola, mis amigas se sienten distantes y yo misma me estoy hartando de usar una máscara, pero si me la quito ahora le desagradaré a la gente, no es una buena idea...-

Cada vez que iba a ver al gato, le contaba cosas como estas, desahogándose, porque no tenía a nadie a quién contarle todo esto, después de todo aunque amaba a su madre no se animaba a decirle eso.

- Hoy me di cuenta de que no te he puesto nombre. Mmmh... ya sé, te llamarás Kuro!- Para una niña de 10 años esto fue lo único que le vino a la cabeza, pero al gato pareció agradarle, porque se acomodó en sus regazos como de costumbre.

Cuando Hime cumplió los 11 años, el mismo día de su cumpleaños fue a ver a Kuro. Era un día de febrero, estaba nevando y ella fue felizmente, con una pequeña cobija en una mano y la ración de comida del día en la otra.

- ¡Kuro! Mira el collar que me regaló mi mamá...- su sonrisa se borró en un instante cuando al tocar al gato de aspecto dormido este no se movió.

- ¿Kuro...? Kuro, que pasa? ¿por qué no reaccionas? sólo estás dormido, ¿verdad?- seguía sacudiendolo, pero no reaccionaba- ¡Kuro, por favor, reacciona!-
Después de un rato, tuvo que darse por vencida, y dejando salir una lágrima, comenzó su llanto...

- No es justo Kuro... aún hay cosas que quiero contarte, eres mi único amigo, no me dejes...- entre sollozos balbuseaba plegarias de que se levantara, se trataba de convencer de que eso era un mal sueño, que despertaría y encontraría a Kuro de nuevo, pidiéndole que lo mime, acomodándose en sus regazos y ella contándole sus sentimientos.

Dejándose llorar a cántaros, decidió enterrar a su pequeño amigo, y estando de luto por casi tres semanas, levantó la cabeza y decidió que debía superarlo, volviendo su nueva meta el convertirse en una chica sin máscara con verdaderos amigos...

-- Cinco años después--

-¡Mamá, ya me voy!

→Ten cuidado Hime, que tengas un lindo día.

Despidiéndome de mi madre con un abrazo y un beso en la mejilla, decidí partir al colegio.

- Que raro, me siento inusualmente débil...

Caminando hasta la parada de autobus, empecé a sentirme cada vez peor, por lo que decidí volver a casa. Para cuando llegué a casa, mi mamá ya se había ido al trabajo

- Ya se fue, y yo que quería preguntarle dónde esta la medicina- suspiré
- Que mal empezé el día para ser mi cumpleaños. Bueno, supongo que sólo me acostaré en mi cama y descansaré, seguro que sólo es debilidad.

Entré al cuarto y me acosté, quedándome rápidamente dormida.
Al abrir los ojos, no podía creer lo que estaba viendo.
Un chico de apariencia infantil, pero que a la vez se veía de mi misma edad, con cabello negro y piel blanca estaba acostado en el piso de mi cuarto y dormía plácidamente. Pero había algo que llamó más mi atención...

- Tiene orejas... y cola... de gato?- "debo estar alucinando", esta fue la primera frase que se le vino a la mente después de ver eso.

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Ésta es la primera parte de mi historia, es como un prólogo, espero que les haya gustado mi historia y la continúen leyendo. Sinceramente es la primera vez que escribo una historia, lo había pensado antes pero hasta ahora decidí hacerlo (  U^u^) así que si tienen alguna recomendación para mí respecto a mi forma de redactar me la pueden decir ( /*o*)/ yo tomaré las que me parezca van mejor con mi historia xD

A Cat's SpiritDonde viven las historias. Descúbrelo ahora