10 ALGO CRECE BAJO LA PIEL

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Clara despertó sudando.

La habitación estaba fría como siempre incluso después de esa esperanza, pero su piel ardía como si hubiera dormido envuelta en fuego. Se llevó una mano al cuello, buscando aire, y se dio cuenta de que su respiración era más rápida de lo normal.

Más... desesperada.

Se incorporó lentamente. El movimiento le provocó un mareo suave, una punzada en el centro del pecho que la obligó a sentarse en el borde de la cama con la cabeza entre las manos.

-Qué está... -cerró los ojos, intentando estabilizarse-... -qué me pasa.

No era una enfermedad común. Ella lo sabía. Su cuerpo reaccionaba de formas que no reconocía. La piel más sensible, la respiración acelerada, el olor del ambiente más fuerte, casi palpable. Era como si su mundo sensorial hubiera sido ajustado sin permiso.

"Debe ser el encierro... la falta de luz... el estrés."
Pero una parte de ella sabía que no era eso.

Era interno.
Profundo.

Como si algo que llevaba años dormido hubiera empezado a girar lentamente bajo la piel.

El desayuno llegó a la misma hora de siempre. Pan perfecto. Frutas cortadas. Jugo frío.

Clara apenas pudo mirarlo; el olor le resultó tan intenso que sintió un retortijón extraño en el estómago, una mezcla de hambre profunda y náusea ligera.

-Dios... -susurró, alejándose de la bandeja.
Caminó hacia la ventana, sosteniéndose del marco. El vidrio estaba frío. Su piel, en cambio, ardía.

Abrió apenas la cortina. La calle... seguía igual de gris.
Pero ellos estaban ahí.
Los dos hombres.

El mismo edificio abandonado. La misma esquina rota. La misma postura rígida, vigilante.

Como si no tuvieran otro propósito en ese mundo más que observar esa ventana.

Clara sintió un escalofrío recorrerle la espalda, no de miedo, sino algo más inquietante: una punzada de consciencia.

Ellos no podían verla claramente desde esa distancia... pero aun así, lo hacían. Sus miradas eran tan insistentes que atravesaban el vidrio, atravesaban la altura, atravesaban el amanecer.

Ella retrocedió solo un poco, pero no apartó la mirada.

¿Quiénes eran? ¿Por qué volvían? ¿Por qué la buscaban con los ojos como si estuvieran sedientos de ella?

Su respiración volvió a acelerarse. El calor interno regresó, suave pero firme, como una ola lenta. Las piernas le temblaron y tuvo que apoyarse más fuerte contra el marco.

-¿Qué... qué me está pasando? -murmuró. Pero esta vez no era a ellos. Era a sí misma.

La puerta se abrió sin aviso.

Clara se sobresaltó, volviéndose bruscamente hacia la entrada.

-Clara -dijo Kokonoi, caminando despacio hacia dentro-. No has respondido cuando hablé por el altavoz.

Ella se apoyó en el marco, escondiendo el temblor de sus dedos.

-No te escuché -mintió en voz baja.
Kokonoi la analizó con su mirada clínicamente precisa.

-Tu voz suena extraña -se acercó un poco más
-. ¿Estás enferma?

Clara negó... y sintió otro ligero mareo.
Kokonoi lo notó. El todo lo notaba.

Se acercó más de lo necesario, levantando una mano para tocarle la frente. Ella se tensó al instante, pero no se movió.

El contacto fue breve.
Suave.
Frío.

❤︎෴𝚄𝙽𝙸𝙲𝙰෴❤︎═══𝗬𝗔𝗡𝗗𝗘𝗥𝗘♕︎B𝙤nt𝙚n (o𝕞𝕖𝕘𝕒𝕧𝕖𝕣𝕤𝕖)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora