I

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- ¿Por qué haces esto...? - respiraba por la boca. Había sido golpeada y arrastrada.

El suelo estaba húmedo, y una banda cubría sus ojos, segandola completamente. Una cuerda mantenía sus manos y pies atados. Recién le había quitado el pañuelo que la enmudeció.

- No quiero perder a nadie más; ¿sabes por todo lo que he pasado?

Con un cuchillo en su cuello, la amenazaba.

- ¡Detente! - exclamaba. Temía por su vida.

- Ni creas que me detendré. No me atreveré a perder a nadie más.

- ¿De qué hablas?

- Eres muy especial para mí. Y no perderé a nadie más que sea especial para mí.

- ¡Estoy comprometida! ¡Déjame ir ya!

- Corrección, estabas comprometida. Sólo eres mía, y no te compartiré con nadie.

Fue entonces cuando comenzó a tocarla, y ella lo escupió.

- Te estás portando mal Carly - la golpeó - pero si quieres que sea yo y no un cuchillo, compórtate.

Ella se cayó. Y su alma se desgarró. Unos días antes de su boda, fue brutalmente violada y golpeada.

Ella estaba toda golpeada, con su rostro desfigurado y lleno de lágrimas y sangre. Su ropa estaba totalmente rota, y sus pantalones estaban tirados lejos de donde ella estaba.

Él disfrutaba verla desnuda, mientras limpiaba sus piernas con un pequeño pañuelo húmedo.

- ¿Lo ves? - preguntó - no fue tan malo como pensabas.

Carly no respondió. Tenía el pañuelo en su boca de nuevo. Más se escuchaba el ruido que hacía al intentar pedirle piedad.

- Shhh... yo sé que te gustó tanto que quieres más, pero estoy cansado. Además, tengo que bañarte primero. Luego iré a la tienda para comprar tu comida.

Comenzó a acariciarla. Y ella seguía intentando suplicar piedad. Él le quitó el pañuelo.

- ¿Por qué me haces esto...? ¿acaso te hice algo...? - Preguntó.

Comenzó a limpiarle el vientre y el estómago; así mismo le limpió los brazos y el busto, pero no respondía a la pregunta que ella le había hecho.

- ¿Por qué? - volvió a preguntar - ¿qué fue lo que te hice?

- ¿No te acuerdas? - preguntó.

- Nisiquiera sé de qué me hablas...

- Hace un año, te mudaste al vecindario. Te veías tan hermosa que aún recuerdo como vestías. Un agradable vestido de flores con una chaqueta de jeans y un bolso; tu cabello estaba suelto, pero echado hacia tu izquierda. Ah, te veías tan hermosa. Tenías tantas cajas que decidí ir a ayudarte.

- ¿Jay...? - preguntó asombrada.

- Adivinaste. Ese día te ayudé a desempacar, y por paga me ofreciste algo de comer; comimos, y fue entonces cuando con tu risa, robaste mi corazón sin aviso alguno - acariciándole el cabello, la hizo temblar.

- ¿Por qué haces esto? Éramos mejores amigos...

- Exacto. Mejores amigos. Zona de amistad. Y no estoy dispuesto a volver a entrar en ella.

- ¡Sabías que tenía novio!

- No me interrumpas - le puso el cuchillo en su cuello - recuerda cuáles son las normas del buen oyente, así que calla. ¿Sabes lo que se siente perder una y otra vez a una persona especial? ¿que se mude fuera de la ciudad, que tenga pareja, que haya muerto en un accidente, que te abandonen en un momento difícil, que te traicionen, o en tu caso, que estén a unos días de su boda? ¿lo sabes acaso? Tú no tienes idea de lo que he pasado... así que calla - volvió a ponerle el pañuelo en su boca - y espérame aquí, iré al supermercado a comprar la comida para ti princesa. Espérame.

Apenas salió de aquel lugar, lo cerró con cadenas y candado, para cubrirlo con un estante. La puerta al sótano de su casa estaba oculta para todo el mundo. Al igual que Carly, quien desgarraba su alma en llanto y amargura por lo que vivía.

Camino hacia el secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora