18. Un día de Mark Montier

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MARK'S POV

Otra vez la misma rutina, levantarme, tomar el café sin ver a mi esposa pues se va a su trabajo antes que yo, leer el periódico, desayunar, hablar un rato con mi mayordomo y mejor amigo Cassius, encender mi auto para ir a un sitio que más bien de ser estresante es relajante para mí, me refiero a mi empresa de publicidad y diseño que ustedes ya saben como se llama.

-Hola jefe, muy buenos días.

-Hola Ana -Ana es mi secretaria predilecta, capaz de organizar todo con tan solo un chasquido de sus dedos y una humildad increíble-. ¿Alguna novedad?

-Sí, las ventas de la revista tanto en inglés como en español están reventando en demanda.

-Wow, que rápido alcance a tenido.

-¿Jefe? -su tono de voz pasa de ser profesional o uno más suave y amigable.

-Dime.

-¿Nada aún?

-Nada -niego un poco melancólico.

Aparte de mi secretaria es una muy buena amiga de la familia, ella sabe todo lo que pasó hace dieciocho años con mi hijo y mi antigua esposa.

-Pronto será -me ofrece una sonrisa conciliadora.

-Sí, pronto -sonrío agradecido por sus palabras, aunque cortas, significativas.

Yo siento que mi hijo está vivo pero por más que busco no encuentro nada, hay miles de muchachos con el apellido Montier pero ninguno es Peter, busco con el apellido Vega y tampoco, ninguno tiene sus características, a veces creo que George de verdad lo mató pero lo que siento es más fuerte a lo que pienso y sé bien que si él vive, el día que lo vea lo reconoceré.

El día en la empresa transcurre normal. Conversaciones con clientes, evaluar, corregir y aprobar diseños, estar pendiente de la nueva gigantográfia para una empresa de pinturas de uñas, leer informes de mantenimiento de las pantallas publicitarias que tenemos en veintidós estados del país, y créanme son muchos informes y muy aburridos.

Voy a la sala de trabajadores a la hora del almuerzo para ver como han estado todos, no soy un jefe ogro ni mucho menos uno a quién no le importe sus trabajadores, me gusta compartir con ellos y hacerles saber que pueden confiar en mí y hasta contarles un buen chiste de vez en cuando, hay veces que hasta se los repito y se burlan de mí por contar uno repetido.

Por cierto, ¿se acuerdan que les dije que todo iba normal? Bueno, iba, hasta que el chico nuevo que es un poco tímido choca torpemente contra mí, y derrama su café caliente en mi traje marrón oscuro. Se me queda viendo tan asustado como si estuviese viendo a un gigantesco troll come humanos con un solo ojo de color rojo sangre y una boca tan grande, sucia y oscura como el agujero negro.

-Tranquilo chico, igual no estaba tan caliente -¿que no estaba tan caliente? Ese café parece que lo importaron directo del inframundo, pero debo mostrarme calmado.

Me quito la chaqueta de mi traje y todos los empleados que aquí están mantienen una expresión disimulada de diversión, pero no por que me hubiese quemado con el café si no por la expresión de susto del chico, ellos me conocen y saben que no me voy a enojar por ese incidente.

-¿Enserio? Yo... pensé... yo... -tartamudea queriendo decir no sé que cosa.

-Tranquilo todo está bien, solo hay que mandarlo a la tintorería -le digo amigable y sonriendo.

Salgo de la sala de descanso para ir a un lugar más solitario para llamar a mi hijo y saber como le va en Miami, se tomó sus días libres sin mi consentimiento y eso que yo solo lo mandé por dos días.

Mi vida de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora