Cuando la oscuridad nos alcanza

Capítulo 8

Salimos de la increíble bóveda de libros. Caminamos hacia el comedor. El hecho de saber que en este momento hay personas peleando contra el gobierno, me aturde.
-¿Cuándo iremos en pelotón?- Suelto inconscientemente la pregunta.
- Yo salgo cada noche, tu no irás. - Me dice Tom, un poco serio.
- ¿No? ¿Por qué?- Le pregunto.
- Anna, no tienes la capacitación. Y eres muy pequeña y Sarah no me perdonaría si te llevo y sale algo mal. - Me dice un poco dolido.
- Si todos pelean por la libertad de expresión y el conocimiento, yo también lo haré, no puedo quedarme aquí.- Le digo y se sorprende.
- Te pareces mucho a tu madre. Annabeth Blair, necesitas entrenarte y pasar pruebas, aunque no lo creas, hemos sido capacitados. Y hay muchísima personas de nuestro lado, incluso personas influyentes en el gobierno. No podemos ir nada más con un palo y una piedra. Ellos tienen tecnologías que tal vez jamás conocimos. Como la explosión que dio inicio a todo, comprende Anna. No es seguro. - Me aclara con una mirada de preocupación.
- Ya nada es seguro.- Le afirmo.
Se queda pensando un poco.
- Anna, no estamos jugando. Esto es real. No es una pelea por un dulce. Es una guerra para derrocar a la hipocresía y el despotismo. No es algo sencillo. Los pelotones están formados de los mejores. No creas que fue porque nos caía mal o bien y los ponemos a la cabeza. Cada quién gana su cargo con su esfuerzo y trabajamos juntos para mejorar como grupo. Eso es lo que queremos para el gobierno. Democracia. Justicia. Equidad. Igualdad. No es sencillo. Pero con nuestro esfuerzo y trabajo en equipo, podemos lograrlo. Y es lo que no tiene el Gobierno, Anna. No puedes por ahora. - Me termina de decir Tom, y se ve muy seguro. Y a pesar de ser un joven, tiene seguridad en sí. Algo que no todos tenemos.
- Bien. Me prepararé. Ya verás.- Le aseguro.
- Anna, me iré en un rato y volveré al amanecer. Te llevaré al dormitorio, para que descanses.- Me dice.
Me guía por otros pasillos más grandes y entro a una habitación que probablemente fue un aula de clases en el pasado, muy amplia, con varios camastros. Habían mujeres y niños.
- Este es el dormitorio 11, aquí estarás por lo mientras. Si necesitas algo, estoy en el 9 y mi madre en el 5. Espero descanses, ha sido un largo día- Me dice Tom y media un beso en la mejilla. Me ruborizo al instante, pero la oscuridad lo cubre.
- Ten cuidado.- Le digo sin pensarlo y me ruborizo aún más.
- Claro que lo tendré. Te busco mañana, Anna. Descansa- Me dice y se aleja.
Cuando entro, se me quedan viendo y algunas mujeres comienzan a saludarme y a presentarse. ¿Todas estas personas saben lo que yo?. Supongo. Si no, no estuvieran aquí.
- Hola, soy Meredith.- Una chica morena y un poco más alta que yo me saluda.
- Soy Annabeth. Mucho gusto.- Le digo. Y me abraza.
- Tu camastro está junto al mio. ¿De dónde vienes?- Me pregunta mientras me jala en dirección a dos camastros.
- California, ¿y tu?
-Staten Island
-¿Y cómo terminaste acostada en este camastro?
-Bien... Mi madre murió y mi padre se mudó para acá a buscar nuevas oportunidades. Y en el bombardeo... Bueno, él no pudo sobrevivir. Y Lucía me encontró y me trajo aquí.-Me dijo Meredith con la vista perdida. La miro. Sus ojos revelan dolor. Un dolor como el que yo puedo entender.
- Mi madre también murió hace meses. Y a mi padre nunca lo conocí. Y mi hermana está perdida... No saben nada de ella.
-Lo siento- Me dijo, y no con lástima como la mayoría que me rodea, si no con cariño y comprensión.
- Gracias. Yo también lamentó lo de tus padres.- Le digo con toda la sinceridad que logró reunir.
Y me siento bien. Reconfortada. Después de días de sentirme perdida y sin sentido, al fin encuentro a alguien que me comprende y sabe cómo se siente no tener a alguien que sepa el dolor que representa una pérdida.