XI

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William estaba almorzando cuando de repente sonó su teléfono. Vio que era un número desconocido, y no contestó. Pensó que era equivocado.

- Habla William - lo habían llamado por segunda vez, y contestó - ¿Quién es?

- ¿Podemos vernos hoy...? - preguntó Carly. No podía creer lo que le diría a William. Él amor de su vida.

No reconoció la voz de Carly al instante debido a que ella estaba llorando, pero se le hacía conocida.

- ¿Quién eres? - preguntó. Quería confirmar quién era.

- Soy Carly... ¿podemos vernos en el estacionamiento del centro comercial...? Quiero decirte algo importante...

- ¿Carly? - estaba a punto de llorar de alegría - ¿En dónde estás? Estaba muy preocupado. ¿Que hiciste todo este tiempo? ¿Y tienes otro teléfono?

- Dame un Segundo...

Carly desactivó el micrófono del teléfono que Jay le había comprado, y le preguntó si podía decírselo por teléfono, ya que no era capaz de hacerlo en persona. Más él no la dejó.

- Ya volví...

- ¿En dónde estabas amor...? Me tenías muy preocupado... temí lo peor cuando faltaste a nuestra boda...

- Lo siento mucho...

- Dile ya - dijo Jay.

- ¿Quién es él? ¿Estás con alguien...? - no reconoció su voz.

- Sí... ¿podemos vernos en el estacionamiento del centro comercial...?

- Claro... ¿A qué hora?

- A las 3... hablaré hoy con mis padres...

- ¿Por qué no voy yo también...? Y podemos estar los 4 juntos...

- ¡No...! Tú y yo nos veremos en el centro comercial...

- Está bien... ¿pero por qué...?

- ¿Me amas...?

- Con toda mi alma...

- Entonces espérame en el estacionamiento del centro comercial a las 3...

- Está bien... te amo...

- Lo siento... - Carly colgó.

William sabía que Carly lo dejaría por otro, pero aún tenía esperanzas. No se rendiría fácilmente.

Perdiendo un día de trabajo, William salió a la floristería buscando las flores favoritas de Carly, lirios. Buscó también sus dulces favoritos, los cuales eran chocolate con nueces. A su vez se le ocurrió comprarle un peluche, más no tenía casi dinero. Con el dinero que tenía, decidió comprar una memoria, y fue a su casa. Encendió la computadora, y comenzó a trabajar en un video de diapositivas, con todas las fotos de sus momentos juntos; una vez terminado, lo guardó en la memoria, y fue al centro comercial, y esperó a que llegara Carly. Eran apenas las 10 de la mañana.

- ¡Carly! - su madre la abrazó. Pero ni ella ni su marido sabían lo que su hija sufría - ¡apareciste! Justo íbamos a la policía para reportarte como desaparecida... gracias a Dios estás a salvo...

- Te extrañé osita... - su padre la abrazó al igual que su madre.

- Igual yo a ustedes... - estaban todos en familia. Pero ese sería el adiós.

- ¿Dónde estabas...? - preguntó su madre.

- No importa... - todos estaban llorando. Sus padres de alegría, ya que la habían vuelto a ver; ella de tristeza, porque sería la última vez que los vería - lo que importa es podemos estar juntos...

Camino hacia el secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora