//37// Final

240 35 12
                                    

Bajó descalza las escaleras, se dirigió a su cocina y tomó una lata de soda de su nevera.
Justo luego de eso tocaron su puerta.
Caminó hacia ella y la abrió.
Bufó al ver que no había nadie, luego su mirada se fijó en el suelo, en donde se encontraba un paquete envuelto en una bolsa de papel.

Lo levantó y entró.

El paquete parecía tener una especie de libro dentro. No tenía remitente, eso era extraño.

Lo abrió y si, efectivamente, era una libro, o más bien una libreta de color negro, en medio de ella decía Marceline con letra cursiva y de color azul.

Ella frunció el ceño y le dio curiosidad saber que era aquello, también algo de miedo.

Buscó sus audífonos, se los colocó y pulsó en aleatorio.

Tongue Tied, se empezó a escuchar.

Abrió la tapa de la libreta negra y se sorprendió al ver el nombre de Finn escrito en la primera hoja, con letra cursiva y de color plomo.
Luego siguió con la segunda, en donde decía como titulo "DÍA UNO"

Luego con la tercera, en donde se leía como título "DOS"

Y así sucesivamente hasta llegar a la numero treinta y seis y poco a poco fue comprendiendo.

Era el diario de Finn.

Ese chico rubio, su primer amor, el chico del auto, el que conoció en su primera locura, el que por arte de el destino se lo encontró en su nueva escuela, ya hace un año.

Aunque duraron sólo meses, lo amó.

Aun recordaba como fue que lo dejó.

Aunque nunca hubo ruptura.

Su asma había empeorado y necesitaba tratamiento.

¿La solución?

Mudarse de ciudad.

Alejarse de él.

Le dolió.

Pero ella lo conocía perfectamente y sabía que Finn, su Finn, le propondría un amor de distancia, algo que ella odiaba, jamás creyó, cree, ni creerá en eso. Así que fue mejor alejarse.

Y ahora esta hermosa libreta, en donde su primer amor esta relatado, solo hacía que los sentimientos hacia Finn regresaran.

La peli-azul no dudó en llorar, tanto como de tristeza como de alegría.

Se levantó de su sofá con la libreta en mano y caminó unos pasos, pero se detuvo al darse cuenta de que algo se le había caído.

Era un sobre blanco, lo abrió y en el había un papel, una carta, en donde decía:

Marceline, mi Marcy.

Ya ha pasado un año. Un año de no verte, pero aún así no he dejado de recordarte, cada vez te sueño mas, tus hermosos labios, tu hermosa cabellera azul, porqué si, se que esta azul. Tus hermoso ojos cafés, tu hermosa voz, tu única personalidad y tus galaxias.
¿Recuerdas tus galaxias?
Tus nueve galaxias.
Tus hermosas galaxias.
¿Sabes? este era mi diario, sé que estas pensando:

Que estupides, Finn.

Pero fue mi único diario, el cual te lo dediqué.
Pensaba en dártelo, pero te fuiste.
No hablare de eso.
Me deprime.
Fuiste, eres, y serás mi amor.
No solo mi primer amor, sino mi único y verdadero amor.

Ya no te aburriré mas con mis cursilerías. Seguro te estarás burlando de lo cursi que sigo siendo, pero es por ti.

En fin.

Sé que estas en la cuidad, Hugo me lo ha comentado, y quería citarte en la cafetería en donde te pedí ser mi novia, y me rechazaste, recuerdos...
Bueno, puede que no me quieras ver, estoy tomando un gran riesgo.
Pero voy con todo o nada.

A las tres, hoy.

Mi Marcy.

Ella al terminar de leer rió, de alegría, sorpresa y nostalgia.

Si, le resultó muy cursi.

¿Cuando no Finn y sus cursilerías?

Suspiró y guardó aquella hermosa libreta negra en donde estaba escrito su nombre.

[...]

Volvió a sacudir su cabello rubio, jugó con sus dedos nervioso y lamía sus labios muy seguido. Sentía que iba a desmayarse, lo peor que podía pasar era qué Marceline no llegara a su cita, él se repetía estar preparado para lo que se diera, pero sabía perfectamente que no lo estaba.

Miró por cuarta vez su reloj y tomó un sorbo de su café, esperaba que Marceline siga siendo puntual como lo era antes, faltaban aun unos minutos para las tres en punto.

Revolvió su cabello y suspiró, tres en punto de la tarde, era solo tener paciencia.

-Veo que aun revuelves tu cabello.-le dijo una voz fina y familiar.

Finn miró a la joven parada en frente de él y sonrió.

-Marcy.-le dijo.

-Finn.

-Me gusta tu cabello.-la joven se llevó un mechón azul detrás de su oreja y tomó asiento en la silla roja de la mesa que ocupaba Finn.

-¿Sabes que podrías ser escritor?-preguntó irónica y bromista sacando la libreta negra de su mochila y posándola en la mesa.

-¿Te gustó?

-Me encantó.-respondió Marceline sonrojándose.

Finn tomó delicadamente la mano de la peliazul y miró nuevamente, luego de ya mucho tiempo, sus lunares apodados galaxias. La platica continuó y cada uno fue contando lo nuevo de su vida.

(««💐»»)

❤️

Marceline.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora