III

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*cause a heartbreak start with a broken heart...*

— ¿Te gusta esa canción? — preguntó — es una canción de una banda llamada Feeling every sunset. Son buenos, aunque no me identifico con todas sus canciones.

Su teléfono dejó de sonar. Él seguía hablando:

— Me identifico más con las canciones de Breaking Benjamin, tiene una canción llamada "without you", que me llegó al corazón cuando la escuché. ¿Y a ti? ¿qué música te gusta? — le quitó el pañuelo.

— La música clásica... aunque también me gusta el pop... — Le volvió a poner el pañuelo.

— Hay otras bandas como Bring me the horizon. Tienen una canción llamada "can you feel my heart?". Me gusta mucho como dice, va más o menos así: "can you hear the silence? can you see the dark?  can you fix the broken? can you feel?  can you feel my heart?"  lo mejor de todo es que canta y grita al mismo tiempo. También me identifico mucho con la letra, ya que dice: "forget my feather! I love you mother!", y ese el resumen de mi vida en un verso. Es increíble como la música puede llegar a ser nuestro mejor psicólogo. De hecho, estudios comprobaron que la música ayuda a liberar nuestras emociones, a veces, hasta las controla. 
El teléfono de Jay volvió  a sonar. Pero él no contestaba. Hasta que después de que sonara 3 veces más, se artara y contestara.

— Hola. Un segundo, te pondré en altavoz, estoy ocupado.

Una vez en altavoz, Jay siguió pellizcando el busto de Carly. El pañuelo podía enmudecerla, pero aún se escuchaban sus gemidos de dolor.

— Listo amigo, ¿qué tal? ¿cómo va todo?

— Bien bien... ah... escucha, fui a visitar a Carly y no estaba. La fui a buscar en su trabajo pero no estaba allí, ¿no la has visto de por casualidad? — el corazón de Carly se rompió, era su prometido, William. Sus gemidos dejaron de oírse, y dejó de moverse.

— ¿Tú tampoco? Pensé que ustedes dos se habían escapado o algo.

— No nada de eso, pero es que nisiquiera me contesta el teléfono, y tampoco está en casa de sus padres. Y pues, como tú eres su mejor amigo, pensé que sabías algo.

— Pues por desgracia no — a Carly le sorprendió la naturalidad de Jay al hablar. De verdad parecía que no sabía nada de ella. Comenzó a hacer ruidos — seguramente está con sus amigas o algo, recuerda que ella es la única que trabaja de día; se lo habrá tomado libre y decidió estar con ellas.

— A lo mejor. ¿Pero de verdad no la has visto?

— Pues sí, ayer la vi en la noche sacar la basura mientras yo bajaba del auto, la saludé y eso sería todo. Desde entonces no la veo más.

— Está bien, ¿pero qué suena así?

— Nada, es sólo que veo un documental de historia y están hablando sobre una manera de torturar llamada la silla de Judas o algo así.

— Está bien. Te dejo. Si sabes algo de Carly me avisas.

— Está bien.

Jay colgó.

— ¿Dónde está tu teléfono? — le quitó el pañuelo.

— No lo sé...

Jay sujetó su cabeza y la golpeó fuertemente contra la pared.

— Volveré a preguntar. ¿En dónde está tu teléfono?

— No lo sé...

Tomando el cuchillo, Jay lo acercó a su cuello.

— No gritaré, ya que eso llamará la atención de todos. Así que antes de que enloquezca y te asesine, dime en dónde está tu teléfono.

— Quiero ver que me asesines...

Jay quedó asombrado ante Carly por su valentía al desafiarlo, más fue momentáneo, ya que sabía que ese momento llegaría.

— Inténtalo — volvió a decirle.

Jay soltó el cuchillo, y al levantarse, sujetó a Carly por su cabello y arrastrándola la llevó hasta el baño.

Allí intentó ahogarla varias veces, sacándola siempre cuando ella estaba a punto de perder la conciencia para no matarla, y demostrarle de que era capaz.

— ¿En dónde está? — preguntó por tercera vez.

— En mi cuarto... — respondió llorando. 

— Buena chica.

— ¿Por qué quieres saber? ¿Qué vas ha hacer? Si me mandas a buscarlo... todos sospecharán.... ¿cuánto más si tú eres el que va...?

— ¿Quién está despierto a las 1:00 am?

— Nadie...

— Te equivocas — pellizcó fuertemente su espalda — tú y yo lo estaremos esta noche.  Vas a ir a tu casa, traerás tu teléfono y un poco de ropa, pero más que todo interior. 

— ¿Me dejarás ir sola? — preguntó asombrada.

— No, iré contigo. Si no es por ti, no me doy cuenta de eso.

Carly se arrepintió de haber hablado. Jay, por su parte, volvió a violarla.

Camino hacia el secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora