IX

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— Todo está bien amigo... — dijo Jay. Después de hablar con Carly, volvió a atarla y la dejó en el sótano. Luego Salió de su casa y se le acercó a William — pronto aparecerá. Ya verás.

— ¿Por qué me das falsas esperanzas...? Ya se ha ido...

— ¿Por qué dijiste todas esas palabras de valentía en la iglesia, y ahora dices que no hay esperanza? Te estás contradiciendo a ti mismo.

— La he buscado en todos los lugares que he estado con ella... en sus lugares favoritos y menos favoritos... así como también en los míos... y no la he encontrado... definitivamente ya no hay nada que hacer...

— Sí podemos hacer algo.

— ¿Qué cosa...? ¿qué cosa podemos hacer ahora que yo no haya hecho...?

— La chica del vestido azul lo dijo.

— ¿Hablas de mi hermana?

— ¿Son hermanos?

— Sí. Somos mellizos.

— ¿Seguro? ¿No crees que ella es adoptada? Digo... lo que tú y ella tienen de parecido yo lo tengo de ex novias. Y créeme, nunca he tenido una relación.

— jajaja — William comenzó a animarse, y a dejar de llorar —. No eres el primero que piensa que ella es adoptada.

— No se parecen en nada amigo, admítelo.

— Ni aunque haya jurado mentir lo negaría.

— ¿Quieres una manzana?

— Claro. Gracias Jay.

Una vez dentro de la casa de Jay, William notó el refresco con un poco de labial en la boquilla.

— ¿Y esto? — preguntó.

— Ah, perdón. Estoy con una amiga.

— ¿Y dónde está?

— Durmiendo en el cuarto.

— Entonces... ¿nunca habías tenido una relación?

— No una que fuera seria.

— Jajaja. Está bien tigre.

Jay tomó la botella y la llevó a la cocina. Abrió el refrigerador y la guardo, al mismo tiempo sacó la manzana para William.

— Toma — se la lanzó.

— Gracias. 

— Oye y... — jay se sentó en una silla frente al sillón — ¿cómo se conocieron tú y Carly?

— Bueno, estaba pasando por el London Eye, cuando veo que unas chicas estaban leyendo un mapa al revés. Me les acerqué para ayudarlas a ubicarse un poco. 

— ¿Entre ellas estaba Carly?

— Sí. Sólo que no la noté hasta que hablamos.

— Y... ¿cuándo surgió la química entre ustedes dos?

— Cuando llegamos al hotel.

— ¡Amigo, me sorprende lo rápido que eres!

— Ah, no, no. Después de pasar un rato los tres juntos, ellas quisieron volver al hotel como querían volver antes. Allí su amiga decidió salir con otras y Carly y yo nos quedamos hablando un rato.  Y pues, hubo química entre ambos. 

— ¿Y cuándo comenzó a gustarte?

— Si te digo lo que sea, te mentiría. Ni yo mismo sé en qué momento comenzó a gustarme. Sólo sé que quise pasar el resto del tiempo con ella cuando me dijo que dentro de unas semanas se iría.

— Y resumiste un matrimonio en 5 días.

— Jajaja, no. Aproveché ese tiempo al máximo.

— ¿Y a qué lugares la llevaste?

— En realidad no la llevé a esos lugares en los que todos se toman una foto y la suben a instagram. Simplemente pasamos el rato juntos; ya sea en el hotel o en mi departamento, o solos en la plaza, o donde sea. Pasabamos un muy lindo tiempo juntos cada vez que salíamos.

— Lo cual los hacía felices.

— Exacto. Cuando se iba, me quedé esperando con ella en el aeropuerto hasta que subió al avión. Fue muy triste la verdad...

— Supongo. ¿Lloraste?

— No, me desahogué escribiendo.

— ¿Eres escritor?

— Sí. Es un hobby que tengo. En realidad soy periodista.

— Está bien.  ¿Y cuándo decidiste venir a buscar a Carly?

— En realidad fue difícil, porque tuve que reunir el dinero, buscar un departamento ya que nunca me gustó vivir en una casa, hablar con mis padres, despedirme de todos. Fue muy difícil sentimental y económicamente en realidad. Hasta vendí mi auto.

— Pero había algo que te movía.

— Mi amor hacia Carly era la única razón por la quería y estaba dispuesto a dejar todo.

— Si una mujer está aquí, seguramente diría: "aww".

— Jaja sí. Pero de verdad era lo único que me movía. Ella es mi primer amor. Y no estaba dispuesto a dejarlo tan fácilmente.

— No querías que fuera pasajero.

— Exacto.

— ¿Y cómo encontraste a Carly?

— Después de conseguir un departamento, trabajo, y un nuevo auto, pues compré un teléfono y guardé su número en él.

— ¿Te dio su número?

— Ella quería seguir en contacto así que me lo dio antes de irse.

— ¿Y qué pasó después?

— Le escribí y le hice creer que era un número equivocado. Hablamos y decidimos encontrarnos en el centro comercial. Una vez que me dijo que ella ya estaba allí, le pedí que me esperara en el estacionamiento, y fue entonces cuando me estacioné cerca de donde ella estaba, le cubrí los ojos, y ella me golpeó porque pensó que era un asalto.

— Auch...

— Tranquilo, fue en el estómago. Gracias a Dios... tiene un codo muy duro.

— ¿Y qué pasó después?

— Bueno...  — William comenzó a llorar por los recuerdos — se disculpó cuando vio que era yo pero no importó. Luego me abrazó, y esa fue la primera vez que lloré de felicidad. Fue un día hermoso...

— Me imagino.

— ¿Y quién es la chica que tienes en tu habitación tigre? — William cambió de tema para no seguir llorando; así mismo, se secó las lágrimas que le habían salido.

— Pues, es alguien especial. Pero no es nada serio por ahora. Aunque... presiento que estará un buen tiempo junto a mí.

Camino hacia el secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora