9 DONDE EMPIEZA EL ECO

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El sol apenas había comenzado a colarse por los ventanales cuando Clara despertó sobresaltada, la respiración entrecortada, como si una mano invisible la hubiese arrastrado a la superficie de un mar helado. Tardó unos segundos en ubicarse. El mismo cuarto. Las mismas paredes grises. Las mismas cortinas que no se atrevería a correr sin permiso.

Sus dedos temblaban cuando los llevó al rostro, intentando borrar el sudor frío que la empapaba. Soñaba con su antigua casa, con las calles libres de ruido de sirenas o pasos amenazantes. Soñaba con voces que no la llamaban "muñeca", "juguete", "tesoro" con una dulzura que sabía a veneno.

Se levantó despacio, sabiendo que había cámaras escondidas incluso en los rincones más discretos del cuarto. A veces las escuchaba, un leve zumbido, una distorsión mínima que ya se había vuelto parte del paisaje. Kakucho lo había admitido una vez con la sinceridad tranquila que usaba para decir cosas atroces: "Queremos ver si nos extrañas."

El baño seguía siendo su único santuario. Un espacio donde podía cerrar la puerta con seguro -aunque no por mucho tiempo- y al menos sentirse sola durante unos minutos. Se lavó la cara, buscando borrar los restos del insomnio de sus ojos, pero el espejo no la reconocía. La mujer que la miraba tenía ojeras marcadas, los labios secos, y una mirada que oscilaba entre la vigilancia y el colapso.

Volvió al cuarto. En el escritorio había una bandeja de desayuno: pan tostado, frutas cortadas, un vaso de jugo. Lo mismo cada mañana. Demasiado perfecto. Demasiado... medido. Se lo llevaban si no comía. A veces, la voz de Sanzu por el altavoz le advertía: "No quieres que venga a ayudarte a comer, ¿verdad, Clara?" Y ella comía.

No sabía cuánto tiempo llevaba ahí. Los días eran círculos interminables. No tenía acceso a relojes ni a ventanas que dieran al exterior. Sus únicas referencias eran las visitas: a veces llegaban todos, a veces solo uno. Kakucho era el más silencioso, Ran el más burlón, Rindo el más inquieto. Kokonoi era educado, casi amable, pero esa amabilidad olía a perfume caro cubriendo una herida infectada. Takeomi era frío, casi clínico. Y Sanzu... Sanzu era un péndulo entre ternura desequilibrada y una violencia que llegaba sin aviso.

Pero quien más la inquietaba era Mikey.

Él no hablaba mucho. Entraba, la observaba, se sentaba a veces en silencio frente a ella durante horas. Había una tristeza aterradora en sus ojos, como si cada fibra de su ser estuviera rota y eso lo hiciera más peligroso. No tocaba nada. No decía nada. Pero cada visita dejaba una marca en el ambiente, como un perfume que se impregnaba en los muebles.

Ese día, sin embargo, nadie vino.

Pasaron las horas en un silencio asfixiante. Clara se sentó en el alféizar acolchado de la ventana, mirando hacia afuera sin poder ver realmente nada. A veces imaginaba que alguien afuera podía verla, que notaría su presencia y haría algo. Pero era solo una fantasía.

Decidió escribir. No tenía papel -se lo prohibían- pero usaba un libro viejo que encontró en la estantería. Escribía en los márgenes, entre líneas, con una letra pequeña y escondida. Palabras que no significaban nada si no sabías cómo leerlas. Crónicas de su encierro. De su mente desmoronándose lentamente.

"Día no sé cuántos. Hoy nadie vino. Y eso es peor. Porque el silencio se siente como un castigo. Me miran, lo sé. Pero no me hablan. Me convierto en una sombra. En una prisionera sin celda. Me pregunto cuánto de mí sigue siendo Clara y cuánto es solo lo que ellos quieren ver. No recuerdo cómo suena mi voz cuando no está temblando."

Cerró el libro y lo volvió a esconder. Cada palabra era un riesgo, pero también una afirmación de su existencia.

Cuando la noche cayó, Clara se tumbó en la cama sin desvestirse. No quería sentir la vulnerabilidad de estar sin ropa cuando podían irrumpir en cualquier momento. El techo parecía descender lentamente, como una tapa cerrándose sobre un ataúd. Cerró los ojos, pero no durmió. Sólo fingió.

❤︎෴𝚄𝙽𝙸𝙲𝙰෴❤︎═══𝗬𝗔𝗡𝗗𝗘𝗥𝗘♕︎B𝙤nt𝙚n (o𝕞𝕖𝕘𝕒𝕧𝕖𝕣𝕤𝕖)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora