Capitulo 10-

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La mente de Rubén estaba, literalmente hecho un desastre. Sus ideas no estaban claras, pareciera como si ni siquiera tuviera ideas ni sentimientos. Su mente estaba descansando por un momento. Sin saber como se quedó dormido en su cuarto.
Cuando se despertó de su sueño, era la hora de la cena. O bueno, unos pocos minutos después de ello. Despertó y se encontró con sus dos compañeros a un lado de él de la misma forma en la que estaba recostado en su cama. Era algo extraño por que Edward estaba en el piso acostado cuan bebé recién nacido. Y Alejandro tenía una almohada abrazada entre sus brazos y otra entre sus piernas...
Rubén pensó en una idea de hacerlos despertar, pero si lo hacia debía de hacerlo rápido y a su manera -Okay, debo despertarlos, me muero de hambre. Si por mi fuera en este momento me iría a cenar pero se que mis padres me regañarían y me harían despertarlos, o incluso, mi madre lo haría... Así que lo haré de una manera justa- Pensó, puso ojos picaros y se puso en marcha.
Salió de su cuarto en silencio, sin cerrar la puerta para no hacer ruido. Fue al cuarto de sus hermanos para ir por los materiales (una pasta de dientes, y lo mas sencillo y rápido: una almohada) pero en el momento en el que entró al cuarto, la puerta se cerro fuertemente, trató de encender la luz pero seguía sin saber donde se encontraba el interruptor. Pasó cerca de 10 minutos recorriendo las paredes con las manos como un idiota ciego, pero, estar ciego era mucho más fácil que aquello. Se dio por vencido. Salió de la habitación y prefirió tomar una almohada de su habitación y pensó que podría cambiar la pasta dental por un poco de acondicionador de su madre, y se puso en práctica.
Acudió en silencio al cuarto de sus padres, abrió la puerta suavemente y tomó el acondicionador. Era una muy buena idea el cambiar la pasta de dientes por el acondicionador pues, la pasta dental era demasiado pegajosa, y el acondicionador tenía una estructura parecida a la crema batida, podía ser mucho más fácil caer con aquel objeto.
Después de obtener el acondicionador, tomó una almohada de sus padres. No quería tener que perder mas tiempo tratando de quitarle una almohada a Alejandro sobre las piernas. Además de incomodo, le parecería difícil de obtener.
Una vez obtenidos todos los "materiales", fue camino a su recamara. Trató de empujar su puerta con las piernas, ya que, las manos las tenía ocupadas, pero no funcionó. Algo estaba raro... Bajó un rato las cosas y puso sus manos en marcha. Giró la perilla con delicadeza pero con la suficiente fuerza como para abrirla al primer intento, sus fuerzas debieron fallar pues al quinto intento seguía sin abrir.
Después de 10 minutos intentando, en vano, abrir la puerta, se dio por vencido y calló en la cuenta de que la puerta estaba cerrada con candado. Alguien la cerró, posiblemente Alejandro.
Rubén recordaba donde dejaban sus padres las llaves de la casa cuando se está en casa: debajo del COLCHÓN. Si, suena patético pero es ridiculo que cuando un ladrón entra a la casa busque llaves debajo del sillón.
Regresó al cuarto de sus padres por aquellas llaves, regreso a su recamara y cuando quiso meter las llaves en el agujero donde estas encajaban, tropezó. Las llaves cayeron, al agacharse, su rodilla golpeo con la puerta, lo que sucedió después lo dejó perplejo.
La puerta de abrió, sin fuerzas, sin girar perillas.
Estaba abierta.

Hasta la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora