Capitulo 13

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Ya no sabia que hacer. Le dijo que le gustaba que le dijera Rub, eso era lo único de lo que estaba consciente.
Estaba hipnotizado por sus hermosos ojos color café. Se veía de unos cuantos años menor que él, o incluso de su edad. Nunca se lo preguntó, y se arrepintió de nunca haberlo hecho. Solo la miró.
-De acuerdo- Ella le sonrió. Una risa traviesa, nada de qué alarmarse. Y le guiñó el ojo. -Tengo que irme, ¿te parece si nos vemos luego?
¿Que acababa de hacer? ¿Acaso había metido la pata de una manera horrenda? ¿Cómo es que no lo recuerda? Realmente, algo dentro de su mente no le daba buena espina acerca de la chica, pero de algo estaba seguro. Incluso, más que seguro. No quería que ella se marchara.
-¡No!- Gritó de golpe. No podía soportar la idea de que dejara de verla, dejaran de charlar... De que dejara de estar a su lado. -Es decir, no. ¿Por qué no vienes a mi casa?-
Ella solo lo miró, como si invitarla hubiera sido cosa de otro mundo. Rubén le regresó la mirada, pensó que había mandado todo por una mierda. Pensó la posibilidad de haber herido sus sentimientos, así que habló de golpe.
-No, no, no. No tengo una casa en donde solo vivo yo. Es decir, tengo otros tres amigos...- Esperó su reacción, y pensó que había empeorado aún más las cosas, pues ella lo miró con un gesto de molestia, y cruzó los brazos. Era un hecho, todo se arruinó. Pero aún así continuó - Ellos y yo vinimos de visita, la casa en realidad es de mis padres y mis hermanos. Quería ver la posibilidad de que... No lo sé, ¿pudieras venir a desayunar con nosotros?- Rubén no sabia si había logrado lo propuesto, lo que tampoco sabía era la expresión de su rostro. No sabía que hacer.
-Pareces un idiota con ese gesto- Soltó una leve risa, y sonrío muy levemente. Seguía cruzando los brazos pero esta vez, ella continuó la charla - Me imagino que nadie de tu familia sabe que si quiera existo así que no creo ser bienvenida en tu casa. Aún así, te hablo más después. ¿De acuerdo?- Ella comenzó a alejarse, no sabia cuando pero llevaba tiempo sin haber cruzado los brazos. Solo dio media vuelta y comenzó a avanzar.
Rubén no supo de donde tuvo el valor, pero la tomó del brazo y la giró hacia quedar frente a ella, de nuevo -No quiero que te vayas. Por favor, acepta mi invitación. Soy de confiar... ¿De acuerdo? Prometo... Darte algo a cambio si aceptas ir.- Realmente sonaba estúpido.
Rubí lo miró, no sabía que hacer. Esa mirada lo hipnotizaba cada vez que la veía.
Hasta que por fin habló -Me convenciste. Esa estúpida mirada de que quieres que me quede me convenció. La verdad, me... - Se sintió avergonzada. No sabía incluso, ni lo que pensaba... Estaba totalmente confundida -Me convenciste. Iré contigo.
Dijo ella, finalmente.
Rubén no sabia la razón, pero de la nada soltó una sonrisa tan tierna que ella le devolvió el gesto. No podría imaginarse el por qué de su comportamiento. ¿Realmente estaba encariñado con la chica? ¿Le agradaba de otra forma? Acaso... ¿Esa chica le gustaba? ¡¿Enamorado?!
No.
Eso no puede ser.
Se había olvidado por completo de que ella iría a su casa. Se quedó pensando unos minutos en los sucesos. Ella iría a su PROPIA CASA. Él era la única persona que había llevado alguna vez a una chica a casa de sus padres. Conociéndolos, y también a sus amigos, lo más probable sería que pensaran que Rubí era la pareja de él. Es totalmente ilógico e irónico. La acababa de conocer... No lo sabia realmente, pero la chica le agradaba. Sonrío.
Un gesto bobo se grabó nueva,puente en su rostro.
-¿Podrías dejar de verte como un idiota? Me estás asustando mucho.- Ella sonrió, por un momento puso en su rostro una sonrisa boba. Boba. Como si tratara de mostrarle la verdadera forma en la que él se veía al sonreír. Estúpida. Odiaba decirlo pero se veía como eso. Una completa estúpida -Debes de estar pensando que me veo ridícula. Pues así te ves cuando sonríes. - Emitió un sonido. Los nervios de Rubén lo dejaron entre la espada y la pared, tanto que, comenzó a pensar que ese sonido era de molestia. Pero no, era un risa leve.
-¿Nos vamos ya?- Soltó de golpe.
Ella arqueó una ceja.
Era demasiado complicado entenderla. Rubén sentía como si cualquier letra que el pronunciará estaría mandando todo por un tubo. Como si arruinara esa pequeña amistad que acababan de comenzar. Miedo. Si, eso era.
-Estuve esperando mucho tiempo para que me lo dijeras- Finalmente dijo.
Rubén no sabia como explicar por donde quedaba su casa, o qué tipo de plática crear mientras caminaban. Rubí venia de su lado, ella tampoco dijo palabra y media mientras iban a su casa.
En menos de 15 minutos ya habían llegado a ella.
-Escucha, eres la primera chica que traigo a casa de mis padres, así que lo más probable es que piensen que eres mi...- Se sentía apenado al decirlo. Ni siquiera sabía cómo decirlo. Su novia. Eso era, su novia.
-¿Tú novia?- Dijo ella cruzando los brazos -Mientras no sea cierto, no creo que haya problemas, en realidad.
Rubén se pisa más nervioso que nunca, no sabía ni siquiera que decir. Estaba totalmente... Ido.
Decidió no decir nada más, abrió la puerta de su casa y entraron.
Los primeros en visualizar la situación fueron los chicos, que al ver a la intrusa comenzaron a gritar cosas sin sentido. Al principio comenzaron a decir tonterías incómodas, y otras cosas. Comenzaron siendo de gracia, pero terminaron siendo algo irritantes.
-¿¡QUÉ DIABLOS HACES CON ESA COSA A TU LADO!?- Comenzó Alejandro -¡PENSÉ QUE TENÍAS ALGO CONMIGO!
Edward entre risas siguió la corriente con Ale -ESPERA, ¡¿QUÉ NO TU Y YO TENÍAMOS ALGO SERIO?!
Las frases se iban propagando en el poco aire que Rubén había dejado filtrarse por la puerta. Él llevaba, obviamente, muchísimo tiempo conociéndolos. Por eso es que lograba soportarlos, además, si Edward o Alejandro estuvieran en el lugar de él, hubiera hecho lo mismo. Eran unos completos idiotas. Aún así, parecía estar fastidiando a la invitada especial: Rubí.
-¿Así son todos los días?- Preguntó ella. Sacando de sus pensamientos al chico.
Ella no se mostraba molesta, de hecho, en su rostro reflejaba una sencilla y hermosa sonrisa. Al parecer, los comentarios de sus amigos le parecían graciosos, pero comenzaban a fastidiarle un poco.
-Ah... Em... Si lo son, pero nunca se habían comportado tan estúpido- Dijo, soltando una sonrisa demasiado forzada.
Ella cruzó los brazos.
De alguna manera, esa expresión no le traía buena pinta a Rubén. De alguna forma extraña le asustaba la idea de haber arruinado, de nuevo, todas las esperanzas de poder tener una verdadera amistad significativa con ella. -¿Te sucede algo?-. Se armó de valor para poder preguntárselo sin titubear.
-Si, no me molesta que lo hagan. Simplemente su voz me resulta algo irritante. ¿Crees que tu familia, ellos o tu tomen a mal que les calme su show?- Dijo guiñando el ojo a nadie en particular.
-¿A qué te refieres?-
Ella ni siquiera se molestó en mirarlo, simplemente alzó la voz lo suficientemente fuerte como para que los dos chicos situados en la cocina pudieran escucharla -Escúchenme ustedes dos par de idiotas. ¿Me harían un gran favor al callarse esas preciosas bocas que tienen, afortunadamente en sus rostros? A no ser que quieran que esas bocas las ponga en otra parte donde, en su vida podrían imaginar que pueda estar...-
Ambos la miraron con ojos llenos de terror, esperaban que ella sonriera o al menos mostrará alguna señal... Humana de lo que acababa de decir. Nada.
-Gracias-
Fue lo último que pronunció, sonriendo. Dejando salir esa hermosa dentadura que tenía. Era perfecta, pareciera que en su mundo nunca nadie hubiera usado algún artefacto metálico entre ellos.
Los tres chicos la miraron con terror.
Bueno, terror no era la palabra.
La palabra correcta sería RESPETO.
Un silencio estúpido e incómodo inundó la sala. El piso de abajo, entero. La casa. El vecindario entero.
Nada.

Hasta la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora