~Claudia~
Después de despedirnos de Daniel, nos marchamos de la fiesta. No tenía idea a dónde íbamos, pero tampoco era como si me importara. Siwon no me había soltado en todo el camino y yo no dejaba de sonreír. ¿En qué momento me había enamorado de él? ¿Tal vez Ise tenía razón? ¿Siempre me había gustado y nunca lo había querido aceptar? No lo sé. Lo que, si sabía, era que a pesar de que Daniel había sido muy lindo y que me había cautivado con su amabilidad cuando nos conocimos, lo que sentía por él, no se comparaba con lo que Siwon me había sentir.
―¿Quieres cenar algo? ―preguntó mirándome de reojo.
―¿Y si cenamos en tu departamento? ―sugerí. Él cocinaba de maravilla, eso lo había comprobado. Me miró unos segundos y asintió.
―Veremos que puedo ofrecerte ―dijo apretando ligeramente mi mano y me estremecí. Sus palabras dejaban mucho que pensar o tal vez era esa mirada sugerente o como se mordía el labio. En fin, no tenía quejas.
―¿Necesitas ayuda? ―pregunte apoyada sobre la mesa, mientras lo veía cocinar.
―No. Hoy eres mi invitada, así que solo tienes que esperar.
―De acuerdo.
Cenamos y nos quedamos un rato mirando tele, aunque en realidad ninguno de los dos la mirábamos. Yo contemplaba nuestras manos unidas y él no dejaba de mirarme.
―Claudia ―habló de pronto.
―¿Qué?
―¿Puedo besarte? ―Levante la mirada y observe su rostro. No pude evitar reír ante su pregunta.
―Señor Choi ―dije fingiendo seriedad―. Ninguna de las otras ocasiones me preguntó si podía besarme ¿Por qué ahora sí? ―Se encogió de hombros y acercó su rostro al mío.
―Porque esos eran los besos que usted me robó cuando estaba borracha.
―¿Qué? ―pregunte desconcertada.
―Así es. ¿No recuerdas? ―Desde luego que no recordaba. Pero ¿Yo lo había besado? "Haz memoria, Claudia", me repetí.
Me lleve las manos a la boca con expresión de pánico. ¡Lo recordaba todo! Como nos encontramos en el baño y lo bese; como coquetee en su auto y como lo bese cuando me dejó en la cama. ¡Rayos! Pero no era todo, también esa noche en el restaurante y como le pedí que me quitara el vestido.
¡Oh, por Dios!
―¿Recuerdas? ―insistió con una enorme sonrisa. Claro que recordaba y me quería morir.
―¡Tú! Te voy a matar ―gruñí, pero antes de que pudiera golpearlo. Me tomó de las manos y me acercó hasta que sus labios encontraron los míos.
En ese instante, todo malestar se esfumó como por arte de magia.
―De todas las formas posibles te amo. Aunque quieras asesinarme ―murmuró y me cargo en los brazos―. Y ahora, tendrás que terminar lo que comenzaste esa noche.
―¿Aunque después te golpe?
―Si.
Dos semanas después...
La noticia de que Daniel se marchaba me tomó por sorpresa, incluso al mismo Siwon. Quien, aunque luchaba por no detonar su preocupación, podía darme cuenta de que se sentía un poco culpable. A pesar de que Daniel había insistido que su decisión no tenía nada que ver con lo ocurrido y que él debía hacerlo de todas maneras.
―Yo... ―comencé a decir, pero Daniel levantó una mano y negó con un gesto de cabeza.
―No digas nada. Ya les dije a ambos, que ustedes no son responsables. Alguien tiene que hacerse cargo de la empresa en Nueva York. Además de que ese es mi ritmo de vida. ―La sonrisa que cubría sus labios, no lograba llegar a sus ojos. ¡Mentía!
―Aun así. Lo siento ―dije sinceramente. Había hecho todo por enamorarlo y al final, me había decidido por su hermano. Se acercó y me tomó de la mano.
―No era necesario que dijeras eso. Haces que me sienta peor ―bromeó.
―Yo necesitaba decirlo ―argumente.
―Espero que el terco de mi hermano te haga feliz, si no es así. Llámame y le jalare las orejas.
―¡Hey! Alto ahí ―la voz de Siwon nos hizo reaccionar. No tenía idea de que fuera celoso, pero vaya que lo era.
―Tranquilo, hermano. Solo charlamos ―Daniel soltó mi mano y Siwon rodeó mi cintura pegándome a su cuerpo, en un gesto por demás posesivo.
―Lo sé ―asintió Siwon ofreciéndole la mano―. Solo no le des ideas a esta coneja.
―Oye.
―Buen viaje, no te olvides de llamar.
―No lo olvidare ―aseguró Daniel con una sonrisa. Me dio una última mirada―. Nos vemos ―murmuró antes de darse la vuelta y alejarse.
~Narrador~
Aeropuerto LaGuardia Nueva York
Para Daniel, marcharse era la única salida posible. Siwon era su único hermano, al cual le tenía mucho cariño, a pesar de no tener al mismo padre, siempre se habían visto como verdaderos hermanos. Y, sin embargo, no podía evitar los sentimientos que Claudia había logrado despertar en él. Ella era distinta a las mujeres con las que solía enrollarse. El poco tiempo que se trataron, le bastó para desarrollar algo que no había sentido con ninguna mujer y que tal vez no sentiría con ninguna. Pero era consciente que su hermano también la amaba y que posiblemente era la única mujer a la que había amado en toda su vida, razón por la cual no deseaba interferir.
Mientras recogía su equipaje, el recuerdo de la primera vez que la vio y lo sucedido al llegar a Corea, le robaron una sonrisa.
―Deja de pensar en ella ―se reprochó en voz baja.
Se encaminó a la salida, tomando su celular para llamar a Siwon.
―¡Oye! ―Miró a la mujer con la que había chocado.
―Lo siento ―se disculpó, pero ella ya se había alejado.
―¿Daniel? ―escuchó la voz de su hermano en el teléfono y volvió la vista a la salida.
―Si. Acabo de llegar...
Mientras tanto, la mujer que había chocado con Daniel. Quien lucía un ajustado vestido blanco que resaltaba su perfecta figura, llegó hasta un chico alto, cabello corto y lentes.
―Linda, hasta que llegas.
―El vuelo se retrasó. Pero estoy aquí.
―¿Tienes la entrevista? ―Ella sonrió con orgullo y levantó una grabadora.
―Por supuesto.
―¡Dios! Creí por un momento que no lo lograrías.
―Levi. Soy Alinee, la mejor reportera de Nueva York, no me subestimes.
―Cierto.
―Bien, vayamos a patear unos cuantos traseros con esta primicia.
―Te sigo, reina.
_______________
La continuación de esta historia, es "Se busca un Padre". La historia de Daniel y Alinee
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Enamorando al Enemigo
Teen FictionDesde que se encontró con ese apuesto hombre, Claudia perdió la cabeza por él, tanto que hizo todo lo posible por ser contratada en la empresa publicitaria que Daniel Henney maneja. Sin embargo, tras conseguirlo, lo inesperado ocurre cuando descub...