❤︎෴𝚄𝙽𝙸𝙲𝙰෴❤︎═══𝗬𝗔𝗡𝗗𝗘𝗥𝗘♕︎B𝙤nt𝙚n (o𝕞𝕖𝕘𝕒𝕧𝕖𝕣𝕤𝕖)

2 LA BELLA Y LAS BESTIAS

La habitación era demasiado grande, demasiado lujosa, y al mismo tiempo... demasiado fría.

Clara yacía en la cama de sábanas de seda, su cuerpo tembloroso apenas cubierto por un camisón que alguien le había puesto mientras dormía. La suavidad de la tela contrastaba con su piel marcada por la suciedad y los moretones de su tiempo en cautiverio. Su fragancia llenaba el aire, intoxicante, embriagadora...

Y lo sabía.

Sabía que cada segundo que pasaba en ese lugar era un juego macabro en el que ella era la presa.

Los alfas de Bonten la querían.

No sabía aún qué significaba eso exactamente, pero lo sentía en sus miradas, en la tensión que creaban a su alrededor.

¿Por qué tenía que ser una omega?

En un mundo donde su existencia era una maldición, donde su única función era ser utilizada, Clara nunca había tenido una opción. Su madre la había escondido desde que nació, disfrazándola de beta, obligándola a tomar inhibidores que suprimieran su olor y sus ciclos. Le había enseñado a no confiar en nadie.

Pero Igor la había encontrado.

Y ahora, había caído en las garras de algo mucho peor.

Bonten.

Un nombre que traía miedo incluso en los rincones más oscuros de la ciudad.

Y lo peor... sabía que no la dejarían ir.

-Despierta.

La voz profunda y sin emoción la hizo sobresaltarse.

Clara se sentó de golpe, con el corazón latiéndole en el pecho. No había oído la puerta abrirse, pero ahí estaba él.

Mikey.

El líder de Bonten.

El alfa más peligroso de todos.

Vestía una camisa negra y pantalones a juego, descalzo, con su cabello blanco cayéndole su suave pelo sobre los ojos. Se veía relajado, con las manos en los bolsillos, pero su presencia llenaba la habitación como una sombra imposible de ignorar.

Sus ojos oscuros la analizaron con calma.

-¿Dormiste bien?

Clara no respondió.

Mikey inclinó la cabeza, como si estuviera entretenido por su silencio.

-No tienes que tener miedo. -Se acercó lentamente-. Pero tampoco intentes nada estúpido.

Clara apretó los puños.

-¿Qué... qué van a hacerme?

Mikey se detuvo justo frente a la cama.

-Aún no lo sé.

Su respuesta fue simple, pero más aterradora que cualquier amenaza.

Clara sintió su estómago revolverse.

Mikey la observó en silencio por unos segundos antes de sentarse en el borde de la cama, con una calma desconcertante.

-Dime, Clara... ¿quién te escondía?

Su voz era baja, pero no había dulzura en ella.

Clara tragó saliva, sus manos temblando sobre su regazo.

-Mi madre.

-¿Sigue viva?

Clara apretó los labios.

-No lo sé.

Mikey la estudió.

-¿Cuánto tiempo llevabas con Igor?