Capítulo 5.

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Louis no soñó con colmillos clavándose en su cuello, él no soñó con sombras que lo asechaban, como se diría por ahí: él durmió como una tabla.

El simplemente apenas toco la almohada se quedó dormido y no despertó más hasta que su alarma sonó.

Se levantó rápidamente colocándose lo primero que vio y plasmando una sonrisa en su cara. Él no quería que su familia lo viera triste.

–Buenos días –saludo.

Pero nadie le contesto.

En la mesa había una pequeña nota. La tomo entre sus manos y era un pedazo de papel arrancado de algún lugar y habían garabateado en el.

"Teníamos cosas que hacer, volveremos tarde"

Arrugo el entrecejo pero luego se relajó, era bueno que su madre y hermana salieran de vez en cuando, pero con todos los acontecimientos él no podía estar tranquilo. Mucho menos sabiendo que el señor Lazaros andaba cerca.

Era mejor no pensar en ello.

Louis estaba de espaldas a la puerta de la cocina y por el rabillo del ojo podía ver perfectamente a alguien parado allí. Una silueta. Se dio media vuelta pero no había nadie.

Una pequeña emoción recorrió su cuerpo al pensar que podía ser Harry quien estuviera escondiéndose de él, o que mejor, lo estuviera observando.

Termino de hacerse el desayuno y agarro su mochila para dirigirse a clases.

(...)

Cuando entro en la universidad todo estaba desolado, terriblemente vacío. Con el miedo y la curiosidad recorriendo todo su cuerpo, camino y abrió las puertas, viendo los pasillos iguales de solos. Era como que si nadie estuviera allí.

Parpadeo y sombras comenzaron a aparecer, luego cuerpos, y ahora esos cuerpos tenían rostros. Veía todo pero nadie lo veía a él.

Podía recordar ese día, las porristas de un lado hablando y pintándose, algunos chicos gritando en medio del pasillo.

Las carcajadas comenzaron a oírse por todo el sitio y el palideció.

No.

Corrió como que si su vida dependiera de ello y al final del pasillo estaba él.

–Oh, Louis –podía oír esa voz, esa que tanto le causó daño–. ¿Cómo se dice?

Se pudo ver el mismo con sangre por toda su cara, escupiéndola.

–Soy un marica.

Todos al escuchar eso comenzaron a reír.

El recuerdo era tan doloroso como la vez que lo vivió.

Y todo volvió a cambiar, ahora estaba era en un salón, el profesor estaba dictando la clase mientras todos los alumnos copiaban. Un pequeño infante de dieciséis años levanto la mano.

–¿Dígame, Tomlinson? –el profesor le prestó atención.

–Eso está erróneo –dijo tímido–. La respuesta es 0,5.

El profesor lo miro furioso. Todos en las clases comenzaron a murmurar, el señor que estaba delante de él era el mejor en matemáticas y venia un alumno a corregirlo, eso era lo peor.

–¿Cómo dice?

Louis trago saliva.

–A mí me da 0,5, solo quería decirle eso profesor.

No mires tres veces hacía atrás {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora