Capítulo 20 : La invitación

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Me quedé impactada al leer el telegrama . 

¿ Una amenaza?

¿ Un consejo?

¿ Una simple advertencia?

¿ Una vulgar broma?

¿ Por qué se me agotaba el tiempo ?

El miedo se apoderó de mi cuerpo . 

¿ Quién me enviaba un telegrama desde Francia?

¿ Catalina?

¿ Alfonso?

¿ Persephone ?

¿ Y si hubiera sido él ?

¡ No ! 

Intentaba quitarme esa idea de la cabeza.

Me demostró a lo largo de los años que yo no le importaba nada . 

Recogí el telegrama y lo guardé en un pequeño cajón cerca del escritorio . 

Me dí un baño muy relajante que me ayudó a descansar .

Había sido un día realmente duro y las emociones habían estado a flor de piel .

Mañana sería el último día en la facultad antes de las vacaciones de Navidad . 


No habrían pasado ni 30 minutos cuando me desperté  por una angustiosa sed que me abordaba . 

Me fijé  en el reloj y como era tarde decidí no despertar a ningún miembro de la servidumbre . 

Fui  completamente descalza para no hacer ningún ruido .

Me rellené un vaso de agua fresca y regresé  a mi habitación cuando me percaté  de algo que me dejó sin aliento . 

Mi madre se encontraba  observando la entrada principal de la casa a oscuras.

- ¿ Madre que hace despierta a estas horas ? - le pregunté  preocupada .

Ella se limitaba  a temblar y a señalar con el dedo las escaleras . 

Me asusté ante   la presencia de una mujer con un camisón . 

El camisón era  blanco y estaba cubierto de manchas rojas . 

Rose ya no vivía con nosotros . 

María Luisa solo tenía  camisones rojos .

Mis camisones eran  blancos y mi madre estaba  junto a mi .  

Me acerqué sigilosamente por las escaleras pero ella se dio cuenta . 

Se asustó de tal manera que comenzó una brutal carrera a la que tuve que unirme 

Finalmente entró en mi habitación y cerró  la puerta tras de sí . 

Sin embargo cuando abrí la puerta e  inspeccioné mi habitación allí no se albergaba ninguna presencia humana 

 Regresé al pasillo para buscar a mi madre pero ella ya estaba descansando . 

Decidí descansar yo también sin ningún miedo o preocupación . 

Después de lo sucedido en el jardín ya nada me asustaba como antes . 

Y estaba convencida de que todo era producto de un desagradable sueño . 

Tras un gratificante descanso recibí el olor de un desayuno natural matutino , mientras lo primeros rayos de sol penetraban por mi ventana . 

Abrí los ojos y divisé a Emily en la esquina de mi escritorio con su sonrisa habitual  . 

Las hermanas FontaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora