Una Historia de Antaño

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~??'s PoV~

Un clima agradabe, una atmósfera de paz, tranquilidad y felicidad, un jardín de incomparable belleza y un hogar cálido, fue en esa clase de lugar donde me presentaron al alma de la cual estaría encargado en un futuro, que desde mi punto de vista, es cercano.

Llevaba pocos días de haber sido creado, pero ya tenía clara mi razón de ser, por lo que este acontecimiento no representaba ninguna sorpresa, lo que sí lo hacía, era la impresión que me dió aquella niña de libre albedrío que se me había encargado.

Creo que aún no me he presentado, mi nombre es Shigin, y soy un ángel.

Los ángeles somos seres creados para la cumplir con la voluntad de Dios, desde que somos creados sabemos para qué lo fuimos y no conocemos lo que es el libre albedrío, pero eso no es de importancia ya que amamos lo que hacemos.

Como había mencionado antes, cumplimos funciones diferentes, y en mi caso, soy un ángel encargado de cuidar a lo que llamamos "almas". Un alma, al igual que los ángeles, son creados por Dios, pero tienen una diferencia fundamental: no tienen una razón de ser fija y se les concede la libertad. Por esa razón, a las almas se les da un tiempo de crecimiento en el cielo, en la cual aprenden lo necesario antes de la prueba en la Tierra, donde se decide si son aptas para seguir viviendo en tierra santa.

Mi alma asignada correspondía a la de una niña, cuya personalidad era alegre, amable, un poco tímida y un tanto juguetón, no pasó mucho tiempo antes de que nos volviéramos amigos cercanos.

Crecimos juntos en un ambiente completamente de esperar del cielo, sin molestias de ningún tipo, entre sonrisas y con una estrecha relación de confianza, una relación entre un alma y su ángel. Observaba diariamente su radiante sonrisa y quedé prendado de sus extrañas ideas y la libertad con la que actuaba, libertad que me resultaba desconocida e intrigante.

Fue entonces cuando cometí un grave error... me dejé llevar demasiado por la curiosidad. La intriga que me causaba aquel ser me fue llevando a acercarme más para conocerla mejor, y con la excusa de protegerla por mi deber, el tiempo que pasaba con ella se multiplicaba al mismo tiempo que los sentimientos impropios de un ángel.

El tiempo pasaba sin que terminara de entender lo que me pasaba, y otros ángeles a mi alrededor comenzaban a notar comportamientos inusuales, y se habría mantenido de esa manera si no fuera porque llegó un aviso que no sabía que podía llegar temer tanto: el llamado de aquel alma a su tiempo de prueba, también conocido como vida terrenal.

A lo que temía no era el lapso de tiempo en su vida terrenal, el cual era un tiempo completamente insignificante, sino el miedo a lo que pudiera pasar en ese tiempo. Las almas son seres con derecho a la decisión, pero por eso mismo son seres vulnerables a perder su derecho para estar en el cielo. Un alma olvida su vida en el cielo durante su vida terrenal, y si gana la prueba, regresa con ambos de sus recuerdos, pero si pierde la prueba, se les prohíbe la entrada eternamente y nunca recuerdan.

Simplemente pensar en eso, causó un vacío que aclaró las dudas que siempre había tenido. Yo la necesitaba, necesitaba a esa pequeña alma a mi lado, pero no era simplemente eso, no era un amor que se limitaba simplemente a cariño y afección, era un amor que superaba las barreras de lo permitido para un ángel, ser que estaba destinado a dedicar su vida a su creador. Mi caída comenzó en el momento en que me dí cuenta de que llevaba conmigo un amor prohibido hacia un alma libre.

Al principio quise negarlo, un ángel no puede amar a nadie más que a su creador, está en su naturaleza. Pero el tiempo se acercaba y la presión me sofocaba, obligándome a aceptarlo y a tomar una decisión que, aunque para algunos estúpida, para mí era lo único que podía hacer por ella en vez de perderme completamente sin hacer nada, destino que ya se me estaba decidido.

Finalmente el día llegó, el alma de mi amiga de la infancia y objetivo de mi aprecio bajó del cielo para comenzar a crecer en su nuevo cuerpo carnal, y poco después de su partida hice lo que ningún ángel debe hacer y bajé yo también por voluntad propia. Enamorarme y haber elegido apartarme del cielo para seguirla eran lo mismo que abandonar mi papel como ángel, volviéndome un ángel caído.

No me arrepiento de nada, con esta forma, aunque invisible para ella, puedo protegerla a mi manera. Aunque soy un ángel caído, eso no significa que esté corrompido, por lo que mantengo gran parte de mi poder, pero no lo suficiente para poder intervenir directamente en su vida, lo que de todas maneras no sería la mejor opción.

Mi objetivo ahora es sólo uno: protegerla para que algún día pueda volver, y por eso mismo, antes de dejar el cielo le pedí un único favor a Dios

"Por favor, cuando ella vuelva, no dejes que me recuerde, no dejes que se sienta responsable de mis acciones egoístas"

Confío en que haya escuchado mi petición...

A Cat's SpiritDonde viven las historias. Descúbrelo ahora