Una sombra eterna

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Edwindstowe, Inglaterra 1889


En las penumbras de aquel desahitado pueblo de se escuchaban los disparos resonar entre los árboles del bosque Sherwood. Un grupo de policías corría cargando con sus armas en dirección a una pequeña casucha de dos niveles. La puerta estaba abierta a medias. Se posicionaron junto al umbral, y uno de ellos empujo la puerta para que otro mire hacia dentro, este hizo una señal y el grupo se movió apuntando sus armas al interior.

Había personas de pie en el centro de la oscura estancia, observando a un hombre que les daba la espalda a todos. Parecía estar cargando algo, y su cabeza estaba inclinada hacia lo que tenia en brazos.

- ¡De la vuelta con las manos en alto! - gritó uno de los policías.

El hombre se dio vuelta con una sádica sonrisa, para revelar que mordía el cuello de un bebé. El infante estaba tieso y pálido. Los policías quedaron atónitos por la espantosa visión. Las "personas" allí se dieron vuelta, sus rostros putrefactos y miradas oscuras y profundas, con mordidas en sus cuerpos grisáceos. Parecían muertos, pero no, eran no-muertos, Soldiers.

Abrieron fuego hacia el interior, y las balas hirieron a los Soldiers, más no acertaron en el vampiro líder que les observaba con diversión. Las balas se terminaron, y antes de si quiera intentaran sacar otro cartucho, el vampiro llego velozmente hacia el grupo y de un mordisco arranco la carne del cuello de uno de ellos. Sus compañeros siguieron disparando valerosamente, pero fueron atacados por los Soldiers que empezaban a rodearles.

Los desgarradores gritos de los policías siendo comidos vivos era lo único que se escuchaba en toda la desértica zona.

No muy lejos, entre la tenebrosidad de los árboles, alguien caminaba calmadamente en dirección al espectáculo de canibalismo. Esta persona levantó su mirada al cielo nocturno, y lo contempló con devoción.

- Es una hermosa noche... - le sonrió a la luna llena. - Una hermosa noche para cazar.

Los gritos habían cesado, y él se mantenía estático observando la pálida estrella, como cautivado por su esplendor.

Escuchó pisadas que se aproximaban a él.

- Oh, interesante. - el cazador rodó sus ojos con su cabeza aún alzada.

Vio el batallón de Soldiers que comenzaban acercarse siguiendo al vampiro, quien arqueo una ceja ante la presencia del personaje.

- ¿Quién eres? - le preguntó con molestia. No parecía una persona normal, sus ropas decían lo contrario. - ¿Algún payaso que se escapó del circo?

- Un asesino. - respondió. El hombre sonrió arrugando sus descoloridas mejillas.

- ¿Un asesino? ¿Un asesino, dices? - comenzó a reír a carcajadas y cuando se calmó levanto su mano. - Mátenlo.

En una décima, un desfile de armas estaba frente a los ojos del asesino. Cada Soldiers portaba un arma diferente y letal, desde fusiles a pistolas. Comenzaron a disparar, y la ola de balas viajó en el espacio para perforar todo el cuerpo de este individuo. Los pedazos de carne y ropa volaban, y el polvo se levantó en su caída.

Ante la señal de su gozoso líder, los Soldiers dejaron de disparar al cuerpo hecho un colador.

Alguien desde la oscuridad de uno de los arboles mordió su labio inferior con inquietud, y su cuerpo temblaba agitando la rama donde se mantenía sentada.

El vampiro maldito comenzó a reír histérico.

- ¡¿Y se hacía llamar asesino?!

Su risa inundo todo el bosque, lleno de un aire triunfante.

El viento sopló agresivo, y las hojas de los arboles crujieron. En el rostro triturado se encendió una afilada mirada brillante y roja, y su profunda risa retumbó en todo el lugar sobre la de su atacante, como si proviniera de todos lados. Ciempiés de gran tamaño salieron de la tierra, y comenzaron a recorrer el cuerpo destrozado, uniendo los pedazos. Su boca se abrió aumentando la potencia de su risa mientras sus cabellos oscuros eran elevados al aire por su colosal aura demoniaca.

La luna se tornó carmesí y cientos de murciélagos volaban formando sombras que se adherían a su cuerpo volviendo a reponerlo. Los murciélagos y sombras viajaban velozmente alrededor de este ser, quien se levantó en el centro de la danza, sin herida alguna. Perfecto de nuevo.

El Vampiro frente a él quedo estupefacto ante aquella sorprendente recuperación después de haber quedado totalmente triturado.

Drakull intacto sonreía mientras observaba a sus contrincantes. Sacó una pistola que encajaba perfectamente con su perfil, dos veces el tamaño promedio y una reluciente armadura plateada. Debía ser obra de Dominic. Posó el arma sobre el costado de su codo para mantener estabilidad. Su mirada brillaba bajo sus cabellos negros que se mecían calmados.

Inmutado, disparó. Las balas viajaron una tras otra, volando la cabeza de cada uno de los Soldiers en su mira, quienes inmediatamente caían y se volvían polvo. Estiró su brazo hacia delante para mayor velocidad, y siguió derribando al ejército del que era orgulloso aquel desquiciado vampiro.

No paso mucho tiempo, y preciso como si solo hubiese sido un juego virtual, todos y cada uno, fueron eliminados.

- E-Esa pistola... - se veía nervioso el vampiro inferior. Drakull mostraba todos sus dientes en una sanguinaria sonrisa.

- Balas explosivas de 13mm con una aleación de plata fundida del crucifijo de la catedral de Lanchester. No hay monstruo capaz de soportar un disparo y salir con vida.

El viento mecía su gabardina, glorioso aquel que llevaba minutos de haber sido descomunalmente herido y ahora estaba de pie en todo su maligno esplendor.

- ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué si eres de los nuestros?!

Su mirada infernalmente hermosa observaba con calma a su enemigo, mientras este hacia movimientos nerviosos.

- ¡Unámonos! - exclamó sonriendo en su delirio. - ¡Si los humanos te han esclavizado, yo puedo ayudarte! ¡Juntos podremos formar ejército!

Un disparo atravesó su pecho silenciándolo y dejando un gran agujero que evidentemente había hecho explotar tanto pulmones como estómago. El vampiro no podía mantenerse en pie y daba torpes pasos hacia atrás.

Vio aquellos ojos oscuros frente a él, y luego aquella larga mano atravesó su corazón y sacó el órgano de una tajada.

Mientras Drakull sonreía con placer. Su contrincante se volvió cenizas.

- Maestro.

Fate adolescente estaba de pie junto a él, mirando como el viento soplaba las cenizas. Ella alzó su mirada a él, con su rostro aun sonrojado ante su alivio de ver resucitar a su Maestro de manera tan asombrosa. Él la miro.

- Ya fue suficiente por esta noche. Volvamos a casa.

Ella asintió con felina sonrisa, y ambos desaparecieron entre la oscuridad de los arboles sombríos y amontonados.

FATE: RENACERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora