Moments-3

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—uno pequeño de chocolate, otro de fresa y... uno de... vainilla ¿Tú de qué quieres? —me preguntó. —uno de vainilla también —volteé a verlo. Zayn me miraba con una sonrisa hermosa. Bajé la mirada con las mejillas rosadas.
Fue algo tonto sonrojarme solo con una simple sonrisa, pero, de verdad, si tan solo pudieran ver esa sonrisa, estoy segura de que me darían la razón. —eh, parece que tenemos algo en común —dijo despreocupado mientras tomaba su helado y el de Danny. Yo tomé el mío y el de Eleanor y con la mente perdida en unos ojos miel que acababa de conocer, mordí mi cono.
¿Si entendieron la seriedad del asunto? Nosotros de verdad tenemos algo en común. Algo muy tonto e insignificante pero algo en común al fin del caso.
Conforme nos acercábamos a los columpios platicamos de cosas sin sentido. Nuestra edad y cosas así. Resulta que él no estaba estudiando y le dije que yo tampoco porque Dios sabe que no iba a desperdiciar mis últimos meses en la escuela ¡Claro que no! Vimos que Eleanor y Danny jugaban en las torres para niños.
Me sorprendió de verdad no ver a Eleanor atorada en uno de esos. Nos sentamos todos en una banca para estar mas cómodos, yo me senté al lado del guapetón, platicamos con él de mil cosas mientras cuidábamos a Daniel en los juegos. Le preguntamos acerca de Londres y de la razón por la cual había venido, dijo que por problemas con su papá. Lo quise abrazar pero seria un poco aterrador así que mantuve mis manos quietas.
El chico de verdad era muy gracioso y divertido, a todo le encontraba un chiste y bueno, ni hablar de lo guapo que estaba. Yo traté de no mirar mucho sus brazos o su pecho amplio, pero de todos modos lo hice, deliberadamente. Aunque la culpa era suya ¿Por que tenia que usar solo una camisa interior casi transparente?
Él dijo que según porque tenia mucho calor, pero no, solo quería que las chicas nos volviéramos locas con su cuerpo perfecto. Soné como un hombre depravado ¿Cierto? Me tengo que controlar de vez en cuando.
Realmente me hubiera gustado muchísimo quedarme mas tiempo ahí platicando, y no solo porque el chico era muy sexy, sino porque era muy fácil hablar con él. Pero lamentablemente empezó a obscurecer. —Danny, ya es muy tarde —le advirtió Zayn— tenemos que irnos
—¡No! ¡No! —chilló la pequeña desde el castillo de juegos —quiero estar con Eleanor y _____. —llevamos todo el día fuera ¿No quieres dormir un rato? —¡No! ¡Tú ve a dormir, déjame a mi con las chicas!
Zayn suspiró frustrado. No sabia que hacer. —Danny, hermosa —habló Eleanor, quien de algún modo siempre tuvo esta clase de poder con los niños pequeños. Siempre la obedecían. —Ve a casa y duerme un poco, por favor, mañana podemos salir a jugar de nuevo. —¿En serio? —se bajó rápidamente por la resbaladilla, llegó a nosotros y nos miró ilusionada— ¿Podemos, Zayn? ¿Podemos salir con ellas mañana? —bueno... Solo si te portas bien —contestó con una hermosa sonrisa de lado.
Cuando llegamos a la puerta de mi casa Danny nos abrazó a ambas. —adiós, nos vemos mañana —se despidió contenta. —hasta luego, Danny —nos despedimos Eleanor y yo hablando al mismo tiempo, como tantas veces lo hacíamos. Nos miramos con una sonrisa. Zayn se acercó y nos dio un pequeño beso en la mejilla a cada una. Su perfume huele tan bien... —hasta mañana, supongo —nos dijo sonriente. —si, adiós—se despidió Eleanor. Yo solo sonreí como un idiota total sin lograr decir nada después de un simple beso en la mejilla y me metí a mi casa en un acto de cobardía. Eleanor se me quedó viendo a punto de soltar una carcajada. —ese chico te encantó —adivinó en cuando cerró la puerta. —¿Por que lo dices? —le pregunté indiferente. —¡Oh, solo acéptalo! Está guapísimo, es tu tipo completamente ¡Y hasta es ingles! No puede ser mas perfecto para ti y, Dios, tiene un acento súper sexy... —pues... Si, pero —tomé aire profundamente y me encogí de hombros tratando de lucir desinteresada— yo ya no estoy como para fijarme en nadie Suspiré y los ojos se me volvieron a llenar de lagrimas al recordar la realidad. Me tiré al sillón y me tapé la cara con mis manos. Era verdad, no podría fijarme en nadie nunca más, por más guapo que estuviera, por más que me hiciera reír, por más acento hermoso que tuviera. Yo solo ya no tenia ninguna posibilidad de ser feliz con nadie.
Yo nunca pude enamorarme de verdad, por más que traté, por más que forzaba las cosas para que funcionaran siempre, simplemente no pasaba, el amor no me llegaba correctamente. Y bueno, no me sentía tan mal acerca de eso porque solo tenia 17 años — técnicamente solo 16, pero me gustaba decir que tenía 17— y tenia entendido que nadie, o muy pocos, se enamoran de verdad esa edad.
Aun así, yo estaba esperando que mi amor perfecto de película llegara hacia mí un día cualquiera. Contaba con la tonta idea de que cuando creciera me enamoraría tan fuerte de alguien que no podría ni siquiera vivir alejada de él un momento, que me haría volar con sus besos, que tendríamos la historia de amor mas tierna del mundo, que me me casaría con ese hombre y que tendríamos un montón de hijos.
Pero ya no tenia esa opción.
—se nos olvido el asunto un momento ¿No es así? —me preguntó Eleanor con voz baja, se sentó a mi lado y tomó fuerte mi mano —todo estará mejor, de verdad,
yo sé que encontraran una cura _______, recuerda que tenemos esa opción y los milagros suceden. —nunca fui alguien con suerte Eleanor, de verdad parece que no sabes —sonreí amargamente— definitivamente no soy alguien a quien le sucedan milagros. Me moriré y no puedo hacer nada contra eso.
—no hables así —me regaño Louis llegando de repente— Solo estas trayendo las malas vibras. —¿Que quieres que diga? Oh, de seguro encontrarán una cura a mi enfermedad y no moriré —dije con sarcasmo— vamos, no soy así de tonta.
—pues así deberías de hablar —me regañó Eleanor con una mirada matadora. Louis se sentó a su lado y se abrazaron un momento. Ella levantó la cabeza y se besaron dulcemente en mi cara. —que demostrativos —me quejé con burla. Y sí, les tenia mucha envidia.
Me levanté del sillón con cansancio y caminé hacia a las escaleras. Eleanor hizo ademan de levantarse. —no. Quédate aquí con Louis, ustedes necesitan un momento a solas, últimamente pasas todo el día conmigo.
—eso es cierto —se quejó mi hermano con un puchero patético. Eleanor lo miró con ternura y volvió a su lado. —está bien, en un momento voy contigo. Subí a mi habitación tardándome mucho más del tiempo necesario subiendo las escaleras y abriendo la puerta.
Me quité los zapatos, los aventé lejos a algún lugar de mi habitación y me acosté en la cama con paciencia. En momentos como estos extrañaba más a mis padres. Los necesitaba ahí conmigo, diciéndome que todo estaría bien. Aunque fuera mentira. Si ellos me lo decían yo lo iba a creer.
Tomé aire, contuve las lagrimas y como siempre, me obligue a dejar de pensar en mis padres, a olvidar su recuerdo. Y no podía estar llorando cada segundo. Tenía que ser fuerte.
Me levanté casi inconscientemente sin saber muy bien porque lo hacia y abrí la puerta al lado de mi armario que por varios años había permanecido cerrada. Subí las viejas escaleras escuchando como los escalones crujían cuando los pisaba. Olía a madera mojada y a infancia interrumpida.
Llegué al ático que tanto me gustaba. Ahí había guardado mi mamá todos los documentos como actas, fotos y esas cosas importantes antes de morir. De hecho, la ultima vez que subimos aquí y la ayudamos a etiquetar cajas fue el día anterior a su muerte, y desde entonces nadie había subido otra vez. Estornudé por el polvo y cerré la puerta a mi espalda. Admiré el ático un segundo sintiendo mil cosas en mi estomago. Las paredes estaban viejas y la pintura color amarillo se caía, habían dibujos pegados en la pared que habíamos hecho cuando éramos unos niños y mil fotos de Louis, Eleanor y yo de pequeños. Eramos tan bonitos. Estaba mi vieja mesita de té toda empolvada. Solíamos tomar jugo y tratar de hablar como si fuéramos ingleses, Louis se quejaba de nuestro juego favorito pero al final terminaba jugando con nosotras.
Ese era mi cuarto de juegos, el lugar donde solía pasar más tiempo, nunca quería salir de allí, hasta que sucedió el accidente. Me cerré tanto a la realidad que hasta había olvidado lo mucho que me gustaba jugar ahí y no pensar en nada mas.
Y a esas alturas, aun no había superado la muerte de mis padres. Algunas veces lloraba toda la noche y me quejaba con dios por llevárselos de mi lado. Pero eso no servia de nada. Ellos no volverían a mí con unas simples lagrimas.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
Me agaché y tomé una caja, sacudí el polvo y la abrí, habían varios álbumes. Eran fotos mías, desde que era una recién nacida, desnuda en la bañera, con mis padres, con cosas que rompía, con Louis, con Eleanor, con mis primos. Duré como una hora viendo todas las fotos. Lloraba, recordaba y me reía yo sola al ver algunas, y la verdad es que apreciaba cada minuto de mi vida, por más desastrosa que siempre haya sido y por más humillaciones que hubiera pasado. El sonido de mi celular me sacó de mis pensamientos. —¿Que pasa? —contesté. —¿Donde te metiste _____? —preguntó Eleanor desesperada. —estoy en el ático ¿Recuerdas este lugar? Solíamos pasar aquí días enteros. —claro que recuerdo —respondió— voy para haya.
Colgué y tomé otras fotos donde ya estaba más grande. Tenía exactamente once años, y esas eran de las ultimas fotos guardadas.
Tomé otra caja. Tení hojas blancas y documentos que no me interesaban. Escuché pasos en la escalera y como abrían la puerta, luego un corto jadeo de parte de mi mejor amiga. —¡Dios! ¿Desde cuando no veníamos a este lugar? —exclamó emocionada—¡Mira esas fotos! —lo sé, estos son nuestros dibujos —le enseñe unas hojas. Ella se sentó en el piso a mi lado olvidando su pantalón blanco que quedaría totalmente inservible cuando se levantara. Vimos todos nuestros dibujos y algunas cartas que nos escribimos. Las lagrimas se hicieron presentes de nuevo en las dos. Al ultimo de la caja había un cuaderno que no recordaba, morado con plateado.
"The Bucket List"
1- Subirme a una montaña rusa. (No cuenta si es pequeña) 2- Hacerme un tatuaje. 3- Comprar un boleto de avión al primer destino que tengan. 4- Escaparme de mi casa. 5- Vivir en Londres.
6- Tener un baile romántico bajo la lluvia. 7- Hacer graffiti en una pared. 8- Robar una tienda de dulces. 9- Decirle a alguien que no sea Eleanor todos mis secretos. 10- Disparar una pistola.
11- Tomarle la mano al chico que me gusta. 12- Aprender a tocar guitarra. 13- Escribir una canción. 14- Estar toda la noche con el chico que amo. 15- Quedarme despierta toda la noche solo para ver el amanecer. 16- Aprender a andar en patineta. 17- Besar al chico que amo bajo mi primera tormenta de nieve. 18- Encontrar al chico de mis sueños. (siguiente pagina) 19- Decirle a él lo que siento. 20- Hacer impacto en la vida de alguien. 21- Ser amada.
—wow. No recordaba eso —admitió Eleanor cerrando mi diario. —yo menos... ¿Te das cuenta de que tenia solo 11 años cuando escribí eso? —bueno, eras una niña muy precoz... —no me refiero a eso — la interrumpí— es que son cosas que aun quiero hacer —¿Y por que no las haces? —me preguntó. Como si fuera lo mas normal del mundo. —si, como Louis me dejara hacerme un tatuaje y... Vivir en Londres y todo eso. —mira, no son cosas imposibles, son cosas muy simples que deseas, entonces ¿Por que no? Dios quiera y no, pero, imagina que no encuentren cura a tu enfermedad ¿Te morirías sin haber hecho nada de eso? Tragué en seco y bajé la mirada al diario.
De hecho no me gustaba para nada la idea de morirme sin haber cumplido por lo menos unas cuantas cosas. De todos modos ni siquiera parecía una bucket list de verdad, no tenia nada extremo o cosas así, eran solo pequeñas experiencias.
Asentí con una sonrisa. Nos quedamos ahí mas tiempo, tomamos nuestras viejas muñecas y nos sentamos en la vieja mesita de madera blanca a hablar con nuestros acentos británicos. Ni siquiera recordaba lo divertido que era jugar así con mi mejor amiga.
A la hora de la cena todos estábamos callados, era muy raro, no sabíamos que decir. Louis y Eleanor se daban miradas cómplices de vez en cuando y yo solo me sentía incomoda.

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