IV

719 23 0
                                    

— ¿Te gustó? — preguntó. Después de violarla, volvió ha hacerlo una y otra vez hasta el anochecer. Sólo hizo pausas para alimentarse, más dejó a Carly soportando el hambre.

— Tengo miedo de responder...

— ¿Por qué? Si yo te amo; sólo quiero lo mejor para ti, no hay razón para que tengas miedo, ya que no te haré nada malo.

— Tengo miedo de que no te guste mi respuesta...

— ¿Por qué? ¿Cuál es tu respuesta?

— No... no me gustó...

— ¿Por qué? — comenzó a tocarla — ¿soy muy rápido y quieres que dure más? ¿o acaso soy malo?

— No es nada de eso... ¿y podrías dejar de tocarme? me duele mucho...

— Lo siento — comenzó a acariciar su cabello — pero es que haces que me vuelva loco. ¿Qué es lo que no te gusta?

— Hiciste que se cumpliera mi peor pesadilla de nuevo...

— ¿De qué hablas?

— Cuando era niña... mi tío abusó de mí...

— ¿En serio? Me siento un patán ahora mismo...

— ¿En serio?

— Sí, lo siento mucho, de verdad no lo sabía...

— No te preocupes... — una pequeña lágrima se le escapó — no lo sabías y ya... nisiquiera William; por eso le dije que quería esperar al matrimonio.

— Pues, te prometo algo.

— ¿Qué?

— A partir de ahora — le secó la lágrima — seré más suave contigo.

Carly no sabía si eso era bueno o malo, no sabía si eso sería más doloroso o no. Sólo esperaba que fuera verdad.

— Tengo hambre... — susurró.

— ¿Qué quieres comer? — preguntó — tengo un poco de comida china congelada, ¿la quieres?

— Sí...

— Ya vuelvo — se levantó y le besó la frente — espérame aquí princesa.

Carly comenzó a ver un lado humano en Jay cuando mostró compasión por lo que ella había vivido en su infancia. Pensó que ya faltaba poco para liberarla.  Y volvió a soñar con volver con William.

— Aquí está — pasado un tiempo, volvió — es hora de que la princesa coma.

Carly intentó sentarse por sí sola, más no pudo y Jay la ayudó.

Sentándose a su lado, tomó los palillos y comenzó a alimentarla.

— ¿Sabes algo? — preguntó.

— ¿Qué?

— Esto me recuerda a mi niñez — sonrió — ¿Quieres saber?

— Claro — aunque no quería saber, recordó lo que pasó en el baño; y no quería saber que pasaría con los palillos.

— Cuando tenía 10 años más o menos, me tocó cuidar a mi primo recién nacido durante todo un día, ya que mis tíos se habían ido de luna de miel, y mis papás trabajaban, y creo que mi abuela estaba ocupada. Tuve que cambiarle el pañal, alimentarlo, bañarlo, vestirlo; así como hago contigo ahora: te ayudo a ir al baño, te alimento, te baño, te visto. Sólo que hay una diferencia. ¿Sabes cuál es?

— ¿Cuál es?

— Que yo no sabía que ese bebé daría a parar en el orfanato días después.

Carly se quedó callada por el asombro.
— No es cierto — se rió — quería ver tu expresión al decirte eso.

— Está bien...

— Aunque no lo volví a ver con mis tíos nunca más, así que supongo que ellos lo dieron en adopción o algo así.

— Pudieron haberlo dejado con alguien para que los cuidara cada vez que lo visitaban a ustedes.

— Cierto, pero sería raro ya que aún cuando pasaron años, es para que aunque sea mis padres lo hayan visto, porque nisiquiera ellos lo vieron.

— Bueno pues, entonces es posible.

— Lo sé, pero sólo es una especulación un poco precipitada.

— Está bien.

Jay se levantó al darse cuenta que ya era de noche, soltó las ataduras de Carly, la limpió y después de vestirla, la llevó a su casa, a buscar la ropa de Carly y su celular.

Mientras Carly guardaba su ropa, Jay tomó su ropa interior y comenzó a olerla frente a ella. La guardó en su bolsillo.

— ¿Por qué la guardaste...? — preguntó Carly.

— Además de la copa, al ganador le dan una medalla. Ya tengo el trofeo, sólo necesitaba la medalla.

— Enfermo... — susurró.

Jay la escuchó decir algo, más no estaba seguro de lo que había escuchado.

— ¿Qué dijiste? — preguntó.

— Nada...

Jay la sujetó por sus mejillas, y la golpeó contra la pared.

— ¿Qué habías dicho? — volvió a preguntar.

— Nada...

— Está bien. No digas nada.

Jay sacó la ropa interior de Carly que tenía en su bolsillo, y se la puso en la boca para enmudecerla.

— Pero espero que ni te atrevas a gemir.

El lado humano que Carly había visto en Jay, se fue.

Camino hacia el secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora