Capitulo 9-

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Tenía realmente que hacer algo, y rápido.
La verdadera razón por la cual él había de imaginarse que estuvieran drogados, no era por desconfianza, al contrario. Simplemente que Alejandro nunca se ponía en ese plan. Nunca. Era demasiado raro que le dijera cosas saliendo del corazón, tan fluido y sin echarse a reír en el proceso, o después de hacerlo.
-No, lo siento. En serio. Simplemente que, era demasiado raro que me dijeras...- Tenía que inventar algo gracioso para que todo se viera que estaba bien. Algo quesos identificaba a los tres, era su increíble sentido del humor, incluso en los momentos menos esperados. -esas cositas, primor. No sabes cuanto tiempo he esperado el momento en el que por fin me dijeras que yo era el amor de tu vida, y no Edward. Siempre lo supe, pero jamás quise dar el primer paso...-
Espero un poco para ver si se escuchaba una risita, o alguna vista rara que diera a entender que seguirían la broma, pero solo se quedaron mirándolo. Serios.
El silencio era incomodo. Demasiado.
Silencio absoluto.
Rubén tenía miedo de que siguieran enojados con él, así que, como nadie dijo nada, dio media vuelta y se sentó en su cama...
-... ¡¿En serio siempre me has amado en secreto, mi amor?! ¿Por qué nunca me lo dijiste?- Dijo Alejandro.
Rubén solo dejo salir una carcajada. Le pareció tan extraña, debió ser por el silencio en el que se encontraba minutos antes. Alejandro y Edward no estaban molestos. Esos eran los amigos que nunca se volvería a encontrar en su vida, así que decidió decirles la verdad de una vez por todas. Eso era mejor que cualquier otra cosa.
-Chicos, la verdad es que me puse algo nervioso... Por que...-No pudo terminar la explicación. Ni siquiera la frase.
Interrumpido.
Como siempre.
-Si, ya sabíamos que tenias algo escondido, ahora saca la sopa y dinos que es.- Dijo Edward.
El era el que realmente se comportaba algo extraño, o simplemente quería realmente saber lo que le pasaba.
-Bueno, es que... Acabo de hablar con Rubí, de nuevo- Dijo con un poco de desgaste en la garganta, como si hubiera dicho algo que realmente no debería. Pero, para su sorpresa, no tenía nada de miedo. Todo se fue. De inmediato.
-¿Te lo dije o no te lo dije, cerebrito?- Dijo Alejandro mirando a Edward, guiñándole el ojo derecho. -Me imaginé que estabas hablando con ella, se escuchaba todo lo que charlaban, pero de repente escuchamos un grito y dejaste de hablar. Ella también dejó de hacerlo.-
Nadie dijo nada, todo estaba completamente silencio, como la primera vez que entraron, y comenzaron la charla.
-Rubén, ¿podrías explicarnos sobre que hablaban tu y esa chica? Si no es molestia ni nada, claro.- Dijo Edward, amablemente. Por fin pareciera que todo volvía a la normalidad.
Rubén estaba dispuesto a aclarar las cosas, e incluso a pedirles comentarios o ayuda. No quería seguir callando las cosas que podrían o no pasar, quería sentirse seguro con ellos como siempre se ha sentido. Excepto estos días...
-Bien, se los diré.- dijo sin esperar respuesta, y contó con lujo de detalle lo que acababa de suceder.
Los chicos tenían en su rostro una mueca de desconfianza, pero sabia que realmente le creían. Por muy patanes que fueran, nunca desconfiarían de él, y si lo hicieran, se lo habrían dicho desde que comenzó la parte extraña.
-Entonces, ¿estás enamorado de la tal Rubí?- Dijo Alejandro.
Siempre había sido así. Siempre que Rubén hablaba de una chica, así fuera la chica mas rara y extraña del mundo, incluso si fuese imaginaria, pensaba que este estaba perdidamente enamorado de ella.
-No me sorprende tu comentario, Ale.- Rubén no sabia que poner en su rostro. Era la primera vez en su vida que no sabia como reaccionar con sus amigos-Jure que dirías algo parecido, y créeme no me sorprende para nada.-
-Sigues sin contestar mi pregunta- Contesta inteligentemente.
-Les diré la verdad, cuando hablo con ella siento como si nada mas importara... Pero, no se si la quiero. Es decir, todo es demasiado extraño. Acabo de conocerla, realmente. Es bellísima, no puedo negarlo... Pero no estoy seguro.- Batalló un poco para decirlo. Pensaba que todo qu ello que decía o salía por su boca, sea sonido o palabra, sonaba como una estupidez. Lo cual, en parte lo era, pero no tanto.
-entonces, ¿es un si?- Seguía terco fin la respuesta.
No sabia siquiera que contestar.
Estaba muy nervioso, comenzó a tartamudear -Eh, mm, n-no l-lo se. Si, am, n-no. Si, no se. La verdad ni lo se.-
Todo quedo en silencio total...

Hasta la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora