Capítulo 22

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~Claudia~

No puedo dejar de pensar en todo lo dicho por Siwon. No lo entiendo. No tiene sentido y ni siquiera debería considerarlo, pero lo hago y he aceptado.

Aun así, no hay mucho tiempo para hablar, debemos ir a la entrevista.

Llegar al restaurante no es complicado y no nos lleva mucho tiempo, Siwon no habla mucho durante el trayecto y eso me reconforta en cierta forma. Los señores Mag, son una pareja de 70 años, que llevan más de 50 años de casados y son el perfecto ejemplo para el número de navidad. Ya que se supone debemos dar una muestra del verdadero amor. ¿Cómo podrían seguir juntas dos personas por 50 años si no se amaran?

―¿Y cuál es su secreto? ―pregunto mirando lo adorables que parecen, porque lo hacen y porque es justo lo que me gustaría tener. Aunque mi sonrisa titubea cuando quien viene a mi mente no es Daniel. Y eso definitivamente no debería ocurrir.

―Amor, querida. El secreto es el amor ―responde ella mirándolo de un modo realmente increíble―. Algo como lo que ustedes dos tienen.

Me toma un segundo darme cuenta lo que sugiere.

―¿Qué? ―mi voz es casi un grito, pero ellos parecen no darse cuenta.

―Es una linda señorita, así que debes cuidarla mucho, muchacho ―el señor Mag mira a Siwon―. Es difícil encontrarla, así que no debes dejarla ir.

―Nosotros no...

―Por supuesto ―interrumpe Siwon rodeándome con el brazo. ¿Qué le pasa?―. Voy a cuidarla siempre ―afirma besándome en la mejilla.

Abro la boca para decirle lo que pienso de su atrevimiento, pero el mesero se acerca y él sacude la cabeza.

¡Ay! ¿Cómo se atreve? Veo a los lindos viejitos y decido que no debo armar un escándalo.

Tranquila, Claudia. Tienes todo el trayecto de regreso para cobrárselas.

Me obligo a sonreír forzada, pero golpeo la pierna de ese tonto por debajo de la mesa. Él solo me ignora. Eso solo consigue enorme aun más.

***

―¿Por qué hiciste eso? ―cuestiono mientras salimos del lugar. Estoy que echo humo por los oídos, no le basto el beso, también me abrazo y toco.

Él me da una sonrisa y se encoje de hombros.

―Porque creyeron que éramos pareja.

―Eso lo entendí ―gruño―. Pero pudiste corregirlos. Yo iba a hacerlo.

―¿Y romper sus ilusiones? Eso es cruel, ¿no crees? ―inquiere fingiendo no entender mi malestar. Claro que lo hace. ¡Tonto!

―¡Señorita, cuidado! ―la voz de un hombre, llega unos segundos antes de que los aspersores del agua se enciendan y nos cubran como una especie de lluvia.

―¡Claudia! ―Siwon tira de mí, pero en segundos ambos quedamos bañados por los chorros de agua.

―Realmente lo siento ―el mesero se disculpa, pero desde una posición donde el agua no lo alcanza―. Ha ocurrido un error.

―Ya lo creo. ―Siwon se quita el saco y me ofrece su pañuelo que acepto solo por mi terrible aspecto.

―Soy un desastre ―digo mirando mi aspecto.

―Ponte esto ―indica ofreciéndome su saco. Lo rechazaría, pero para mi total horror, mi blusa blanca ahora húmeda deja a la vista mi ropa interior.

―¿Por qué te ríes? ―Lo miro molesta, cubriéndome con su saco. Por fortuna mi bolso es de piel y ha estado cerrado.

―Porque te ves realmente adorable. ―Si no estuviera empapada lo golpeaba. ¿Adorable? ¿Acaso soy un conejo? Eso me recuerda su apodo y solo consigue hacerme enojar más―. Admítelo esto es...

―Es tu culpa ―acuso, solo porque debo culpar alguien. Aunque él solo sonríe.

No te entiendo, Siwon. No puedo.

***

―¿Puedes traerme ropa? ―digo a Ise, mientras veo como Siwon comienza a quitarse la ropa. ¿Por qué hace eso?

Al final, los dueños del lugar no han podido hacer otra cosa que disculparse y ofrecerse a secar nuestra ropa, pero eso demorara bastante. Y nosotros debemos volver al trabajo, la única opción que encontré fue llamar a Ise.

―¿Qué pasó? ―Desvío la mirada del zorro, que ahora solo usa pantalones, porque se ha quitado la camisa y me concentro en la llamada a mi amiga.

―Un accidente con agua.

―¿Con agua?

―Después te explico, solo hazlo, ¿Por favor?

―De acuerdo. Dame unos minutos...

―Espera.

―¿Qué?

―¿Podrías conseguí también ropa de hombre?

―¿Qué? ¿Para quién? ―Casi puedo escuchar lo que dirá.

―Choi ―admito a regañadientes.

―¡Madre mía! ¿Están juntos y mojados...?

―¡Ey! Corta tu perversa imaginación. Fue un accidente.

―Eso dijeron mis padres y nueve meses después nací.

―¡Ise! ―Siwon me mira curioso―. No digas esas cosas.

―Está bien, ahora voy. Están en la oficina, ¿verdad?

―No.

―¿Dónde están? ―¡Ay no! Ya puedo imaginar lo que dirá cuando estemos solas.

―Te envío la dirección en un mensaje. ―No quiero imaginar su grito cuando escuché donde estamos.

―Vale. No tardo y pórtate bien. ―¡Tonta!

―Deberías quitártela o pillaras un resfriado. ―Lo fulmino con la mirada. ¿Por qué cree que me desnudare delante de él?

―No.

―No estoy sugiriendo te quedes desnuda. Toma.

―Ese es un mantel. Solo... esperare.

―Puedes secarte el pelo.

De mala gana admito que tiene razón.

―De acuerdo. ―Acepto el mantel y me olvido de mi peinado.

Que día de locos.

Por favor, Ise, no tardes. No me gusta lo que siento en este instante al ver su dorso desnudo. Creo que realmente la abstinencia ha comenzado a causar estragos. Ahora hasta veo a ese tonto guapo. 

Enamorando al EnemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora