Capitulo II

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Michael estaba en la recepción, observando cada detalle del estudio. Los trabajadores estaban sentados, era su hora de descanso, con un ojo en el periódico y otro en él, un extraño. Su vestimenta, era informal. Llevaba mocasines negros, unos ajustados pantalones de cuero, una camisa blanca, abierta en el cuello, y llevaba sombrero. Y comenzaba a impacientarse por conocer al señor ***** (tu apellido).

-Es un engreído-dijo Frank.

-Es un cantante famoso-dijo otro-. Se cree el dueño del mundo.

Frank protestó.

-Hará enfadar a la señorita _____.

-¿Vestida de varón?-dijo Frank-. ¡Lo dudo!.

Michael escuchó el murmullo de las conversaciones y acertadamente dedujo que él era el sujeto de muchas de sus oraciones. Demasiadas.Y también dedujo que no estarían elogiándolo ni mucho menos. ¿Dónde rayos estaba el famoso (tu apellido)?.

-¿Sr. Jackson?.

La voz fue baja, dulce y juvenil. Michael se volvió lentamente y tuvo frente a sí a un jovencito que... no podía tener más de dieciocho años. ¡Por Dios!. Era delgado, con ropa muy holgada y una gorra de lana que casi le llegaba hasta las cejas.

-Si, soy el Sr. Jackson-contestó Michael y avanzó hacia el joven con la mano extendida.

_____no podía creer lo que veía. Ciertamente, no había tenido en cuenta algo así. Estaba mirándolo fijamente, pero no podía evitarlo. En sus veintitrés años jamás había conocido a un hombre así. Una persona con ese físico no debía existir fuera de las páginas de las novelas. Era alto, con porte elegante, cabello oscuro y unos ojos tan hermosos que hasta lastimaban con sólo mirarlos. Cada uno de sus rasgos era una escultura perfecta. Y su cuerpo, tan delicioso como cualquier mujer podía imaginar o soñar. Ni un gramo de grasa en el abdomen. ______sabía que este hombre nunca sería como los demás hombres con éxito, que complacían tanto su intelecto como su cuerpo. Había sido moldeado gloriosamente, con aquella figura maravillosa y con sus buenas protuberancias también...

Maldita sea. No debería existir. Constituía un verdadero peligro para toda mujer. Después le sonrió y ____tragó saliva dolorosamente. Esa sonrisa se habría cotizado con una tarifa mundial muy elevada. Se sintió aterrada ante él.

-¿Es usted *****(tu apellido)?.

_____le estrechó la mano y sintió que aquella voz le llegaba hasta lo más profundo de su ser.

-Sí, soy yo. Y ya estamos en octubre. Me alegra que finalmente haya llegado.

Michael, aún estrechándole la mano, la miró. Al instante, se dio cuenta de que el tal ***** era, en realidad,una_____

Noche de tormenta (Michael Jacksón)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora